Los autores de la viral pieza sobre Messi dan bocanadas de aire a la supervivencia de una suerte suprema y pura de la historia de nuestro folclore
JAVIER GARCÍA ANTÓN 06/09/2020
HUESCA.- "Espero que pronto encuentren/la vacuna del covid espero que pronto
encuentren/aunque creo que los del Barça/si es de Bayer no la quieren/la
vacuna del covid".
"Y me han llegado rumores/dicen que se marcha Messi/ y me han llegado rumores/que
lo va a fichar el Huesca/por no cambiar de colores".
Paradoja: un arte ancestral que alcanza la viralidad a través de todos los
medios ultratecnológicos de la posvanguardia. La provocación y la réplica.
Un picadillo de ronda. En Buera, uno de los pocos pueblos que se han atrevido
a programar tal suerte en este agosto aciago, ensombrecido por el virus y limitado
por la prevención.
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En el más puro, y si acaso comprometido en su continuidad por la falta de relevo,
estilo de los grandes rondadores, que en 2020 responden a los nombres de Paco
Lasierra, el Chato, y Javier Badules. El de Pallaruelo de Monegros, la correa
de transmisión directa de los grandes Vicente Cambra y Joaquín Campodarve.
El de San Lorenzo del Flumen, una bendición que irrumpió cuando Campodarve
empezaba a dar el paso a un lado.
Paco y Javier, Javier y Paco, pertenecen a dos generaciones que han fusionado
para perpetuar y ensalzar una suerte que ha marcado la fiesta y la cultura del medio
rural desde hace siglos, pero que hoy languidece, quién sabe sin remisión.
Un gran amigo común, Antonio Torres, tan añorado como recordado en su
magnitud humana y creativa, aseguraba que eran la postrera esperanza de una expresión,
de un arte que reclama mucho talento y entrega: el arte de la ronda firmado por
dos ingeniosos hidalgos de los Monegros.
RESPIRAN LOS MISMOS AIRES
A Paco y Javier les unen pasiones y oficios. Vecinos de comarca, agricultores,
El Chato vivió la fundación de Aires Monegrinos, a la que se incorporaría
apenas desde que tuvo uso de razón Javier. Comparten el amor por la tierra
y las amistades del grupo que ahora dirige el joven, incluso las lágrimas derramadas
por los que, tras entregar el legado que elevaron, se desplazaron a predios celestiales.
"Empecé cuando Joaquín Campodarve le dijo a José Antonio Villellas
que fuera a Lalueza y que, si quería, le acompañara Paco que le habían
dicho que ronda. Y yo sólo había hecho la ronda en Radiquero y Buera,
con el gran Vicente Cambra. Eso hace cuarenta años. Me fueron empujando poco
a poco. Con Cambra fui poco. Era un gran estilista que tenía la voz preciosa,
pero en imaginación Campodarve es cosa aparte. Me dijo: Tú no te fijes
en florecicas ni en bellezas y, cuando no tengas otro recurso, dilo que queda bien,
pero tú los detalles que veas".
De memoria prodigiosa, Paco Lasierra recuerda la copla que le cantó
a Ángeles Martín en unos Altoaragoneses del Año: "Es el más
leído en Huesca/el Diario del Altoaragón/ y eres tú Ángeles
Martín/ de nuestra cena el bombón". La presentadora quedó prendada
de la imaginación del jotero de Pallaruelo de Monegros.
Paco Lasierra se quedó, cuando Joaquín Campodarve cerró su prolija
etapa rondadora, en una soledad que le acompañó durante un año de
una gran sobrecarga. Hace diecisiete temporadas. Una más tarde, en Abiego,
Javier Badules le dijo que "igual probaba. Él estaba en el cambio de
voz, pero todo resultó fenomenal, porque tiene una inteligencia tan grande…
Él toca y canta, todo lo hace bien".
El Chato ha completado más de 1.200 rondas en 40 años. Estima que
en el buen rondador han de concurrir "ser poeta y la costumbre. Hay que rimar
dos palabras. Cuando salió lo de Messi, dije: rumores y colores. Y luego salen
las palabras. Y el ritmo. La poetisa Teresa Ramón me decía que tenía
la virtud de cuadrar las sílabas, que eso es lo importante".
Una ronda representa un esfuerzo importante, dependiendo de la diversidad
de la demanda. En Alquézar, por ejemplo, dura de 14 a 21:45 horas, y en muchos
casos se escucha paralelamente el sonido de las charangas. Y en Graus es de 7 u
8 horas. "Es preciosa, por la noche.
Paco Lasierra considera la ronda un arte. "La jota nació en el pueblo
y en el campo. En el escenario eres un artista, pero en el pueblo, rondando,
respiras la vida del pueblo. Llevo cuarenta años y te abren el corazón.
Cuando ves una puerta cerrada, ya sabes que algo que no es bueno ha ocurrido. Al
año siguiente está abierta y te piden que recuerdes a quien ya no está.
Y hay mucha emoción. Otra cuestión es la ronda de mozas, que es siempre
alegre".
El Chato de Pallaruelo no ve fácil el relevo para proyectar en el futuro
la ronda. "Hay un chaval de Fraga, Iván Sampietro, que apunta bien,
pero ya veremos". A él, en realidad, le "empujaron" y ha disfrutado
de un medio, el de Aires Monegrinos, con el que ha recorrido medio mundo. Más
de cuarenta años, muchos recuerdos y los que le quedan por construir.
LA BELLEZA DE LO EFÍMERO
Entre Luis Badules, progenitor de Javier, y Paco Lasierra media una edad de un
día. Por eso Javier considera al de Pallaruelo un "segundo padre".
Director de Aires Monegrinos en la actualidad, rememora una expresión de uno
de sus maestros, Antonio Torres: "Los grupos folclóricos tienen que estar
mandados por gente mayor pero impulsados por los de veinte años". Esa dualidad
impera en las secciones de Canto, Rondalla y Baile (ésta con Elenco), en las
que concurren 60 alumnos. La agrupación responde a su nombre y tiene una gran
implantación monegrina.
Esa vocación territorial se traslada a las rondas. Javier es un gran
estudioso del folclore y la cultura aragonesa, y ha impartido conferencias fruto
de esa erudición. Enumera míticos practicantes de esta modalidad como
Périz de Santalecina o Brota, y recuerda que luego llegaron las parejas: Cambra
como Campodarve, Cambra con el Chato, Campodarve con el Chato y, después de
haber compartido con ellos a través de los instrumentos, el Chato y el propio
Javier Badules.
Entre ambos se complementan, se exigen e incluso en cierta medida, en el mejor
sentido, compiten. Nada preconcebido salvo el orden natural, comenzando por
los mayores, luego los matrimonios y finalmente los jóvenes, salvo que sea
ronda de mozas. Incluso, las ha habido de dos días, como en Broto, uno por
las casas y otro de mozas.
La conversación está salpicada de alusiones a grandes de todos los tiempos,
como Lereta, Seral, Bareche… Desde los orígenes de la rondalla en Zaragoza,
defiende el papel de la ronda "como alma de la fiesta en lo que ahora se llama
la España Vaciada". En las Veladetas del Vero, Javier Badules dedicó
una jota a Paco Lasierra: "Las rondas del Somontano/ las que a vino viejo saben/
con el regusto de Cambra/ del Chato y de Campodarve". De hecho, les sabe
a "gloria el vino viejo, el ir de casa en casa, mantenerlas abiertas… Vemos
pasar la vida por un pueblo".
Coincide el de San Lorenzo en significar la ronda de Graus "como la más
ceremoniosa, con los repatanes, las danzantas, las capillas, por la noche. Paco
me decía que Vicente Cambra la definía como la más bonita. Y allí
somos poco más que los Rolling Stones. Pero todas tienen algo especial, unas
porque se siguen haciendo y otras porque las mantienen contra viento y marea, en
muchos casos con gente que vive en Cataluña y hacen de la ronda el día
más importante de las fiestas de verano. A esos pueblos les tenemos un cariño
especial".
A lo largo de los 16 años de rondador, Javier Badules tiene interiorizadas
una especie de "Crónicas del pueblo" de cada uno de los que ha
recorrido con El Chato. Televisivo en Aragón TV, hace muchos años que
superó cualquier síndrome "de la ronda en blanco". "Pero nunca
sabes lo que va a salir. Por ejemplo con esto tan viral de Messi. En la televisión,
nos tenían miedo por el directo, pero les decíamos que estuvieran tranquilos:
que lo que fueran diciendo en la tertulia lo iríamos cantando".
Badules admira la inspiración en coplas que van desde la autoría de
Machado a la de Pepe Verón, Miguel Ángel Yuste o Pablo Gracia. Pero
la ronda aloja un concepto que es "la belleza de lo efímero. Duran lo que
duran. Son ocurrencias que han de ensamblar con el momento, es el valor de la inmediatez".
Estima que, para ser rondador, las principales virtudes han de ser "el ingenio,
la agilidad mental y una voz capaz de expresar, con una buena dicción.
Hace falta imaginación, arrojo. También hay un punto de herencia. Y de
ánimo, porque hay que emplearse igual el 2 de septiembre, que es nuestro epicentro,
San Antolín, que el 6 de diciembre. Y el humor, que hace falta en la vida,
no sólo en la jota. Lo primero, para reírnos de nosotros mismos, que es
algo que hacemos mucho y con lo que enganchamos a los asistentes".
Hay, además, un respeto reverencial al lenguaje. "Jugamos con las
palabras. Dejamos que la inspiración fluya hasta completar la chanza, con ritmo,
provocándonos. Transmitimos complicidad. Yo me meto con el Chato y él
conmigo, sea por nuestras características físicas, sea porque él
es del Barcelona y yo suelto el picadillo.
Defiende Javier Badules la imponente cultura de los rondadores de siempre. "Por
supuesto que seguimos la tradición oral y, además, somos creativos.
Pero El Chato tiene una cultura vastísima y ha recopilado una barbaridad de
material en torno a la jota. Y Joaquín Campodarve ha rescatado tradiciones
que en su jubilación ha pasado a máquina".
Si tiene que definir a su alter ego con el que propician la milagrosa supervivencia
de la ronda, duda poco: "El Chato tiene una voz fina y afinada, es muy buena
persona y muy buen compañero. Destila bondad y ayuda al compañero
al 140 %. Y tiene un ingenio increíble para las variaciones, además de
una gran sensibilidad hacia la cultura y hacia la belleza de la ronda y la jota.
Entre los dos nos cultivamos".
Dos genios andan sueltos, El Chato de Pallaruelo y Badules de San Lorenzo
del Flumen. Y, en oración laica, que la providencia nos los guarde muchos años
para solaz de quienes disfrutamos de su ingenio.
¡Ah! Y allá va la despedida. Tras las declaraciones de por la operación
Oikos (él es un gran aficionado del Huesca), wasap de Baduiles a este
firmante: "Nuestro buen nombre y honor/ han querido hacer migajas/ La verdad
verá la luz/ y será agua de borrajas".
COMPARTIR CON EL PUEBLO, COMER Y BEBER
Javier Badules define a Antonio Torres como "una escuela andante"
y recuerda los extenuantes daños colaterales de la gran misión de una
ronda, que no es otra que "compartir la fiesta con el pueblo". Tales efectos
son "que los rondadores engordamos una barbaridad porque, como dice el Chato,
si nos pusieran encima de una mesa todo lo que comemos y bebemos en una ronda,
no seríamos capaces de acabárnosla".
Por eso, con Torres, la rondalla y El Chato, trataban de convencer a los lugareños
de que la tradición no dictaba necesariamente que todo el agasajo fuera
a golpe de dulces. Al final, con sutileza y sabiduría, configuraban un
exquisito menú, suculento, eso sí. Todo por la grandeza de la gente
de los pueblos. Y todo por la causa: "A fuerza de comer y beber, plantamos
fuerte".
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