Educación: Mil niños de hasta tres años asisten a los 50 centros de la provincia. Cada año se abren más porque no existe una ratio mínima
Luka tiene un año y es uno de los cuatro niños que han estrenado este
curso la escuela infantil de Sodeto. En esta localidad monegrina, hay nueve menores
de hasta tres años, la cifra más alta en al menos 20 años. Sus padres
David Aldea y Nazaret Sánchez, que tienen además a Hugo (3 años),
son una de las parejas jóvenes que han apostado por quedarse en su pueblo.
Por ello, contar con una escuela infantil es "fundamental" para el futuro,
indica Sánchez. Resalta que hay muchas otras parejas que han decidido vivir
ahí y dos embarazadas. En Villanueva de Sijena, hay una que espera un bebé,
dice su alcalde Alfonso Salillas, que también ha estrenado recientemente un
centro al que acuden dos pequeños. "Para nosotros es muy importante porque
hay parejas jóvenes que se plantean quedarse en el pueblo o irse a una ciudad,
dependiendo de si hay escuela infantil o no", resalta.
En todo Monegros hay unos 200 niños repartidos en las 25 aulas abiertas en
quince pueblos que gestiona la Comarca. En total, mil niños acuden a las cerca
de 50 escuelas infantiles de hasta tres años existentes en la provincia, informa
la Diputación de Huesca. Y cada año aumentan, porque ahora ya no se exige
una ratio mínima para abrirlas, indican desde el Gobierno de Aragón, que
costea el profesorado mediante un convenio. Para ello, destina 13,6 millones de
euros para los 193 centros de toda la Comunidad, adonde asisten 5.500 niños.
Y es que el objetivo que se persigue es universalizar el primer ciclo y permitir
la soñada conciliación de la vida familiar y laboral, según informan
desde la Diputación Provincial de Huesca, que apoya a los ayuntamientos o comarcas
en el acondicionamiento de los espacios o compra de material, dentro del Plan de
Escuelas Infantiles que se puso en marcha en 2005. Además de las citadas de
nueva creación se han ampliado las de Lanaja y Broto y se han mejorado las
de Adahuesca, Ayerbe, Belver de Cinca, Lalueza y Peñalba.
Los cierres de las escuelas siempre se han visto como el fin de los pueblos. Aunque
ahora la mejora de las comunicaciones y la disponibilidad de vehículos hace
que el resultado no sea tan matemático ni tan dramático como en la etapa
del éxodo rural del pasado siglo, de lo que nadie tiene duda es que frente
a la despoblación hay que ofrecer servicios. De hecho, Miguel Noguero, el alcalde
de Bielsa, donde la escuela infantil se reabrió hace dos años –hubo un
impasse con una guardería gestionada por los padres-, asegura que "hay
familias que eligen asentarse en la localidad por servicios como la escuela infantil".
Se refiere a parejas que llegan a la zona y que, ante la opción de vivir en
un pueblo o en otro, se decantan por este. Ahora, acuden al centro unos 10 niños
que con los del colegio suman 50 en total. Con el apoyo de la Diputación Provincial,
Bielsa acabará de construir este año un nuevo edificio donde se ubicará
el centro infantil, la biblioteca y el comedor, otro de los servicios que Noguero
considera fundamentales. "La gente valora los servicios cuando no los tiene,
pero contribuyen mucho a que la gente apueste por vivir en el pueblo. Es un valor
añadido. Te dan autonomía".
En este mismo sentido se expresa Rosa Pons, exalcaldesa de Alberuela de Tubo-Sodeto
y madre de Nazaret Sánchez. A su juicio, aunque no cree que exista una relación
directa, sí que apunta que el Gordo de Navidad, que dejó 720 millones
de euros en 2011, ha contribuido a que alguna pareja se animara a hacerse su casa
ahí o a invertir en una explotación ganadera. Su hija Nazaret hizo hace
algunos años planes de futuro en la capital, en parte por su trabajo en centros
asistenciales. Pero, "tenía ganas de vivir en el pueblo", comenta,
y decidió asentarse en su localidad natal y arreglarse una casa familiar. Ahora
proyecta su granja de cerdos para convertirse en joven ganadera y reconoce que contar
con una escuela infantil es una "comodidad" y "te da autonomía"
para no recurrir a los abuelos.
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