ELENA PUÉRTOLAS 13/10/2018
HUESCA.- La cocina de su tía abuela, en la que tantas historias escuchó
de niña, que le parecían más fascinantes que cualquier cuento, la
ha convertido en un refugio de ideas y un centro de talleres de arte y tecnología.
"Casa Tía Julia" es un proyecto cultural de revitalización del
medio rural, impulsado por la periodista y consultora tecnológica Nuria
Rita Sebastián Cisneros y la artista Cristina Mas Peter en Ciria, un pueblo
de Soria, pero donde la palabra Huesca resuena.
Con una campaña permanente para "Amadrinar una teja", se crean
vínculos con un proyecto que atrae visitantes y genera economía en una
venta y en casas rurales de la provincia de Zaragoza por proximidad.
Érase una vez una joven de Ciria nacida en 1909 que llegó a servir
a Huesca, a la casa del carnicero "Calzonetes". Con la hija del dueño,
Teresina, vio en 1929 "El desfile del amor", la primera película de
cine sonoro que se proyectó en España, con un acomodador que en carteles
traducía o resumía el contenido.
A través de una postal fechada en 1931, que le ayudó a difundir en Huesca
una oscense que participó un taller, Nuria Rita descubrió que Teresina,
con la que su tía Julia Cisneros iba a bailar al Jai-Alai, era la madre
del antropólogo Ángel Gari.
Esa historia de la vida oscense en los años 20 se contaba en esa cocina hasta
principios de este siglo, ya que su tía Julia hasta dos años antes
de morir en 2006 habitó esa casa donde hoy brotan ideas, sobre todo de
futuro.
Han programado talleres de software libre; de tecnología y ética;
o de cómo hacer un blog o jabón artesanal a los que se han apuntado mujeres
de este pueblo, que en invierno no pasa de los 40 habitantes.
"Quiero ir a un pueblo y que me den trabajo". Este es el planteamiento
con el que llegan muchos a la Asociación Contra la Despoblación Rural
a la que pertenece, que agrupa a personas de las tres provincias de Aragón,
Soria, Guadalajara y Cuenca.
Pero es erróneo. "No, así no, te tienes que ir a un pueblo con trabajo",
asegura Nuria, porque no es fácil. "Hay muchas trabas" y, en realidad,
"no hay tantas ayudas como dicen las instituciones", comenta.
Capitalizó el paro cuando hace unos cinco años cerró la consultora
de tecnología en la que trabajaba en Barcelona. Entonces, decidió apostar
por su sueño, pero con soñar no es suficiente. "Es cierto que
siento que estoy en el sitio que quiero estar. Quizá llegar al punto donde
quería estar en cinco años, me costará diez, pero es importante estar
en el camino", asegura.
Tras esa apuesta por trasladarse con Cristina a vivir a la provincia de Soria, esta
emprendedora rural nacida en Vitoria aspira a llegar a vivir de la casa.
Mientras tanto, sigue trabajando como consultora tecnológica freelance.
"Es como sentirse Alicia en el País de las Maravillas después
de haber tomado el jarabe que la hace grande", le dicen a Nuria al entrar a
"Casa Tía Julia", ya que tiene los techos bajos porque uno de los puntales
del proyecto es la conservación de la arquitectura tradicional.
De ahí, el proyecto "Amadrina una teja", con el que han arreglado
el tejado. Se trata de una teja simbólica con una aportación de
20 euros en la que se escribe el nombre de la persona que colabora, que después
recupera el 75 % que se convierte en un crédito para acudir a un taller.
Así, se consigue vincular a los participantes. Con este sistema, han recaudado
5.000 euros, aunque el tejado les ha costado el triple. Pero aún queda
mucho por hacer para que reúna condiciones. Por ello, utilizan la escuela renovada
que cerró en 1990.
La casa se mantiene como la tenía su tía, con la mesa camilla o
la cocina económica de leña. Pero las ideas no brotan al calor de la estufa,
porque debido al frío la actividad se concentra en mayo y octubre.
Y eso que la próxima cita será el día 24 de fans de "Doctor en
Alaska", para la que la inscripción supera las previsiones. El encuentro
será cerca, en Reznos, porque quieren que el proyecto se extienda.
Se abre la puerta de Casa Tía Julia y un enorme olmo espera, que recuerda ese
amargo canto a la esperanza de Machado en el poema "A un olmo seco": "olmo,
quiero anotar en mi cartera/ la gracia de tu rama verdecida./ Mi corazón espera/
también, hacia la luz y hacia la vida,/otro milagro de la primavera". Pero
este no está seco y se antoja como un símbolo de la resistencia del
medio rural.
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