Violeta Uriel es enfermera de triaje en Urgencias del San Jorge y su pareja, Toñín Laguarta, explica cómo vive la situación durante estos días de emergencia sanitaria por el coronavirus
HUESCA.- "Un poco de miedo y mucho orgullo". Estas dos son las sensaciones
que tiene Toñín Laguarta cada vez que su mujer, enfermera de triaje
en urgencias, cierra la puerta de casa y se va al Hospital San Jorge. Esa mezcla
de sentimientos es la que tienen en muchas otras familias de médicos, enfermeros
o cualquier otra persona que trabaje en un centro sanitario.
La pareja de Toñín se llama Violeta Uriel y es enfermera de triaje, es
decir, "es la primera trabajadora que tiene contacto con las personas que
van al hospital". Dicho de otra manera, "está en la primera línea
de la primera línea".
Mientras Toñín ha tenido que decir hasta luego a su trabajo en una
clínica de fisioterapia hasta
que pase el estado de alarma -exceptuando consejos y respuestas por vídeo
o llamada a algunos clientes-, su mujer, como el resto de personal sanitario,
tiene mucho más trabajo y, además, de mayor riesgo.
"Cuando se va ahora al trabajo no es lo mismo que antes. Antes era la rutina
y ahora, cuando cierra la puerta, se va a enfrentar la crisis" sanitaria, relata
Toñín, que admite haber sufrido "bastante" el primer día
que Violeta fue al trabajo tras decretarse el confinamiento. "Nos mandamos
bastantes wasaps para estar más tranquilos".
La precaución, el recelo o ese "poco de miedo" de Toñín se
combina con el orgullo que siente por su pareja: "Es mi heroína particular.
A través de ella vemos en primera persona lo que pasa en la televisión,
la crisis sanitaria. Y ella y todas sus compañeras cumplen con su profesión
más que nunca. Es un orgullo que tu mujer tenga esa valentía. Me pongo
en su piel y yo no sé si sería capaz".
"Todo el gremio del Hospital, desde los celadores hasta los médicos o las
señoras de limpieza, están muy concienciados", afirma Toñín
sobre el desempeño de los profesionales sanitarios y relacionados durante esta
crisis sanitaria.
La alarma sanitaria y las precauciones se extienden a medidas adicionales en casa
de Violeta y Toñín, que tienen dos hijos en común: el mayor, Nicolás,
de 3 años, y el pequeño, Antonio, de uno. "Estamos muy concienciados
y tomamos muchas medidas, como meter la ropa directamente a la lavadora, ducharnos
o tener un calzado para salir a la calle. Cuantas menos posibilidades tenga ella
de coger el coronavirus aquí (en casa), mejor porque ya tiene bastantes",
resume su marido, que apunta que su pareja se queda "cara a cara con los pacientes,
que pueden tener coronavirus, en una sala de 10 metros cuadrados y les tiene
que hacer el frotis", con el consiguiente riesgo de contagio.
Con Violeta trabajando en estas circunstancias, Toñín se ha quedado
al cargo casi al 100 % de la casa, incluidos los dos pequeños que van a
estar por lo menos tres semanas más con el colegio cerrado. "Al principio
teníamos miedo de cómo lo iban a llevar, pero se portan superbien y desde
el Colegio El Parque mandan pautas y cada día se van acostumbrando más
y estamos más rato con los trabajos. Hoy (por el viernes), hemos estado
toda la mañana" haciendo las cosas del cole, "con bata y todo".
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