ELENA PUÉRTOLAS 05/10/2019
HUESCA.- Soñó con ser periodista de política internacional
y en conflictos. Y lo cumplió: estuvo en Irlanda y en África. Pero
pronto se dio cuenta de que su sitio era su pueblo: Castejón de Sos, al
que regresó y donde ha formado una familia con dos hijos de 7 y 4 años.
José Ángel Nerín, de 45 años, está convencido de que toma
un puñado de tierra de su huerto en sus manos y la distingue por su olor, textura
y temperatura. Nos deja una imagen, al estilo Escarlata O"Hara en "Lo que
el viento se llevó", pero que no habla de resistencia sino de amor a
su tierra y lo que todo eso significa para un montañés. Como se dice
en patués: "Fe Casa" (Haz casa) y la hace.
No escribe artículos, sino que los vende: bovedillas, baldosas o pistolas de
silicona, cualquiera que sirva para la construcción. Y rechaza volver a la
profesión periodística. Una de las razones por la que inicialmente no
se planteaba asentarse en Castejón de Sos era por la dificultad para trabajar.
"Encontrar un trabajo fijo y bien remunerado fuera de la estación de
esquí (Cerler), de la hostelería, de la embotelladora (Agua de Veri) o
en algún ayuntamiento es prácticamente imposible", asegura.
Lo que comenzó como un empleo para seis meses se ha convertido en el trabajo
que le ha dado la estabilidad desde hace 14 años. Trabaja como responsable
del establecimiento que la empresa altoaragonesa BigMat Ochoa tiene en Villanova,
a pie de la carretera a Benasque (A-139). "Si hubiera continuado como periodista,
hubiera tirado por ahí, quizá estaría en Asia, y probablemente alcoholizado
y como un despojo humano. No sé, así me imagino a mí mismo. Y
aquí me veo muy bien, con familia, muy equilibrado, con esa especie de
confort que te da todo lo predecible, que sé que mañana a estas horas
voy a estar aquí.", comenta. "Tener una ambición de hacer una
carrera a costa de lo que fuese me hubiera arruinado la vida", señala.
"Pero para asentarte, es fundamental que la pareja te siga o, como en
mi caso, que tirara de mí para quedarnos", señala Nerín. José
Ángel lleva toda la vida con su mujer Raquel, desde que tenían
22 y 18 años respectivamente. Juntos han vivido muchos cambios de ciudad y
laborales. Tras las experiencias periodísticas de José Ángel en Irlanda,
adonde se fue por el conflicto, pero le tocó trabajar en restaurantes. Después
ejerció unos años en un gabinete de comunicación en Barcelona y marchó
a África, adonde llegó contratado por la oficina de la Agencia Efe de
Johannesburgo. Después de tres meses costeándose todo, y cuando ya estaba
preparado para cubrir las elecciones en Nigeria, con los últimos 600 euros
decidió volver.
"Me fui de África decidido a no volver a hacer nada de periodismo. Creía
que tenía vocación, pero lo que me gustaba era viajar y me di cuenta
de que se podía viajar de otra manera", comenta. Dicho y hecho. Durante
más de un año, vivieron en Grecia con su mujer, trabajando en una empresa
de windsurf, o en Martinica, unas islas de ultramar de Francia. Después
de aquello, volvieron a Castejón de Sos. "Me di cuenta de que mi padre
estaba peor de lo que pensábamos, de que no podía quedarse solo -mi madre
falleció cuando éramos pequeños- y de que estaba triste. Tengo dos
hermanos más, pero entonces tampoco estaban", comenta.
Fue entonces, en 2005, cuando empezó en BigMat Ochoa y tras el fallecimiento
de su padre, en 2008, se plantearon quedarse. Raquel, oriunda de Zaragoza
pero que había pasado los veranos de su infancia en Castejón, y que siempre
soñó con instalarse allí si tenían hijos, decidió trasladarse
desde Barcelona, donde trabajaba. Ahora, es la conserje del instituto de Castejón.
"Me di cuenta de que tenía un pequeño tesoro porque estaba donde yo
quería, con un trabajo fijo, bien remunerado y una familia. Y lo tengo".
APUESTA EMPRESARIAL POR EL MEDIO RURAL
El almacén" de BigMat Ochoa de Villanova, que funciona también
como la "ferretería del valle", explica el director y miembro de la
familia propietaria de la empresa, Joaquín Barrabés, se abrió
para dar respuesta a la demanda, que atendían desde su sede de Monzón.
La familia hunde sus raíces en el valle, ya que su apellido procede de
Espés, aunque la empresa se llama Ochoa porque la fundó el hermano de
su bisabuela, en 1920 en Monzón. Continuó su abuelo, que también
era constructor, y traía materiales con su hermano, siguió su padre; y,
en los 80, tomaron el relevo sus dos hermanos y él con el nombre de Saneamientos
Ochoa, con el que fueron socios fundadores del grupo BigMat en 1998.
Con la llegada de la crisis, la empresa apostó por el medio rural con una
expansión por la provincia. Aunque pueda resultar sorprendente, abrir establecimientos
por el territorio les permitió crecer, indica Joaquín Barrabés.
Hoy, tienen tiendas en Huesca, Barbastro, Jaca, Binéfar, además de la
sede de Monzón y la de Villanova. También tienen otro almacén
en Balaguer y desde el 1 de julio han abierto en Reus, con lo que han conseguido
un ritmo de facturación de entre 21 y 22 millones al año. Suman 115
empleados.
Es solo un caso de una empresa que ha apostado por el medio rural y ha conseguido
asentar familias. La de José Ángel es solo una de ellas. "Soy
el único de aquí, pero este trabajo ha ayudado a que otras cuatro familias
se queden", señala. Uno de sus compañeros, procedente de Lérida,
vive allí con su mujer, que ha conseguido trabajo en la zona, y su hija. Además,
trabaja otra chica que tiene gemelos, otro que se jubilará en pocos años
y, el último en llegar, es un veinteañero de Madrid que quiere quedarse.
¡Ojo!, que tampoco es fácil encontrar trabajadores que se asienten,
siempre hay mucha gente de paso. Joaquín Barrabés lo notó mucho antes
de la crisis, aunque ahora la plantilla ya es más estable. "Este
trabajo es una oportunidad porque, a no ser que lo hagas muy mal, no te van a echar.
Pero lo difícil es que la gente se quede, porque aquí la vida es dura.
Y noviembre es un mes tremendo, se hace de noche enseguida, hace frío pero
no hay nieve, los comercios están cerrados...", apunta Nerín.
Lo que lamenta es que sus hijos se van a perder la relación que tuvo con
las vacas, adonde iba con el pijama a dar de tetar a los terneros antes de ir
al colegio. La ganadería la sacaron en 1997, porque no era rentable. "Tuve
la opción de tener ese modo de vida en el que estás todo el día trabajando,
pero sin presión. Solo que las cuentas no salían. Pero no me hubiera
importado", indica. José Ángel disfruta ahora de picar el huerto como
su abuelo y su padre. Y "fa casa", porque ya ha comprado algo más de
tierra, aunque tiene el patrimonio arrendado, en ese afán por seguir la
tradición de: "coge la casa y deja a tus hijos algo más".
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