El historiador José María Alagón analiza el plan por el que se crearon 15 núcleos en la provincia entre los años 40 y 60.
Elena Puértolas 02/03/2018
HUESCA.- Ni regalaron las casas y las tierras a los colonos, ni fue idea
de Franco, ni todos los pueblos son iguales. Estas son algunas de las ideas preconcebidas
más extendidas sobre los 15 pueblos de colonización de la provincia de
Huesca y que desmontó ayer en una conferencia el profesor de la Universidad
de la Experiencia José María Alagón, cuya tesis doctoral aborda desde
fenómeno desde el punto de vista científico. ¿Cómo se levantaron
estos pueblos? Con el ingente trabajo de los colonos que llegaron a parajes inhóspitos
dominados por la nada. Muchas familias no pudieron y abandonaron.
Aquellas que resistieron convirtieron desérticas llanuras en vergeles y crearon
pueblos con un fuerte sentido de comunidad frente a las adversidades. Desde que
en 1945 llegaron los primeros colonos a Paridera Baja, cerca de El Temple, que se
inauguró en 1953, se construyeron San Jorge, Artasona del Llano, Valsalada,
Frula, Montesusín, Sodeto, Curbe, San Lorenzo de Flumen, Valfonda de Santa
Ana, Cantalobos. Vencillón, Orillena, Cartuja de Monegros y San Juan de Flumen,
que fue el último en fundarse cerca ya de 1970. Las familias recibieron hace
una semana el máximo galardón de los Premios Félix de Azara, que
concede la Diputación Provincial de Huesca, por su contribución al territorio.
Pero, ¿cómo se crearon los pueblos? El Instituto Nacional de Colonización
fundó 38 en la ribera del Ebro y la ampliación de otros dos en Zaragoza.
En España, se estima que hay unos 300. Además, se quedaron en el cajón
los planes para crear en la ribera del Cinca, entre Barbastro, Pomar, Sariñena
y Villanueva de Sijena, otros núcleos que iban a denominar Sobrarbe, Costa,
Cajal u Odina, según detalla Alagón. El historiador ofreció ayer
la segunda conferencia del ciclo que organizan el Ayuntamiento de Huesca y la Universidad
de la Experiencia, por tercer año consecutivo, y que tuvo lugar en el Casino.
El lote que se le daba a una familia para empezar una nueva vida se componía
de tierra -que al inicio estaba en torno a 10 hectáreas, pero que varió
según la época-, una vivienda, un animal para empezar a labrar y la herramienta
mínima. La primera cría del animal la tenían que entregar como pago
y servía para el lote de otro colono. A partir de allí, prosperaban con
el trabajo. Cumplir los requisitos no era fácil y se primaba estar casado y
con hijos. Una vez concedido el lote, se daba un periodo de tutela de 5 años
en los que debía cumplir unos requisitos y, si no, los expulsaban. Pero además,
pagaban a Colonización la parcela durante 20 años y la casa durante 40.
"Tras cinco años, mucha gente no resistió", comentó Alagón.
En El Temple hubo muchos abandonos porque al principio no sabían dónde
se metían, y las primeras familias de San Jorge, como los abuelos paternos
de Alagón, vivieron momentos duros porque al llegar no había regadío.
Alagón se ha criado en este núcleo y es la tercera generación; y
por parte de su madre, es la cuarta de El Temple. Sus bisabuelos fueron de las 15
primeras familias que ocuparon Paridera Baja.
Estos pueblos son el resultado de la unión de la política de regadío
y la colonización, con la idea de "acercar a los vecinos a las tierras
para que no tuvieran que desplazarse". Por ello, se creó el llamado "módulo
carro", un círculo que se trazaba para que desde la vivienda hasta la parcela
más lejana no hubiera más de una hora en carro. Después, se creaba
otro pueblo con otro círculo. Su tamaño dependía también de
la tierra disponible y algunos se ampliaron.
Alagón quiso romper con la idea de que todos los pueblos son iguales, ya que
desde El Temple, que se diseñó en los años 40, los proyectos del
arquitecto José Borobio, encargado de la delegación del Ebro, cambiaron
mucho. Y, como ejemplo, señaló la plaza con un gran jardín de Valfonda
de Santa Ana. Lo que sí es similar es que en la plaza están los edificios
más importantes como la iglesia, las tiendas o el edificio social que también
adjudicaban a colonos. En este último se localizaba el bar, que se completó
con un cine en varios núcleos, como El Temple, Valfonda, San Juan del Flumen,
San Lorenzo del Flumen o Vencillón.
En la creación de estos pueblos se pensó ya en la época de Joaquín
Costa, comentó Alagón. Con todo, lo cierto es que fue en la dictadura
franquista cuando se dio un impulso a los regadíos, se aprovecharon las inauguraciones
de los pantanos y se desarrollaron los pueblos, por lo que se asocia a esa etapa.
De hecho, Francisco Franco inauguró Ontinar del Salz (cercano pero ya en la
provincia de Zaragoza) y El Temple, mientras que el resto simplemente se poblaron.
No obstante, Riegos del Alto Aragón y el Canal de Aragón y Cataluña
ya funcionaban desde principios del siglo XX. Es más, según Alagón,
de colonización existen ideas desde la Edad Media o proyectos como los de Carlos
III en Sierra Morena, en Andalucía. Hoy, para muchos de sus vecinos, como para
Alagón, ya no son pueblos nuevos, porque allí tienen sus raíces.
|