"Sanidad excelente, de las mejores del mundo, buena gente por encima de todo y sentimiento solidario. Todo esto lo teníamos y no valorábamos"
MANUEL CAMPO VIDAL 30/03/2020
Este país nuestro con la autoestima tan baja -creemos que todo lo de fuera
es mejor, hasta que viajando descubrimos que no es así- se salvará por
su buena gente de los estragos peores de esta crisis. No seamos tacaños en
ese reconocimiento y mostremos orgullo de ello. Sin complejos. Hay pruebas de sobra.
La lista de héroes la encabezan los profesionales sanitarios, "soldados
de primera línea en esta tercera guerra mundial". Hay también soldados
profesionales de la milicia y bomberos que desinfectan residencias de ancianos tipo
"aparcaderos" de personas, no siempre en condiciones aceptables. Agricultores
y ganaderos que siguen, por fortuna, trabajando; transportistas, elaboradores de
alimentos y empleados de supermercados. Menos mal que la cadena de suministros está
garantizada y que hay personal que se expone para que no falte nada esencial. Hay
policías que deben lidiar con los desaprensivos que violan las normas; farmacéuticos,
repartidores, basureros, taxistas, empleados de transportes públicos... Y qué
decir de los trabajadores de los servicios funerarios colapsados.
En el bosque de noticias diarias sobre el impacto del coronavirus, hay algunas que
golpean especialmente porque disparan la imaginación más macabra. Como
la que advertía del hallazgo de algunos cadáveres en residencias de tercera
edad; o la utilización del Palacio de hielo de Madrid como morgue, por saturación
de tanatorios y hospitales. ¿Cómo se mide eso? Pues, por ejemplo, porque
amigos en distintos países americanos, tan atentos a España siempre pero
ahora más para saber qué les espera, cada vez que salta una noticia así
envían un nuevo mensaje de solidaridad. Es una crisis inimaginable hace solo
un mes, salpicada con noticias insólitas e impactantes, que dibujan una imagen
distinta del país y de nosotros mismos. Lo nunca visto por las generaciones
actuales.
Una catástrofe así sólo es posible vencerla con la colaboración
de toda la buena gente. Y hay muestras diarias de ello. Taxistas que llevan a sanitarios
gratuitamente; carteles en la escalera ofreciéndose estudiantes a entretener
niños y a acompañar a ancianos; creadores que publican sus trabajos en
abierto; gente en casa que elabora mascarillas con cualquier cosa; personas anónimas,
no retratadas en prensa, que protagonizan millares de buenas obras cada día,
por colaborar.
Entre las preocupaciones del Gobierno, además del frente sanitario, el principal,
está el gran contingente de empleados que se quedan fuera del sistema de protección
de salario. Los que se sabe y los que no constan. En trabajos de economía sumergida,
no hay control. Preocupa mucho porque, en esos hogares, la frustración general
puede dar paso a la desesperación. En la Italia del sur, de economía sumergida
y estructuras mafiosas, el servicio secreto ha advertido de un "peligro de rebelión"
al primer ministro, Conte, según filtra "Il Mattino". Atentos.
¿Qué tiene España? "Sol, playas, alegría, seguridad y buena
comida", se decía antes. Ahora, quizás la respuesta altere el orden
de descripción de los valores. Algo así: "Sanidad excelente, de las
mejores del mundo; buena gente, por encima de todo; y sentimiento solidario".
Todo eso ya lo teníamos -o no seríamos el país con más trasplantes
de órganos, en donación de sangre y voluntarios- pero no sabíamos
valorarlo. Más autoestima. Merecida.
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