ELENA PUÉRTOLAS 27/04/2019
HUESCA.- Dolma y Nirvana vivieron su infancia en Caneto y, tras salir a estudiar
y trabajar, han vuelto en la treintena para criar a sus hijos allí,
en un pueblo de La Fueva expropiado en los años 60 para la construcción
del embalse de El Grado, que la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE)
cedió a sus padres y varias familias más a principios de los 80, organizadas
en la asociación La Senda. Hoy, con la totalidad de sus casas recuperadas -varias
en construcción- Caneto crece, alcanza casi los cincuenta vecinos y
volverá a tener un colegio público con un proyecto educativo que atrae
a familias.
La idea de abrir una escuela surgió hace cinco años con la instalación
o el regreso a Caneto de jóvenes. Al año siguiente se constituyeron
como asociación "O chinebro" (El enebro), que es el nombre de la
escuela, a la que pertenecen ocho familias. A partir de allí, decidieron qué
tipo educación querían para sus hijos: una escuela libre con metodologías
activas.
En paralelo, pusieron dinero e iniciaron un "crowdfunding". Publicaron anuncios
y contrataron a una pareja de maestros de Infantil y Primaria, que se ha
instalado allí en un apartamento construido por las familias y, además,
su hijo asiste al centro. Así es como la escuela comenzó hace tres cursos.
Ahora cuenta con 8 alumnos de Infantil y 7 de Primaria y el próximo curso
alcanzarán los 20. Las familias están en conversaciones con el departamento
de Educación del Gobierno de Aragón para convertirla en un centro público
y salir de ese vacío legal en el que se encuentran. Al no tener escolarizados
oficialmente a sus hijos, están en seguimiento por los servicios sociales,
aunque no les importa. La DGA muestra su voluntad de abrir escuelas allí donde
haya alumnos, según indican desde la consejería.
Por su parte, los padres piden la continuidad de su proyecto y que les autoricen
el inicio de la escolarización a los dos años, igual que en otros 22 centros
de Aragón. Además, han planteado que se permita, como en Campo, la
continuidad en Caneto hasta los 14 años, para retrasar la marcha a Graus.
De hecho, una familia de Graus se ha trasladado a Caneto solo por el proyecto educativo.
COMUNIDAD DE APRENDIZAJE
"Nos definimos como una comunidad rural de aprendizaje, porque los niños
están en la escuela de 9:30 a 14:00, pero por la tarde y los fines de semana
siguen en el pueblo", apunta Cora Herrero, que vive en la pardina próxima
de La Selba y es madre de tres alumnos. Como comunidad de aprendizaje, las familias
someten las decisiones a la asamblea. De hecho, los niños de Primaria ya practican
la democracia participativa y el consenso para decidir, por ejemplo, en qué
materiales gastan los 50 euros mensuales disponibles.
"Hemos conseguido un grupo muy unido y con los límites muy claros, gracias
al esfuerzo de los acompañantes (maestros) y de las familias", indica Cora.
"Quisimos un proyecto con una pedagogía buena y saludable para nuestros
hijos, activa", señala Dolma Planas, pedagoga y madre de una de las
alumnas del centro y de otra que podría entrar el próximo curso.
Apuestan por que la escuela sea un espacio respetuoso con los intereses de los niños
y niñas y hacer que se sientan protagonistas de su propio aprendizaje,
que sean quienes decidan lo que quieren aprender y que se les pueda acompañar.
De hecho, en el aula de Primaria el "acompañante" estaba con uno de
los alumnos en el ordenador mientras el resto realizaban otras tareas. "El pilar
fundamental es el acompañamiento emocional, como base fundamental para el desarrollo
de las personas; usamos metodologías activas, materiales motivadores, espacios
preparados para que ellos puedan desarrollarse integralmente; y todo ello
integrado en el entorno natural en el que vivimos, aprovechando sus recursos",
definen. De hecho, la naturaleza es su "recreo", una extensión de
las aulas, a las que los perros también quieren asistir.
Una niña que aún no ha cumplido dos años sale de su casa y, sin mirar
si sus padres van detrás, enfila hacia la de sus primos, a pocos metros. Conoce
el camino y a su alrededor no hay peligro. Ni un solo coche, ya que están
todos en un terreno antes de llegar a las casas. Es esa "libertad" con
la que se criaron las primas Dolma y Nirvana la que quieren para sus hijos. Por
eso han vuelto. Y si hay una razón por la que se quieren quedar en Caneto
es por el proyecto educativo, dicen. Además, ellas apenas pudieron ir al
colegio en Caneto porque hubo una experiencia que solo duró tres años
y les tocó desplazarse a Graus o a Tierrantona. Por ello, ahora lo consideran
vital para el pueblo.
Quedan trámites pendientes relacionados con la ubicación de la escuela,
según informan desde la consejería de Educación, que tiene voluntad
de abrirla. La asociación La Senda, concesionaria del núcleo, cedió
a los padres el único espacio libre de la localidad: la ermita, situada en
la plaza. Allí es donde hace tres años comenzó a funcionar. Como
es pequeña, entre las familias construyeron un octágono de madera y allí
trasladaron el segundo curso a los alumnos de Primaria mientras los de Infantil
continuaron en la ermita. En el actual, estos últimos tienen un segundo módulo
de madera, que pagaron con ayuda del Ayuntamiento de La Fueva, que se ha implicado
para que sea público.
Estas construcciones se encuentran en un terreno rústico. Por ello, pidieron
autorización a la Confederación Hidrográfica del Ebro para la construcción
de tres módulos para actividades culturales para mayores y niños,
ya que es así como también entienden el colegio. Ahora, según informa
la CHE, han remitido un documento en el que piden una modificación de la autorización
para que se pueda usar como centro escolar, al tiempo que comunican que también
lo han solicitado al Gobierno de Aragón.
"El inicio fue duro. Hace cuatro años llegamos algunas familias
a Caneto con dos hijos, otras embarazadas, rehabilitando nuestras casas, trabajando
fuera y construyendo el colegio al mismo tiempo", recuerda Dolma. "Todo
lo hemos levantado las familias, nadie ha cobrado y ha sido un esfuerzo económico
muy grande. Además de cuidar de nuestras hijas y de construir nuestras
casas, teníamos que trabajar fuera para ganar dinero", indica Cora
Herrero, que admite que esto último es lo más difícil de vivir allí.
DE VIVIR EN IBIZA A REVITALIZAR EL PUEBLO
Llegaron desde Ibiza a Caneto a principios de los 80 para vivir en contacto con
la naturaleza y consiguieron la cesión del pueblo de la Confederación
Hidrográfica del Ebro a cambio de su reconstrucción. Hoy, ya no hay
ruinas. Son los padres de Dolma Planas y Nirvana Jiménez, entre otros, y abuelos
de los niños que asisten a la escuela.
Pero el camino no fue fácil. Los padres de Dolma, que llegó allí
con un año, se trasladaron con cuatro hijos (aún tuvieron un quinto).
Había tres casas en mal estado y comenzaron a refugiarse en un corral.
Mientras rehabilitaban una casa, en la que inicialmente vivían todas las familias
juntas, tuvieron que estar entre Caneto y Tierrantona, localidad próxima donde
trabajaba su madre como médico.
La casa que reconstruyeron, una de las tres originarias del pueblo, tras la marcha
de los hijos, la ha convertido su padre en turismo rural. También llegó
la hermana de este con su pareja, ambos artesanos que se han ganado la vida en ferias,
los padres de Nirvana. Es también la cuarta de cinco hermanos, y el quinto
nació dentro de la casa de Caneto. Se levantaron las tres casas y el resto
de construcciones de forma que ahora se está obrando en las últimas
construcciones disponibles (corrales y otras dependencias).
Allí trabaja la pareja de Dolma y ella se plantea estudiar oposiciones en cuanto
su hija pequeña entre en el colegio. Germán, la pareja de Nirvana, trabaja
en la zona también en la construcción y se están haciendo una casa
en Caballera, aunque quieren que sus hijos vayan al colegio de Caneto. Además
de la casa de turismo rural, hay un centro de meditación en el que en
estos momentos hay 20 personas que no se dejan ver por el pueblo.
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