ELENA PUÉRTOLAS 30/03/2019
HUESCA.- Sara Cortés, vecina de Sariñena, es una de las altoaragonesas
que se sumará este domingo en Madrid a la manifestación de La Revuelta
de la España Vaciada para hacer oír la voz del medio rural porque
considera que "nos tienen olvidados". A su juicio, la generación
de empleo es clave para que los jóvenes se puedan quedar en el territorio y
lo dice por experiencia.
Sus dos hijas, Aimar Mir Cortés, de 28 años, y Celia, de 25, trabajan
en Sariñena y se han podido quedar a vivir en Los Monegros. Aimar, en concreto,
en la localidad de Castelflorite, de donde es su pareja, que se dedica a la agricultura.
Por esta razón, Sara se siente afortunada, porque el destino de otros jóvenes
de edades similares a sus hijas es marcharse. Muchos ni siquiera pueden elegir.
LA CANCIÓN
DE LA RONDA DE BOLTAÑA QUE SERÁ EL "HIMNO" DE LA MANIFESTACIÓN,
EN ESTE ENLACE
Sin embargo, esa suerte no le hace conformarse con la situación actual, ya
que además ve día a día como Orillena, el pueblo de colonización
en el que se crió y al que se desplazó su familia desde Gallur, pierde
población y, sobre todo, a sus jóvenes. A principios de este siglo
tenía 282 habitantes censados, ahora 205, pero en los años 70 rondaban
los 500. Para llegar allí, situado a menos de 14 kilómetros de Sariñena,
municipio con 4.168 vecinos censados, tiene que recorrer una carretera en un
estado deficiente. "Nos tienen olvidados", insiste, "y es necesario
que haya empleo".
En este sentido, asegura que la ubicación de la empresa Enplater en Sariñena,
con 100 puestos de trabajo, ha permitido a muchos jóvenes quedarse. Es
el caso de su hija pequeña, Celia, que después de estudiar en Huesca el
grado superior de Administración de Empresas, encontró trabajo como administrativa
en esta planta. "Fue casualidad porque ya pensaba que me tocaría moverme
a Huesca o a Zaragoza, pero yo quería quedarme aquí. Me gustan mucho
más los pueblos que las ciudades", comenta Celia. Algunos de sus amigos,
que se han tenido que ir a estudiar o a trabajar a una ciudad, regresan cada fin
de semana porque les gusta el pueblo, pero "ya no es lo mismo, ya están
fuera", lamenta.
Además, su novio también trabaja en Enplater, en la fábrica, por
lo que ya tienen claro que echarán allí raíces. "El problema
es que no hay vivienda para alquilar o para comprar, porque no están
construyendo nada nuevo", lamenta. Ahora viven en un piso pero espera que sea
temporal y poder encontrar una vivienda para establecerse. Este es otro de los problemas
que considera que hay que solucionar para que los jóvenes puedan asentarse
en el medio rural.
Su hermana Aimar vive en la casa de la abuela de su pareja que rehabilitaron en
Castelflorite, donde este último trabaja en la agricultura. Ella se fue a Zaragoza
a estudiar Terapia Ocupacional y, en su caso, también ha tenido suerte de encontrar
trabajo en Sariñena. Por la mañana, está en la residencia de mayores
y, por las tardes, en la Comarca de Los Monegros. "Aunque voy a Sariñena
todos los días, estoy muy contenta en Castelflorite, donde se han quedado
muchos jóvenes con pareja de entre 30 y 35 años, por lo que pronto puede
haber más niños", apunta, ya que ahora solo hay dos en una
localidad con 108 vecinos censados.
Coincide con su madre al afirmar que la clave es el empleo. No obstante,
"no sé la solución, pero habría que dar ayudas a la gente por
tener hijos en los pueblos, pero exigir de alguna forma que vivan allí",
indica. Ninguna de las dos podrá ir mañana a Madrid, pero sus padres
sí.
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