Los oscenses obviaron el buen tiempo y las calles estuvieron vacías
HUESCA.- Los oscenses acataron ayer con notable disciplina la orden de confinarse
en sus hogares
incluida en el estado de alarma decretado el sábado por el Gobierno.
Aunque oficialmente, los límites a la circulación por la vía pública
no empezaban hasta hoy a las 8:00 horas, ya durante la jornada del domingo las
calles de Huesca estaban casi desiertas.
La nota discordante la pusieron la madrugada cuatro bares de ocio nocturno y
un establecimiento de comida rápida, que incumplieron la orden del estado
de alarma y seguían abiertos pese a la orden de cierre.
Según confirmó la Policía Nacional y fuentes de la Policía Local,
ambos cuerpos intervinieron en los cinco casos para exigir el cierre inmediato
de los locales, lo que ocurrió sin más contratiempos "y con civismo".
No se pusieron denuncias porque "en las primeras horas -de confinamiento-
se pide a las personas que sigan las instrucciones y que vuelvan al domicilio",
apuntó la Policía. El mismo proceder se llevó a cabo con los
ciudadanos que el domingo no habían hecho caso de las órdenes de aislamiento.
A diferencia de lo ocurrido en estas primeras horas de aislamiento, la Policía
sí sancionará a quienes incumplan la orden ahora. Esta mayor laxitud
en los primeros momentos se saldó con advertencias verbales, que eran obedecidas
"inmediatamente", y que ambos cuerpos policiales atribuyeron al "desconocimiento"
inicial o a una "mala interpretación" de las medidas de emergencia.
Policía Local y Nacional patrullan desde ayer la ciudad para hacer cumplir
la orden de confinamiento domiciliario y, conforme pasaban las horas del domingo,
se hacía más evidente que el seguimiento de esta medida era prácticamente
total, según afirmaron las fuentes citadas.
Ambos cuerpos van a mantener reuniones diarias de coordinación para el seguimiento
de las medidas, compartir las incidencias detectadas y estudiar si es necesario
tomar nuevas medidas.
MULTAS DE HASTA 600.000 EUROS Y PENAS DE CÁRCEL
La Policía Nacional recordó que el incumplimiento de las medidas de alarma
está penado con multas que alcanzan los 600.000 euros e incluso penas de
cárcel para los casos más graves.
Los actos menos graves, como retirar cintas o vallas, se sancionan con multas de
hasta 600 euros, la desobediencia a los agentes de la autoridad acarrea sanciones
de entre 601 y 30.000 euros, y las conductas u omisiones muy graves están
penadas con entre 60.001 y 600.000 euros de multa.
Los delitos de desobediencia o resistencia grave, por su parte, están castigados
con entre 3 meses y un año de cárcel.
LA POBLACIÓN CUMPLE EL AISLAMIENTO
La mañana del domingo, pese al tiempo primaveral que en otras circunstancias
habría sacado a todos los vecinos a la calle, fueron escasos los vecinos que
se aventuraron fuera de sus casas. Entre la poca gente que se veía caminando
por la ciudad, predominaban los que portaban bolsas de la compra o los que iban
paseando a su perro.
Casi todos iban solos, aunque se veía alguna pareja que otra y, aunque eran
muy pocos los casos, había quien se paraba a charlar casualmente con algún
conocido o a sentarse un instante en un banco.
Tampoco circulaban apenas vehículos por las calzadas y, de los pocos que
había, en la inmensa mayoría iba una sola persona.
Por los Cosos, la calma solo se veía interrumpida por algún bebé
animoso que salía al balcón a gritar, seguramente asombrado de que su
voz se impusiese en la habitualmente bulliciosa vía. O por un camión
del servicio de limpieza del Ayuntamiento, que lleva varios días desinfectando
los sitios donde pudiera transmitirse el Covid-19, como los bancos, los portales
de las casas o los contenedores de reciclaje.
De repente aparece un coche patrulla que pide por megafonía la colaboración
de la población y que no salga de casa "sin una causa justificada".
"Nos encontramos ante una situación de emergencia sanitaria grave que nos
afecta a todos", advierte.
El silencio en el Tubo era casi sepulcral. Lo mismo que en el parque Miguel Servet,
donde la soleada mañana solo era aprovechada por algún que otro dueño
de una mascota que la llevaba a hacer sus necesidades.
También fueron pocos incluso los que salían a sus balcones para tomar
el aire y aliviar el encierro hogareño.
En los Porches de Galicia el kiosco de prensa permanecía abierto al mediodía.
Tras los montones de periódicos, Luis Valero no podía disimular su disgusto
por las pocas ventas del que es su día fuerte de la semana: "Llevamos
toda la semana regular y hoy ha sido un desastre. Han venido menos de la mitad de
lo habitual"
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