ANTONIO LASHERAS 23/03/2020
Posiblemente los que sean o seamos capaces de vencer al coronavirus maldito, nos
encontraremos un futuro de país diferente al que hemos vivido ficticiamente
en la España actual.
Una España de calle nos ha llevado a concebir la casa como una cárcel,
quizás sea porque nuestras vidas han sido escaparate de los espacios comunes.
En estos días de quietud, intento hacer un análisis profundo y sereno
de la actualidad.
En primer lugar una enfermedad nueva que nos coge sin antídoto adecuado para
combatirla.
En segundo lugar, nos deja al descubierto de la pequeñez del ser humano, un
virus microscópico deja al mundo patas arriba y sin repuesta inmediata, dejando
a los grandes hombres de cartón en la máxima pequeñez que la naturaleza
les dicta y les marca para que aprendamos todos.
En tercer lugar, alabar los aplausos de toda España dirigidos al personal sanitario
que dan lo mejor de sí mismos, ofreciendo curación y esperanza a los oprimidos
por la enfermedad.
En cuarto lugar dejar meridianamente clara la situación económica de España
y de muchas familias de nuestro país.
Nuestro país, está muy endeudado. En situaciones normales la deuda nos
pesa como una losa de miles de toneladas para pagar intereses multimillonarios.
Pero nos ha tenido que llegar una enfermedad para que sea el detonante de la cruda
realidad.
Lo mismo ocurre en miles de familias, que viven al día rapado. Pero en su planing
nunca ha existido un pequeño ahorro, había prioridades que no podían
faltar, la playa, la nieve. Las cenas de fin de semana, viajes culturales, viajes
de ocio y escapadas mil.
Todo esto es muy bonito y respetable, pero como dice el refrán "el que
no ahorra cuando tiene, no gasta cuando lo necesita".
El futuro de España es un futuro incierto. Hoy 16 de marzo no sabemos a dónde
llegará la pandemia, ni cuantos cadáveres dejará en el camino. A
día de hoy las personas contagiadas en Aragón ascienden al 0.025 %, no
es alarmante pero no hay que bajar la guardia.
La salud y el dinero es lo que más entristece y acojona a los humanos.
Me viene al recuerdo la vida de mis padres en la posguerra. Cinco hijos, producciones
escasas, economía de subsistencia, sin paro y sin crédito alguno, tuvieron
que hacer frente a la cruda realidad de ese momento. ¡Como prioridad única,
comer para vivir! El gobierno de hoy cada día nos ofrece nuevas medidas paliativas
para aliviar la situación, Inyectar dinero al sistema productivo y de consumo
para que la rueda frenética no pare, y si es posible a más velocidad.
Sería de agradecer que la sociedad nos hagamos ciertas preguntas: ¿Cuál
fue el contagio cero, en el mundo y por qué ¿Nuestra forma de vivir y
de actuar tiene algo que ver con la pandemia ¿Conseguiremos la normalidad real,
por el camino de mas gastar o de mas ahorrar Tiempo tenemos para pensar.
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