ELENA PUÉRTOLAS 28/12/2019
HUESCA.- Cuando Ramón Quintas, ahora vecino de Riglos y médico
en Ayerbe, comenzó su carrera profesional, el médico rural no era un itinerante
que llegaba a pasar consulta, sino el que vivía en la casa del médico
y estaba disponible las 24 horas, tenía que dejar avisos en la puerta si
se ausentaba por un breve periodo y el contestador automático de cinta activado;
o con el facultativo del pueblo de al lado se cubrían si tenían que viajar
un fin de semana.
"Todo eso ha cambiado para bien, porque la asistencia sanitaria ha mejorado
mucho", dice, y no lo hace pensando en sus condiciones laborales sino en la
calidad de la sanidad. "Antes la medicina era asistencia pura y dura. Cuando
alguien se ponía enfermo, se le hacía el diagnóstico y se le daba
un tratamiento, mientras que ahora se enfoca a la prevención de la salud,
para que el número de enfermedades disminuya, lo que da mucho volumen de trabajo",
explica.
"Ahora, con la España vaciada, ha habido un descenso de población
rural y la asistencia es menor porque hay menos habitantes, pero la dispersión
sigue siendo la misma, por lo que hay que cubrir el territorio", destaca este
médico, que es uno de los que pone rostro a la campaña
lanzada por el Colegio Oficial de Médicos de Huesca, que bajo el lema
"Yo me quedo", quiere atraer profesionales al medio rural.
Ramón Quintas ha recorrido 21 centros de salud, desde Canfranc hasta
Fraga, en sus 38 años de carrera profesional, que habría que multiplicar
por los equis pueblos que se atienden desde cada uno. Fue médico de aquel modelo
de antaño en Huerto, por ejemplo, justo cuando se creó el primer centro
de salud en Aragón, el de Grañén, por lo que recuerda que a la población
le costó asumir aquel cambio.
Ahora que ya está superado, a nadie le llama la atención tener que desplazarse
al centro de salud. Por ello, entiende que la población rural no tiene que
temer encontrarse lejos de un centro hospitalario, ya que la asistencia está
asegurada. "Fue una preocupación en tiempos, pero ahora está totalmente
cubierto", indica. Como ejemplo, cita un accidente de tráfico que atendió
recientemente como Médico de Atención Continuada (MAC) del Centro de Salud
de Ayerbe, ya que ellos son la primera asistencia que llega en escasos minutos
mientras se desplaza el vehículo del 061 desde Huesca. Desde este último,
avisaron al helicóptero para trasladar a la herida al Hospital Miguel Servet.
"Hace 30 o 40 años no había tantos medios, sería inviable, y
hoy está viva", resalta. "Es un sistema sanitario muy funcional.
La coordinación es brutal", resalta. Ahora trabaja de 15 horas a 8
de la mañana cuando tiene guardias y los fines de semana así como para
cubrir las ausencias de los médicos de familia titulares.
Sin embargo, no todos eligen ser médico rural. "La experiencia que tengo
de otros compañeros y de la gente más joven es que hay una tendencia
a elegir las plazas urbanas y, sobre todo, las hospitalarias. Esas vacantes
son las primeras que se cubren, y después las más próximas a las
ciudades. Es más difícil cubrir plazas, por ejemplo, en Hecho o Ansó",
afirma.
Ramón Quintas no cambia por nada el trabajo en el entorno rural. Quizá
uno de los problemas para que los jóvenes elijan estos destinos puede ser la
soledad, frente a otros entornos laborales donde se trabaja con más
compañeros. Pero, "como ya estoy muy trillado en la primera línea
de fuego, no me asusta", dice. De hecho, asegura que no iría a un centro
urbano. Además, destaca que en las nuevas baremaciones se premie el trabajo
en el medio rural con más puntos, ya que puede ser un "incentivo".
Es más, "cuando me jubile, me quedaré a vivir aquí",
asegura. Ramón es de Huesca y fue en la capital oscense donde cursó los
primeros tres años de Medicina para terminar la carrera en Zaragoza, ya que
no se impartían más. Comenzó con muchas sustituciones porque a principios
de los ochenta había mucho paro, después estuvo ocho años en Alcalá
de la Selva (Teruel) y se trasladó a la capital oscense donde se asentó
con su familia, aunque ha recorrido toda la provincia.
Fue hace cinco años cuando apostó por vivir en el medio rural y
encontró una casa en Riglos, pero fuera del casco, y ahí es donde quiere
vivir. "Me topé con esto y me encariñé, la finca, la casa, las
vistas...", describe, al abrigo de los mallos y con unas espectaculares vistas
a Peña Rueba y el mirador de los buitres. Entonces trabajaba en Sabiñánigo,
así que ahora es casualidad que desde hace siete u ocho meses esté en
el centro de Ayerbe, que es el que tiene más próximo. No obstante, vaya
adonde vaya, su apuesta es por seguir allí y por el medio rural.
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