Joaquín Callabed 21/03/2020
Cuando mi buen amigo y distinguido colega Dr. José María Simón Castellví
me sugirió que escribiera sobre "Coronavirus COVID 19 y el niño"
pensé que poco podía añadir a la avalancha informativa que
recibimos.
Reflexionando un poco recordé una frase del maestro Léon Kreisler en París
que nunca olvidaré: "Niño, pediatra y familia deben ser tres ruedas
que giren sincrónicamente".
Tomando como eje esta bella y sabia frase me permito dar unas breves pinceladas
sobre este tema que tanto nos preocupa.
El niño: no es recomendable que los niños recluidos en casa sean cuidados
por adultos vulnerables como abuelos o personas de riesgo con patología cardiaca,
respiratoria crónica o enfermedades que cursan con inmunidad disminuida.
La comunidad y la escuela deberían disponer de voluntarios para cuando la familia
no puede hacerse cargo de sus hijos. La escuela debería conectar con todas
las familias y conocer sus necesidades. Esto sucede en Suiza, cantón alemán,
y afecta positivamente a mis cinco nietos.
La escuela debe proporcionar trabajos escolares durante la reclusión domiciliaria,
complementados por los padres. Una buena ocasión de estrechar lazos. El pediatra:
debe actuar con profesionalidad, respeto y prudencia. Puede informar que el 80%
de los casos de COVID-19 es leve y en la infancia muy leve o asintomático aunque
afecta a gran escala y por ello se ha decretado el cierre de escuelas.
Todo niño necesita una atención personalizada y no es un número estadístico
sino sujeto-persona con derechos.
"No existe acto humano más digno que cuidar la salud de los niños",
dijo Pierre Royer
La familia: puede aprovechar la ocasión para continuar las medidas de higiene
que seguramente habrá indicado la escuela: cubrir la boca con la flexura de
codo al toser o estornudar, lavado de manos al llegar de la escuela, antes de comer
y después de acudir al baño, no tocarse ojos, nariz ni boca,usar pañuelos
de papel y tirarlos. Es una vacuna informativa para toda la vida.
Es una buena ocasión para la unión familiar así como para recordar
el emblema de la querida Universidad de París ahora referido a la familia"Fluctuat
nec mergitur" (fluctúa pero no se hunde).
Gracias, Profesor Léon Kreisler. Inolvidable Maestro.
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