Sara Rubio lleva hasta Aínsa este concepto empresarial
ELENA PUÉRTOLAS 27/01/2018
"Vinimos a lo loco y si tuviera que hacerlo hoy... pero ahora no me iría
a ninguna ciudad". Sara Rubio llegó desde Madrid en 2009 a Margudgued,
en Boltaña, con su pareja y su hija de un año. Él acababa de traspasar
su taberna y ella había pasado de ser asalariada en editoriales a trabajar
como autónoma de diseñadora gráfica. Cogieron las maletas y se plantaron
en Sobrarbe, que conocían de ir de vacaciones. Hoy, "animo a venir al mundo
rural" y, en concreto, "a Sobrarbe, porque no hay un sitio mejor por el
contacto con la naturaleza. En parte, se debe a la despoblación y la parte
positiva es que nos conocemos todos", dice la creativa de Jauja Estudio.
Cuando llegó trabajaba de diseñadora para una revista holandesa y ahora
la mayoría de sus clientes son locales. "Enviaba mi trabajo desde un bar
de Boltaña y me costaba horas. Ahora, con la fibra óptica, ya es otra
cosa", indica. Con todo, lo que para ella ha supuesto "un punto de inflexión
para avanzar en el medio rural" ha sido la creación del centro de trabajo
compartido ("Coworking") de Aínsa. "Fue una idea estupendísima,
porque tienes compañeros, puedes separar tu vida personal del trabajo, tienes
un sitio para recibir a los clientes y te toman más en serio... Y además
se dan las famosas sinergias", argumenta.
Al inicio se dio cuenta de que hasta la manera de relacionarse en el ámbito
laboral era diferente a la ciudad y reconoce que ha aprendido mucho. "Al ser
de fuera tienes que demostrar más para hacerte un hueco, pero una vez que te
conocen, no te faltará el trabajo", opina.
Aunque cree que en las ciudades hay más oportunidades, sus prioridades son
otras, como la conciliación familiar. Ni se plantea irse porque, además,
su hija de 7 años (la mayor ya tiene 9), nació en Margudgued, no por elección
sino porque no le dio tiempo ni a salir de casa. Y eso crea vínculos.
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