JAVIER GARCÍA ANTÓN 29/11/2020
En el enriquecedor Reset, Nuria Chinchilla aseguraba que, más que nunca, son
precisas las virtudes cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza. Y
las actualizaba con la toma de decisiones para la primera y la inteligencia emocional
en la última.
A 29 de noviembre de 2020, las cuatro están en riesgo y hay que conjugarlas
para toda gobernanza. Imperativamente. No hay libre elección posible para la
dirigencia, que, permítanme el anglicismo, debe ser "coach" que acompañe
al administrado, a la sazón -aunque lo olviden en el ínterin de urna a
urna- elector. el que tiene la facultad del albedrío.
El político ha pasado de aleccionarnos a abroncarnos, a imponer conductas,
bajo su "sacrosanto" ordenamiento -versión profesora Chinchilla, "ordeno
y miento"-. Y, en la arquitectura social a la que alude el coronel Baños,
nos enfrentan con una trinidad sobre una espiral del silencio: sanidad, seguridad,
sociedad. Toda discrepancia condena a la condición de "enemigo público".
Y en el futuro convendremos que el virus no sólo mata, sino censura. Y que
la divergencia es el eje sobre el que rueda la democracia. El monolitismo es insano.
Son hosteleros. Raúl aparta la mirada con tristeza: al frente no ve nada. Carmelo
se desespera. Tapha se resigna. David cierra. Diego reflexiona: las montañas
de la ley son menos salvables que las de Formigal. Josetxo y Ramón suspiran.
El futuro propio es incierto. El de sus trabajadores, demasiado cierto. El de sus
clientes, triste, europeizante. El desarraigo.
Cuando van a Sanidad, necesitan verdad y soluciones, pero también comprensión.
Algún sí. Empatía. Y una sociedad que escuche. Nuestra cultura, nuestros
hábitos, corren el riesgo de ser de "take away". Quizás no lo
crean: nos jugamos nuestra vida.
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