HUESCA.- Las grandes explotaciones son "inviables" en los valles de Chistau
y Bielsa. En esta afirmación coinciden la veterinaria de la zona y vecina
de Plan, Asun Ballarín, y Alberto Palacín, ganadero de San Juan de Plan,
que se suman a la
reivindicación de Adelpa del mantenimiento del sistema familiar de
pequeñas explotaciones en la montaña para la supervivencia de la actividad
y de los pueblos. Por suerte, en el valle de Chistau todavía hay jóvenes
que quieren seguir con la actividad.
Sin embargo, si le preguntan a Asun por cómo ve el futuro, les dirá que
complicado. Alberto Palacín ha tenido que reinventarse para aumentar la
rentabilidad de su explotación de 70 vacas nodrizas con la marca Chistau
Natural, a través de la que comercializa la carne. Para ello, cierra el ciclo,
mientras que la mayoría de los ganaderos de montaña los venden de pasteros
(cuando tienen 5 o 6 meses) a cebaderos de otras zonas de la provincia.
Es uno de los miembros de la Asociación de Ganaderos de San Juan de Plan, uno
de los pueblos del valle donde hay más explotaciones, pero el año pasado
cerró una. La mayor parte tienen entre 25 y 40 vacas, pero las pequeñas
"desaparecerán porque como los hijos no le ven futuro se dedicarán
a otra cosa", resalta. Por ello, defiende que las pequeñas explotaciones
tienen que ser rentables para que contribuyan a mantener la vida en el valle.
De hecho, la situación de su pueblo es distinta a la de Gistaín, a pesar
de estar muy cerca, ya que allí "quedarán pocos ganaderos porque
no hay relevo generacional". Ni siquiera tiene claro que sus dos hijos puedan
continuar con la actividad familiar. Y es que denuncia que no ponen las cosas fáciles.
Por ejemplo, el Gobierno de Aragón da unas ayudas a inversiones a partir de
los 6.000 euros, de modo que cualquier explotación pequeña se queda fuera,
indica.
Ballarín y Palacín están de acuerdo en muchas cosas más, como
en que si no se toman medidas la actividad desaparecerá. Seguramente, "esta
sea la última generación", lamenta Ballarín, que desde que
empezó a trabajar en la zona hace 20 años ha visto cerrar muchas explotaciones.
En estos momentos, en las ADS de los valles de Bielsa y Chistau hay unos 30 ganaderos
de vacuno y 50 de ovino, que suman 1.500 vacas y 5.000 ovejas respectivamente.
El número de cabezas es similar, sin embargo, el de ganaderos igual no llega
ni a la cuarta parte.
Asun Ballarín dice que no quiere ser pesimista, pero que si se cierran explotaciones,
abrir otras de cero es "imposible" por las inversiones que conllevan
y el trabajo, si no se tiene un apoyo extra. Además, resalta las
duras condiciones de trabajar en una explotación de montaña, que nada
tienen que ver con otras zonas de la provincia. Cuando nieva, por ejemplo, algunos
ganaderos tienen que subir a su explotación a 1.700 metros. A esto, se añaden
inconvenientes como los pastos que no se quieren incluir en la PAC por el arbolado
o las pendientes. "Ya tenemos problemas con el jabalí, que destroza
los campos, o con los topos; y ya solo falta el oso y el lobo", señala.
"Mis ganaderos tienen la sensación de que sobran, no sé si para convertir
los valles en parques o algo así", denuncia.
Ven en la falta de relevo generacional un problema para el futuro. Y no solo para
la ganadería sino para la pervivencia de los pueblos, ya que "la ganadería,
a diferencia del turismo rural, mantiene las casas abiertas todo el año",
señala Alberto. En este mismo sentido, se expresa Asun Ballarín, quien
asegura que "el turismo es importante, pero no fija población igual".
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