Este joven ganadero de Barós, cerca de Jaca, apunta que no se tiene en cuenta la labor de mantener el monte así como otros problemas que reducen la rentabilidad
ELENA PUÉRTOLAS 16/11/2018
HUESCA.- Daniel Lacasa Viscasillas, de 25 años, tiene muy claro que
quiere dedicarse a su explotación de vacuno en Barós, núcleo de Jaca,
pero lo que ve con incertidumbre es el futuro de la ganadería extensiva
de montaña. "Si no toman medidas, en poco tiempo puede desaparecer",
asegura. Y apunta razones diversas como la escasa rentabilidad, la dificultad para
compaginar el trabajo con la vida familiar o las trabas que pone la PAC para que
les reconozcan las superficies de pasto. Por ello, "tienen que hacer algo, que
exista algún tipo de incentivo y que se compense la labor de mantenimiento
que hacemos en el monte", reivindica.
Los problemas que plantea coinciden con la realidad que dibuja Adelpa (Asociación
de Entidades Locales del Pirineo Aragonés) y las soluciones también.
"Antes las explotaciones familiares eran mucho más pequeñas, pero
hoy en día hay que llevar un volumen muy grande por la escasa rentabilidad.
El margen de beneficio no se multiplica, pero los problemas sí", denuncia.
En su caso, tiene 160 nodrizas que se alimentan en los pasos de Villanúa
durante el verano y en esta época ya están en Bagüés, a
menor altitud que Barós, donde nieva más y no pueden utilizar los prados
en invierno. Crían terneros de carne en su explotación de ciclo cerrado,
de forma que también se ocupan del engorde hasta los 12 o 14 meses según
la raza. Esta es una de las propuestas que Adelpa cree que hay que promover. Daniel
trabaja principalmente con la raza autóctona parda de montaña y alguna
Fleckvieh. "En la montaña nos encontramos con la dificultad de conseguir
pastos que computen para la PAC", indica, lo que supone que no pueden tener
arbolado ni pendientes pronunciadas. Como joven que se incorporó en 2016,
con el respaldo de la Uaga, denuncia que los derechos históricos penalizan
a los que empiezan, que son los que están en el monte y realizan la labor de
mantenimiento real. Por ello, exige cambios en la PAC pero coincide con el informe
de Adelpa al pedir otras medidas.
Y estas tienen que ayudar a hacer compatible el trabajo con la familia. Es uno
de los nueve vecinos de las únicas tres casas que abiertas en Barós,
todas con ganadería. Al estar a solo tres kilómetros de Jaca, se construyó
una urbanización donde hay primeras y segundas residencias, de forma que, según
el Instituto Nacional de Estadística (INE) suman 88 vecinos, frente a los 36
de principios de siglo.
Daniel ha continuado con la explotación familiar, que inicialmente era
de leche. "A finales de los años 90, cuando se endurecieron las leyes y
para repartir se tenían que comprar un camión, mis padres se pasaron a
la carne", indica. Su historia también corresponde con los antecedentes
que describe Adelpa en su informe, donde señala que en Francia es diferentes,
y por los que concluye que hay que reestructurar el sector.
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