El Valencia destrozó al Huesca con cinco goles en la primera parte
MIGUEL ÁNGEL BLASCO 06/05/2019
HUESCA.- En menos que canta un gallo fulminó el Valencia las escasas
posibilidades que le quedaban al Huesca de mantenerse vivo en Primera. Antes
de alcanzar el segundo minuto, el conjunto oscense ya se había caído por
el precipicio. Ese fue el tiempo que necesitó el conjunto che para demoler
a su rival. En el descanso el marcador señalaba un sonrojante 0-5.
El Huesca solo podía aferrarse a la ilusión de las matemáticas.
El sábado ya se empezó a quebrar con las victorias de Celta y Levante.
Este domingo parecía enderezarse el rumbo con la
derrota del Girona en Getafe. Pero antes de abrirse la tarde en El Alcoraz,
el Valladolid ponía freno y marcha atrás al ganar al Athletic.
IMÁGENES
DEL PARTIDO, EN ESTE ENLACE
Pero el que tenía que ganar era el Huesca porque las cuentas, para que no fueran
de la lechera,
obligaban a la victoria. Y también el Valencia, que entró al partido
con todo y sin piedad. Aparcó el "modo Arsenal" y se puso de veras
a dar caza a la Champions. Sin llegar al minuto dos, Wass entró en el área
oscense como Pedro por su casa y batió sin remisión a Santamaría.
Fue un duro golpe para el Huesca, que no encajó a continuación el segundo
de milagro tras una entrada de Guedes por la izquierda.
Con la cantidad de bajas que tenía, Francisco optó por la solución
más "natural" y tiró de Ferreiro para el lateral derecho, con
Rivera Musto y Moi en el centro del campo y arriba Chimy, Enric y Cucho. Hubo
un amago de reacción del Huesca en un cabezazo de Musto tras el saque de
una falta y en un centro de Cucho desde la derecha en el que el balón se paseó
ante las narices de Enric y Moi sin que nadie lo rematara. Pero fue un espejismo.
Porque el Valencia, con diez marchas más en todo, marcó el 0-2 en una
jugada de tiralíneas entre Piccini, Santi Mina y Rodrigo, culminada por el
ariete. En pleno festival che, el tercero en remate cruzado de Santi Mina desde
la derecha. Y sin dar tregua, el cuarto, en un centro pasado de Wass desde la derecha
que Santi Mina fusiló en el segundo palo.
Totalmente abatido, irreconocible y hundido el Huesca. Destrozado y haciendo
aguas por todas partes. El partido pedía a gritos ya no el descanso sino
el final. Y antes de alcanzar el ecuador, en un pase atrás de Ferreiro, Rodrigo
aprovechó el regalo aunque antes de que el balón entrara, y cuando Etxeita
trató de interceptarlo, el defensa marcó en propia puerta.
Se había caído el Huesca con todas las de la ley. Una defensa que hizo
aguas, un centro del campo que no tuvo equilibrio y un ataque inoperante. Envuelto
todo, eso sí, en un ejercicio voluntarioso pero insostenible ante un Valencia
muy superior, que hizo lo que quiso, que jugó a placer y con un elevado
grado de efectividad ante el apagón de su contrincante. Es como si al Huesca
se le hubiran fundido los plomos antes de empezar.
Tras el descanso entró Melero por un Cucho ausente como casi toda la temporada
y en el Valencia Marcelino dio paso a Ferrán y Soler por dos de sus figuras,
Guedes y Parejo, pensando ya en el Arsenal. Aún así, Ferrán puso
un balón precioso por encima de la defensa a Santi Mina y éste le sirvió
en bandeja el sexto gol a Rodrigo.
De ahí en adelante, con el partido y la temporada finiquitada, fue el momento
de la afición. Hay que ponerla con mayúsculas y en un pedestal.
Ha sabido disfrutar de ese regalo que ha sido para todos la Primera División.
Ha acompañado al equipo hasta el último rincón, ha sufrido y ha gozado.
Con sus cánticos de apoyo constante, con ese "volveremos
a Primera, volveremos otra vez", el Huesca trató de olvidarse del
desaguisado que había hecho en 50 minutos y el Valencia se mostró contemporizador
y sin ánimo de aumentar el enorme tamaño de la herida mortal que había
causado.
Francisco había reforzado la defensa con Musto como quinto elemento y tercer
central, incrustado entre Etxeita y Mantovani. Melero recordó por momentos
en sus apariciones al jugador con personalidad y cerca del gol que tanto brilló
en el ascenso. Qué pena de lesión que tanto le ha mermado a él y
al equipo para que su estreno en Primera haya tenido este epílogo tan triste.
Ferreiro, incómodo en el lateral, fue el que más centros puso al área
desde el extremo. Chimy, enérgico, no estuvo atinado en la mayoría
de sus decisiones. Aunque esa electricidad le sirve para contagiar de fe y fuerza
a sus compañeros. Un centro suyo, que no atrapó Neto, lo aprovechó
Melero para hacer el primer gol del Huesca. Y con el "sin reblar" tiró
del carro el Huesca, haciendo de tripas corazón para caer con la cabeza
alta. Con el tiempo cumplido llegó el segundo, al transformar Gallar un
penalti por mano en un tiro que él mismo forzó.
Lo más espectacular, se podría decir que inenarrable, llegó el final.
El Huesca se despidió de Primera con una afición que tiró de épica.
Entre lágrimas, bufandas al viento y el clamor del "Volveremos a Primera,
volveremos otra vez", "Huesca yo te quiero, hoy no podemos perder"
y todo un repertorio de emociones. Los jugadores, clavados y aplaudiendo. Ni
un reproche. Mil veces gracias a sus héroes de Primera.
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