Toponimia altoaragonesa (208)
POR BIENVENIDO MASCARAY
26/06/2011
Por la carretera de Sabiñánigo a Huesca, pasado el Hostal de Ipiés
y el pequeño lugar de Lanave, prestamos atención para tomar, por el lado
izquierdo, la carretera A-1.604, llamada del Serrablo o de La Guarguera, que nos
llevaría hasta Boltaña. Pero nosotros, cuando hayamos transitado por ella
poco más de 26 kms., nos detendremos en el lugar de Laguarta, al costado izquierdo
de la ruta. La Guía Turística del Altoaragón. Huesca, de Editorial
Pirineo, nos dice que Laguarta es una "población perteneciente al municipio
de Sabiñánigo, estructurada en dos sectores, el occidental y el oriental.
Es en el primero donde se encuentran los principales elementos de interés,
como son la casa palaciega del Señor de Villacampa, del siglo XVII, la iglesia
de carácter popular dedicada ala Transfiguración y una curiosa fuente.
Actualmente es la principal localidad del valle, casi deshabitado, de la Guarguera".
Del drama y despoblado de todo este valle ya hicimos mención en el nº
186 de esta serie dedicado al río Guarga y a Secorún. Por ello nos limitaremos
aquí a decir que Laguarta, ayuntamiento en 1834, se unió de inmediato
(1845) al de Secorún; que sustituyó a éste en la capitalidad del
municipio en 1950-60, y que se unió a Sabiñánigo en 1970-80. En este
período llegó a quedar despoblado, habiendo recuperado posteriormente
cierto pulso vital.
Sin duda que una visita a Laguarta está justificada solamente por la casa Villacampa.
Adolfo Castán, Torres y castillos del Alto Aragón, se expresa así:
"Conjunto de ladera que ha impuesto desarrollo horizontal según terrazas
escalonadas, individualizando las viviendas a corta distancia. Por dimensiones y
acabado sobresale el casal de los Villacampa, bloque de tres cuerpos estabilizados
en peldaños rocosos. El superior es un torreón del siglo XVI, los dos
restantes del XVII. La mansión de los Villacampa es por su magnitud, elegancia
e información, una de las muestras artísticas más interesantes de
nuestra geografía rural, en especial por las inscripciones que puntean sus
paredes y por la serie heráldica de linajes representados. Hemos hablado de
tres bloques construidos; el más alto es, como los demás, rectangular,
plasmado en adusta torre de cuatro pisos alzada con sillería y mampuestos,
amplio alero soportado por ménsulas de róleos y cordón sogueado;
en la cabeza, tejado a dos vertientes de losa. Exteriormente los vanos se han modificado,
excepto las inusuales salidas aspilleradas, unas cuantas, estrechas aberturas verticales
con doble ensanchamiento circular… En puerta adintelada de la fachada este se grabó
la fecha de 1542.
El módulo central –siglo XVII – está atravesado en su parte baja por un
túnel cubierto con bóveda de medio cañón, tiene tres plantas
y unas ventanas primorosas al este y sur, con diversos textos y escudos de armas
de los Garcés, Espés, Mata de Lizana, Sánchez y Ximénez de Aineto,
todos apellidos de la casa Villacampa… El tercer cuerpo, el más bajo, se erigió
también en el siglo XVII, con excelente cantería grande. Tiene tres pisos,
hermosos vanos y alero sobre exquisitas ménsulas de piedra. La puerta abre
al sur, desplegando arco de medio punto de dovelas biseladas. En los paramentos
de la casa embutieron trece escudos de armas con apellidos próximos al titular,
predominando el de los Villacampa. Además abundantes y repetidas inscripciones
a lo largo del siglo XVII… La casa Villacampa nace con una modesta torre en el siglo
XVI. Sucesivas reformas y embellecimientos denotan que esta familia atravesó
una etapa de prosperidad en el siglo XVII. No es aventurado atribuirla a la revalorización
del cáñamo que se cultivaba en sus señoríos, destinado a la
fabricación de cordajes para la Armada Real… El año 1991 el ayuntamiento
de Sabiñánigo adquiría la mansión solariega, planteándose
su rehabilitación con alumnos de escuelas-taller de la zona y campos de trabajo…".
Pascual Madoz, Diccionario Geográfico… 1845-50, nos facilita alguna información
interesante para nuestro trabajo toponímico: "Está situado en una
pequeña colina no lejos del nacimiento de los ríos Alcanada (sic) y Guarga,
combatido por todos los vientos; disfruta de un clima sano a pesar de que la mucha
abundancia de agua es causa de que se padezcan bastantes hidropesías; la población
se compone de siete casas y una iglesia parroquial (La Transfiguración de Nuestro
Señor), que tiene por anejo la del pueblo de Cañardo… El terreno es bastante
montuoso y quebrado, es estéril, y recibe algunos beneficios de las aguas de
los ríos Guarga yAlcanadre, que tienen origen dentro del término de este
pueblo… Produce mistura, avena, patatas, judías lino, cáñamo y hortalizas.
Cría ganado lanar y cabrío que se lleva a invernar a la tierra baja. 5
vecinos, 31 almas".
El topónimo Laguarta es todo un placer para el estudioso o aficionado a la
Toponimia. Es rico y variado, pues consta de cuatro formas (nombre, pronombre, nombre
y artículo por este orden), y tres enlaces o acomodaciones , de los cuales
dos siguen la norma general de elipsis al final del primer término y el tercero
la supletoria de yuxtaposición necesaria; es didáctico pues nos da una
magnífica lección de esa "reconstrucción" que partiendo de
la forma actual, esto es, "de lo que queda" tras el proceso de concentración
que provoca siempre la enorme fuerza de compresión interna propia de la lengua
ibérica, llega al texto completo en esta lengua idéntica al vasco antiguo;
es confirmatorio de muchas lecciones ya explicadas, mediante la constatación
de aquellos fenómenos fonéticos que no pueden faltar en dicho camino de
reconstrucción; es aclaratoria de algunas dudas o inexactitudes planteadas,
incluso, a algunos de los más ilustres estudiosos del vasco antiguo; es, una
vez más, un canto a la toponimia real que practicamos, describiendo con toda
fidelidad hechos, notas, características específicas del lugar, lo que
nosotros bautizamos en su día como "elemento diferenciador". Procedamos
con orden y reposadamente, disfrutando en cada paso. El primer elemento de la composición
Laguarta es el sustantivo alago, que vale exactamente por dehesa o tierra de pastos.
Primera lección: dado que ya conocemos el valor de ala (recordemos entre otros
muchos ejemplos el bien reciente de Alaón) como "pastizal", surge la
ocasión pintiparada para fijar el valor del sufijo –go; el DRAE, copiando a
Azkue (Diccionario vasco-español francés) dice que es "sufijo derivativo
que se agrega al infinitivo para formar nombres locales que indican cierto destino
expresado en la palabra simple… (como) alago: dehesa, lugar de pastos". Creemos
que no es exacto: ala, si bien puede ser un infinitivo con valor de "hallar
o encontrar", aquí es un sustantivo (como en Alaón) y, por ello, -go
es, en verdad, un "sufijo derivativo que indica dimensión y se agrega a
palabras que de suyo la expresan"; reparemos en que –go, en efecto "expande
la dimensión" pasando de la idea de "un pastizal" – ala – a una
"dehesa o tierra de pastos" –alago-. El segundo elemento de la composición
es el pronombre gu, nosotros, que aquí cumple función de complemento nominal
y que debe ser traducido por "de nosotros o nuestro"; la primera acomodación
se efectúa mediante elipsis al final del primer término, de modo que alago+gu
> alag(o)gu > ala(g)gu. Nos acaba de surgir una construcción, vieja
conocida nuestra, a la que dedicamos en su día un capítulo entero, el
XXIII, titulado "Topónimos con ele, rebaño, ganado", de nuestra
obra De Ribagorza a Tartesos, en el que se repetían las formas del pronombre
personal: ara-gu-eles (Aragüells), m-iartze-gu-eles (Miargüeles), xinkor-gu-eles
(Sinkorgüeles), aun-ni-eles (Aunielles), pan-go-ni-eles (Fangonielles), xerri-zu-eles
(Serisueles) y algunos más. Comprobada la perfecta correspondencia de ala(go)gu
con las construcciones que acabamos de recordar, nos quedamos con un "tierra
de pastos de nuestros…", y nos detenemos un momento para su perfecta comprensión.
Para seguir adelante necesitamos de un sustantivo que cumpla la función sintáctica
que ha desempeñado eles, rebaño, ganado, en aquellos ejemplos. Ese sustantivo
es aquí ardi, oveja, el cual, regido por gu, "de nuestras", tiene número
plural, "ovejas". La acomodación (2ª) entre alagu+ardi, se hará
por yuxtaposición necesaria, pues la elipsis al final del primer término
–alag(u)ardi – haría imposible la comprensión del texto al ocultar el
pronombre; en consecuencia, alaguardi. Llegamos al cuarto y último elemento
de la composición, el artículo a, la, siempre al final de la misma. La
acomodación (3ª) se efectúa ahora mediante elipsis al final del primer
término: alaguard(i)a.
Es el momento de los fenómenos fonéticos propios de la lengua ibérica,
catalogados como tales y garantes de la correcta interpretación. El primero
es la aféresis de vocal inicial silábica: (a)laguarda. El segundo es el
ensordecimiento de la oclusiva sonora (aquí /g/) tras consonante continua:
laguarda > laguarta. Con referencia a este último, queda en evidencia que
la solución de Azkue, Morfología 1923, de "fenómenos fonéticos
dobles, de elisión y epéntesis simultáneas", cuando un elemento
termina en –di (como ardi) y el siguiente empieza por vocal (como a), es una tesis
inexacta por innecesaria (se explica regularmente la elipsis de i al final del primer
término y no hay epéntesis de t sino ensordecimiento de la correspondiente
sonora).
Una recapitulación: "Lo que queda" tras la concentración es Laguarta.
El texto completo inicial sobre el que actúa la "fuerza de compresión
interna" es alago gu ardi a. El camino entre éste y aquello ha quedado
explicado. El significado de Laguarta es "la tierra de pastos de nuestras ovejas".
El hecho de la abundancia de ganado lanar en el lugar es recordado por los pocos
vecinos "con memoria" que aún quedan. Y que tal abundancia, sostén
primerísimo de aquellas familias, fue una realidad, nos la acredita Madoz cuando
menciona la trashumancia hacia los pastos de invierno.
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