ELENA PUÉRTOLAS. 22/12/2018
Cómo convertir la receta del bisabuelo en una empresa pujante? La fórmula
no se puede desvelar pero se resume en Chocolates Brescó de Benabarre, una
empresa familiar que comenzó en 1875. En dos décadas, han multiplicado
por cuatro sus empleados, han abierto nuevas tiendas, han incorporado productos
y elaboran ya más de 8.000 barras de turrón que venden a todo el
mundo. Estas cifras se traducen en creación de empleo y asentamiento de población
en el medio rural. Y los primeros, los de casa. Xavi Brescó, de 31 años,
ha tomado el relevo en la elaboración de los productos y su hermana Inma, de
29 años, se plantea regresar pronto de Madrid, donde se dedica a la banca privada,
para ocuparse de tareas administrativas, como su madre, Inma Cascalló.
"Siempre les he hecho a mis hijos que tienen que salir, ver que hay otras cosas
en el mundo fuera de un pueblo pequeño. Que aprendan mucho para reinvertir
la sabiduría en el propio pueblo, no para que la gente piense que qué
bien viven fuera", comenta. "Podemos vivir igual de bien en un pueblo si
nos lo organizamos y de lo que se trata es de vivir aquí y de hacer grande
nuestro país. Y esa es la idea", señala. Al menos, se siente orgullosa
de haber podido crear con su marido, Francisco Brescó, ya fallecido, una empresa
de la que pueden vivir su dos hijos y con la que pueden elegir si quieren quedarse
en el pueblo. Ella llegó desde Barcelona a los 21 años y sus suegros regentaban
una tienda de ultramarinos, comenzaron a hacer pan y después recuperaron las
recetas del bisabuelo, Francisco Brescó.
Su hijo Xavi a los 15 años decidió que aprendería pastelería
para continuar el negocio tras la muerte de su padre, Francisco. En este momento,
Inma se vio en la situación de incorporar un maestro pastelero para continuar
con el negocio. Fue justo cuando ya habían acometido con su marido la ampliación
del negocio para trasladar el obrador del centro del pueblo a un terreno junto a
la N-230, con el objetivo de ganar espacio y de aprovechar el tránsito por
la carretera para hacer clientes.
"Ya estábamos levantando todo el edificio, cuando falleció en 2003.
Y entonces me quedé sola y tiré arriba como pude", señala. Lluís
Morera fue el fichaje que aún trabaja con ellos y que ha creado un estilo de
monas y ha introducido otros productos, al tiempo que ha mantenido los estrella
de la casa: el Chocolate Superextra, que se vende en el formato en el que
lo hacía el bisabuelo; el Chocolate a la piedra; y el Florentino, del que en
Navidad ofrecen una variedad especial con piñones. En estas fechas, comercializan
hasta 14 tipos de turrones con un formato que les diferencia, en barras redondas.
"Trajimos a Lluís para enseñar a mi hijo, que tenía solo 15 años,
para que le supiera trasmitir las ganas de trabajar con el chocolate porque había
sido profesor en una escuela", indicó. Y aunque cree que su hijo Xavi quizá
inicialmente lo hizo porque pensó que era lo que le gustaría a su padre,
ahora cree que está convencido de su decisión y vive allí
con su novia.
Junto a la N-230, desde 2005, tienen la tienda que se ha convertido en el principal
punto de venta. No obstante, mantienen el establecimiento del centro, con el
museo. Entre ambos espacios, trabajan 15 personas, que viven en Benabarre
o en alguna localidad próxima como Monesma o Estopiñán. El objetivo
de ganar clientes lo consiguieron porque tienen entre 600 0 650 que venden su producto.
"La tienda de la carretera nos ha ido muy bien para darnos a conocer y hacemos
clientes casi sin querer", asegura.
Por ello, también abrieron una tienda en Barcelona en 2013, donde trabajan
cinco personas. "Pensamos que sería un buen sitio por la cultura gastronómica
que hay en Barcelona y porque hay mucha gente que conoce el chocolate. Nos ha ido
muy bien, sobre todo para clientes extranjeros", comenta Inma. De hecho, suministran
a clientes de Japón, Alemania, Francia... "La crisis la notamos muy
poco y ahora volvemos a crecer. Estamos aumentando entre un 10 y un 15 % al año
y nos hace pensar en volver a invertir", señala. De momento, piensa en
alguna industrializar parte del proceso de las tabletas, aunque aún hacen mucha
decoración manual. Con todo, la idea es seguir creciendo.
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