Diego Ipas, de 24 años, se queda en Ansó con sus ovejas
Elena Puértolas 05/09/2020
Diego Ipas, de 24 años, se muestra esperanzado con el futuro de Ansó.
Igual que su hermano Víctor, de 26 años, se ha incorporado con ovejas
al sector de la ganadería, y lo combinan con el turismo rural. No son los únicos.
Ahora, dos de su grupo de amigos, vinculados al pueblo, pero que siempre han vivido
en Zaragoza, también van a desarrollar allí sus proyectos. Uno ya se ha
montado una explotación de vacas y otro ultima un proyecto relacionado con
la electricidad.
"No hay que pensar en qué posibilidades laborales te ofrece el pueblo,
sino en qué ofreces tú al pueblo", resalta Diego Ipas. "Tiene
que llegar gente con ideas y pensar en completar la oferta de lo que hay. No es
fácil, pero no es imposible", comenta. Además, anima a los jóvenes
a emprender en un lugar en el que se muestra convencido de que "es más
fácil independizarse que en una ciudad, siempre que se tengan las cosas claras
y un trabajo autónomo", resalta.
Eso sí, hay que adaptarse, porque pone el ejemplo de que quizá no puedas
encontrar el principio una gran casa con jardín y tengas que empezar en un
piso. "Pero si se cumple lo que han prometido -en alusión al proyecto
de "Vivienda trampolín" de alquiler municipal de pisos para cinco
años-, habrá vivienda bien de precio para asentarte y con una renovación,
porque hasta ahora podía quedarse alguien toda la vida. Y mientras, puedes
ver si te gusta el pueblo".
Diego Ipas se formó en la Escuela de Hostelería San Lorenzo de Huesca,
donde adquirió conocimientos que aplica en el negocio de turismo rural. "Estuve
cinco años en la ciudad, me vine al pueblo porque teníamos mucho trabajo,
lo vi una buena opción y decidí quedarme porque siempre me habían
gustado las ovejas. Ya llevo cuatro años en Ansó, aunque yo era de los
que venía mucho a pesar de que me gustaba estar en la ciudad", asegura.
Su padre se decidió a comprar ovejas hace 25 años por afición. Sin
embargo, fue su madre la que se dedicó profesionalmente a la ganadería.
Cuando falleció, su hermano Víctor tomó el relevo de la explotación
familiar y ahora, entre los dos, suman un millar de cabezas. "Ya se verá
cómo viene el futuro porque nunca se sabe, pero me gustaría quedarme",
afirma.
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