Sthéphan Urbain hace gala de su amor a la Guardia Civil luciendo su uniforme en el templo parisino
MYRIAM MARTÍNEZ 19/04/2019
HUESCA.- Muy a su pesar, la historia de Sthéphan Urbain ha saltado
las fronteras francesas azuzada por las llamas y el humo de Notre Dame para dejar
un poso triste y conmovedor a este lado de los Pirineos. Quién sabe si
el viento la habrá llevado más lejos, empujada por la fama de uno de los
monumentos más importantes de Europa y del mundo, cuyo drama lo ha hecho todavía
más universal.
Sthéphan Urbain tiene sus orígenes en Huesca, la tierra que sus padres
tuvieron que dejar con motivo de la Guerra Civil para instalarse en Tarbes. En esta
pequeña ciudad gala, hermanada con la capital altoaragonesa, vino al mundo
hace alrededor de 60 años y fue allí donde comenzó a ejercer como
sacristán.
Sthéphan siente gran amor por España y tiene una devoción especial
por la Guardia Civil y todo lo que tiene que ver con el Cuerpo. Quienes le conocen
explican que vivió un tiempo en Huesca y allí ayudaba a preparar exámenes
en francés a guardias civiles con los que entabló una buena amistad.
Además, aseguran que es un hombre de fuertes principios, que entroncan a la
perfección con los del Instituto Armado.
Cuando le propusieron ser sacristán general de la Catedral de Notre Dame, pidió
tener el control sobre el personal laboral del templo y que le dejaran vestir
el uniforme de la Guardia Civil. Y ambos deseos le fueron concedidos.
No siempre recibe a las visitas con la indumentaria al completo, pero no hay
un día que no lleve alguna prenda o elemento alusivo.
Sthéphan celebra cada año el 12 de octubre, Día de la Hispanidad.
En una capilla que hay en un lateral de la catedral, coloca una figura de la
Virgen del Pilar, la rodea con una bandera española y la deja allí
unos días. Transcurrido un tiempo, la devuelve a su despacho y allí se
la muestra a todo el que acude a visitarle.
Al menos, la Virgen del Pilar se ha salvado de las llamas, como también
ha resultado indemne la imagen de la Inmaculada.
Hasta el día del trágico incendio, Sthéphan era el encargado de hacer
que las campanas sonasen cuatro veces al día, atendía visitas, realizaba
trabajos en su despacho y organizaba la labor de los empleados. La felicidad
que le procuraba esta actividad se confunde ahora con las cenizas que quedan
de la techumbre de la catedral tras ser pasto de las llamas.
José es un oficial de la Guardia Civil que vive en París. Este
jueves ha ido a visitar a Sthéphan. Lo hubiera hecho antes, pero el sacristán
no tenía ánimo para nada y, además, ha estado muy ocupado preparando
actividades relacionadas con la Pascua. Sí, incluso en estos penosos días.
El oficial quería ver cómo se encontraba su amigo y, por otro lado, asegurarse
de que el rector de la Catedral había recibido una carta enviada por la
Benemérita, en la que se pone de relieve su profundo pesar por lo sucedido,
la estrecha relación que le une al Cuerpo español con la Gendarmería
gala y asume el compromiso de colaborar con las iniciativas que se pongan en marcha
para recuperar el monumento religioso lo antes posible.
José no lleva tanto tiempo residiendo en París como Sthéphan, pero
también ha vivido la experiencia como "un mal sueño, una pesadilla
de la que parece que te puedas despertar en cualquier momento cuando la realidad
es bien distinta".
Sthéphan ha perdido algo más que su lugar de trabajo. El golpe encajado
le ha dejado sin aliento y quizá le cueste recuperarlo, pero tiene intacta
su Virgen del Pilar, sus amigos de la Guardia Civil y sus sólidos principios.
A pesar del incendio, que ha dejado una mancha negra en su corazón,
la vida sigue.
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