Carlos Ascaso y Lola Royo han recuperado con su empresa, Pacharán Layán, una tradición
HUESCA.- Hace ya más de veinte años que Carlos Ascaso y Lola Royo
que tenían en mente recuperar una tradición de Loarre: la elaboración
artesana en cada casa del pacharán casero. Un proyecto que han hecho realidad
con Pacharán Layán, retomando la producción de esta bebida de forma
artesanal y apostando por dinamizar el mundo rural.
El principal problema que tuvieron para plasmar este proyecto, ha explicado Lola,
fue la limitación en la producción, ya que para elaborar cientos
de litros necesitaban endrinas o arañones que se obtienen en arbustos espinosos
de producción local.
Sin embargo, gracias a una investigación llevaba a cabo en la Comunidad Foral
de Navarra, enseguida lo resolvieron tras conocer la posibilidad de adquirir
endrinos silvestres injertado sobre el ciruelo, con un comportamiento similar
al de cualquier árbol frutal, con producción anual.
Tras adquirir varias docenas de estos árboles comprobaron la viabilidad
de la producción y con las cosechas que fueron obteniendo pudieron experimentar
en la elaboración de su nuevos producto con diferentes dosis de endrinas, tiempos
de maceración y con distintos envases.
"Organizamos varias catas con nuestros amigos y conocidos que nos sirvieran
de test para elegir la forma más adecuada de elaboración", en las
cuales además les sirvieron como "tormenta de ideas" para darle más
distinción y caracterización a su pacharán. Entre esas ideas surgió
la propuesta de macerarlo en barricas de roble para posteriormente trufar parte
de su producción con trufa negra aragonesa.
Aunque los
primeros pasos los dieron en el vivero de empresas de Biescas, toda la
producción ha estado localizada en Loarre. De hecho, el nombre, Layán,
está tomado de un monte de la sierra de esta localidad oscense, de la que es
natural uno de los socios.
Aparte de los vínculos y la recuperación de una tradición, apostaron
por esta villa para darle un impulso a nivel social y económico. "A
pesar de todas las políticas de desarrollo rural que se vienen llevando a cabo
en la zona- ha comentado Lola-, la vida y la actividad en el pueblo languidecen".
Valora esta empresaria que esto sea posiblemente porque las políticas que se
han tomado hasta ahora no están surtiendo "los efectos esperados",
ya que "no llegan a la gente que quiere emprender negocios verdaderamente alternativos,
como puede ser la actividad artesanal". A su juicio, las inversiones realizadas
están consiguiendo mantener la actividad y ganadería de tipo industrial
o la creación de grandes empresas de tipo turístico. Por ello, consideran
que emprender este negocio, aunque sea como actividad a tiempo parcial, supone una
"pequeña aportación para dinamizar el pueblo".
TRÁMITES INNUMERABLES Y LABORIOSOS
Tampoco poner en marcha el negocio en el entorno rural fue fácil, ha comentado
Lola, ya que los trámites que se deben realizar, aunque el pacharán sea
artesano y de producción reducida, "son innumerables y muy laboriosos".
Y pone como ejemplo la duplicidad de documentación que es necesario
presentar, por ejemplo, del documento donde se describe el proyecto constructivo,
que deben entregarse a cada uno de los organismos del Gobierno de Aragón ante
los que se debe realizar algún trámite.
Por ello valora que sería necesario contar con un sólo organismo
que aglutinara todos los trámites, una ventanilla única, sobre todo teniendo
en cuenta proyectos de dimensiones reducidas, como es el caso de esta iniciativa
artesana.
Para facilitarles estos y muchos trámites, fue "fundamental" el
apoyo que les aportaron desde Adecuara, la Asociación para el Desarrollo
de la Jacetania y Alto Gállego. Al tratarse de un negocio de elaboración
de un producto alcohólico, las gestiones para su puesta en marcha y funcionamiento,
ha apuntado Lola, se "multiplican".
Ponerlo en marcha desde el vivero de Biescas les permitió hacerlo más
sosegadamente, conociendo y aprendiendo "aspectos empresariales imprescindibles
para el buen funcionamiento del negocio"; al igual que otros relacionados
con la sanidad, el seguimiento de control o la comercialización... "Ha
sido determinante, ya que sin su ayuda difícilmente estaríamos en el punto
en el cual nos encontramos en este momento", ha añadido.
Tras este primer año de actividad, en el que dieron a conocer su producto,
el año pasado Lola y Carlos decidieron establecerse por su cuenta, para
lo cual también contaron con el apoyo de la Asociación para el Desarrollo
Rural Comarcal de la Hoya de Huesca (Adesho), que gestiona los fondos europeos Leader,
dependientes del Gobierno de Aragón, para proyectos del ámbito rural que
no sean ni agrícolas o ganaderos. Con este apoyo pudieron emprender la rehabilitación
de un antiguo corral de Loarre, situado junto a la iglesia, para habilitarlo como
bodega.
Casi tres años de funcionamiento les ha servido para comprobar que la actividad
artesanal "no está atravesando por muy buen momento". Por un lado,
la crisis económica, que "todavía arrastramos. No ha ayudado nada",
ha insistido Lola, a lo que se suma que las ferias o mercados, en las que estos
productos funcionaron durante muchos años, "ya han tocado techo y están
en declive.
Por ello han dejado de lado esa actividad para centrarse en el mantenimiento
de su negocio en Loarre, ya que es el centro principal desde donde salen sus
productos de forma directa o a través de tiendas, comercios y restaurantes,
principalmente.
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