JUAN CARLOS PASCUAL NAVARRO 23/03/2020
Hace casi un mes, cuando empezó el problema de las infecciones por coronavirus
Covid-19, sin pretender ser un "profeta", le expliqué a muchos de mis
amigos y conocidos lo que pensaba que podría llegar a suceder, y visto está
que no andaba desencaminado.
Esta misma reflexión empecé a escribirla entonces, pero al final desistí
pensando que algunas personas podrían acusarme de meterme donde no debía.
Y por ello decidí romper esta carta que ahora he vuelto a redactar.
Cuando oía en televisión que se trataba de un virus "desconocido",
"nuevo", pese a ser de la familia de los coronavirus, me hacia principalmente
dos preguntas, para mí, FUNDAMENTALES: 1. ¿Qué periodo de incubación
tiene este virus? 2. ¿Desde qué día, desde que está infectada
una persona, puede contagiar el coronavirus a otra persona?
Preguntas que nadie sabía responder, ni parecía interesar a los políticos,
ni a los estamentos médicos encargados de prevenir estas situaciones, y custodiar
nuestra salud pública. Los responsables de velar por la salud de nuestra sociedad.
Quienes creo que deberían de asumir alguna responsabilidad, bien a nivel nacional
o internacional, por tratarse de un problema global.
Respecto de la primera pregunta, si no sabemos si el periodo de incubación
es de 2 días o de 15 días, el problema se agrava, pues no sabemos durante
qué días una persona infectada puede contagiar a otras personas. Máxime
en este mundo tan globalizado, en el que no paramos de movernos y de entrar en continuo
contacto unos con otros. Véase por ejemplo los viajes en autobuses, aviones,
trenes, etc.
La segunda pregunta es igualmente crucial, pues si una persona ya pudiese contagiar
desde el primer día en que está infectada, cuanto más largo fuese
el periodo de incubación, más tiempo tendría para ir infectando a
todas las personas con las que entrase en un contacto estrecho.
Pese a ello, nadie entró a debatir sobre estas cuestiones fundamentales, o
al menos yo no lo vi en ninguno de los medios de comunicación, por lo que entiendo
que de hacerse no se hizo con la intensidad e importancia que tenía. Quizás
si la comunidad científica se hubiese centrado desde el primer contagio en
resolver estas cuestiones, ahora tendríamos una información esencial para
evitar este problema de salud pública que tenemos en muchísimos países.
Por otro lado, cuando empecé a oír las cosas de cómo se iba extendiendo
el virus en los distintitos países, los afectados, los curados, los fallecidos,
y ya se vio que no era el famoso "ébola", al que tanto terror tuvimos
por su letalidad, y por el bombo que en su momento se le dio, pensé que quizás
en esta ocasión no pecaríamos de tanta sobreinformación como en aquel
momento.
Pero pese a no ser el famoso ébola, llevamos todo el día oyendo a todas
horas, casi a cada minuto, los nuevos casos, los muertos, los ingresados, … Y enviando
incontables noticias falsas por WhatsApp y el resto de redes sociales, recomendaciones
carentes de cualquier tipo de lógica.
La información es ESENCIAL, pero la SOBREINFORMACIÓN puede ser más
perjudicial y contagiosa que el propio virus. Incluso la Organización Mundial
de la Salud habla ya de "INFODEMIA", la pandemia de la "infoxicación",
como enfermedad real generada por un exceso de información, que estamos transformando
en una pandemia mundial.
No es de extrañar este exceso perjudicial de información, pues visto está
que no hacemos caso a la Organización Mundial de la Salud, tan siquiera cuando
nos indica que NO recomienda el uso de mascarillas, ni de guantes, a las personas
asintomáticas, y pese a ello, vemos todos los días personas con mascarilla
por la calle. Personas que muy probablemente no saben ponérselas adecuadamente,
ni usarlas, ni quitárselas como corresponde, ampliando los riesgos de contagio
al llevarlas, y desabasteciendo al personal del sistema sanitario de salud y a los
afectados por la enfermedad, que son quienes sí deben llevarlas.
Siempre he pensado que, si esta información recurrente se diera en las epidemias
gripales estacionales de España, y consiguiéramos con ello que la población
siguiera las pautas de higiene de manos, la conciencia para no transmitir el virus
cuando se tienen síntomas, y SOBRE TODO, consiguiéramos que se vacunase
la totalidad de la población de riesgo, ya que actualmente se vacuna escasamente
la mitad de ella, salvaríamos la vida a varios miles de personas cada año,
y otras muchas no necesitarían ingresos hospitalarios, muchos en UCI - Unidad
de Cuidados Intensivos.
Debemos tener en cuenta que sólo en España podemos llegar a tener, en
los cinco o seis meses que dura la epidemia de la gripe, del orden de 500.000 afectados,
en años relativamente buenos como el último, hasta 2.500 personas que
requieren ingreso en la UCI, y más de 6.300 personas fallecidas. Pero la gente
no se vacuna, ni tan siquiera la población de riesgo, y eso que no podemos
olvidar que representan el 90% de los que fallecen a causa de la gripe.
Con todo esto es con lo que deben pelear mis colegas del Hospital San Jorge y de
los distintos Centros de Salud de la provincia, a quienes quiero mandar un aplauso
y mostrar toda mi admiración por todo lo que están haciendo por todos
nosotros, en estos días, y todos los días del año.
JUAN CARLOS PASCUAL NAVARRO
Médico pediatra jubilado
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