ELENA PUÉRTOLAS 25/05/2019
HUESCA.- ¿Dónde está la catedral del Sobrarbe? La respuesta
es: Olsón. Es curioso cómo esta localidad del municipio de Aínsa-Sobrarbe
se conoce más por "los trillizos de Olsón" que por la iglesia
de Santa Eulalia del siglo XVI, declarada Monumento Nacional. José, David y
Alba, de cuyo nacimiento se hizo eco la prensa por la llegada de niños a
este núcleo castigado por la despoblación, votan este año por
primera vez. Es también el primer curso que han salido a estudiar a la universidad
pero todos, a corto o largo plazo, quieren volver.
Y, además, este domingo pueden acudir a las urnas en transporte público,
en una de las rutas que organiza su ayuntamiento para facilitar el acceso hasta
Aínsa -único colegio electoral- a los vecinos, en buena parte mayores,
que viven en núcleos dispersos con escasa población. Aínsa-Sobrarbe
es uno de los 34 municipios que, como Graus, ha solicitado el servicio de autobús
o taxis electorales que paga el Ministerio del Interior, a través de la
Subdelegación del Gobierno, según informan desde esta última. Su
vecino, José Grasa, se subirá este domingo al bus.
José, Alba y David Puyuelo Citoler, que cumplieron 19 años el 27 de enero,
se convirtieron en los únicos niños de Olsón y nunca han dejado
de serlo. En el año 2000, cuando nacieron, fueron recibidos como un signo
de esperanza para este pueblo, donde vivían 19 personas. Hoy, contando
con ellos, solo son 14, en las cuatro casas que hay abiertas todo el año. Este
curso se han tenido que ir a estudiar a la universidad: el primero a Huesca y los
otros dos a Barcelona.
"Tengo muy claro que quiero quedarme en Olsón, pero mis hermanos
se irán, y estaré solo en el pueblo. Al paso que va esto, quedará
una casa", indica José, que se identifica como el mayor de los trillizos.
Esta frase es más realista que pesimista, ya que tiene la esperanza de que
si llega a tener hijos se puedan criar allí como él. Estudia Ingeniería
Agrícola en Huesca para continuar con el negocio familiar: la tierra,
las ovejas y los terneros de cebo. Sin embargo, ve que sus hermanos no podrán
trabajar allí. En los núcleos del entorno, tampoco son muchos más.
En Lamata, aunque ahora vive un niño pequeño, no cree que puedan quedar
abiertas más de tres casas; y una o dos en Javierre. Por el contrario, Modot
se ha vuelto a poblar con la llegada de unos australianos.
Alba estudia Ingeniería Biomédica en Barcelona, por lo que ve su futuro
laboral en una gran industria y de eso no hay en Sobrarbe. "Estamos obligados
a irnos porque, según la profesión que elijas, aquí no hay salida
-comenta-, excepto para todo lo relacionado con el turismo y la agricultura".
"No hay elección. Y empezar de cero con 22 años -al acabar los estudios-
no es fácil, lo fácil es ir a una ciudad", indica. Ahora, "me
gusta el cambio porque es necesario ver más allá de aquí, pero estoy
muy orgullosa de haber vivido en Olsón y si tuviera hijos me gustaría
que se pudieran criar al menos en un pueblo", señala.
A David, igual que a Alba, le apetece "salir a estudiar, ver mundo e incluso
trabajar fuera, porque aquí los empleos son limitados", pero en un
futuro lejano se plantea volver, aunque sea para jubilarse. Admite que se ha criado
en Olsón y que le tira mucho.
"¿Y no te aburrías?" Aunque no les molesta, esa pregunta están
cansados de escucharla, y más ahora, cuando cuentan en Barcelona que viven
en una localidad de 14 habitantes. "Y sin tiendas", le dicen a Alba para
rematar. No necesitaban nada, lo tenían todo. José siempre se iba
con su padre al campo, porque es lo que más le gustaba y sus hermanos hacían
otras cosas. La ruta del transporte que los llevaba al colegio Asunción
Pañart o al IES Sobrarbe de Aínsa los devolvía a casa a media
tarde y hacían los deberes y jugaban como cualquier otro niño.
Este curso, por tanto, el transporte escolar ha dejado de ir. Un taxi público
volverá este domingo a Olsón a recoger a los votantes y allí se subirá
José Grasa. Quizá sea el único, porque los trillizos irán con
sus padres y sus abuelos por sus propios medios. José tiene coche propio pero,
puesto que ponen el servicio, "entiendo que tengo que usarlo porque después
no nos podemos quejar de que estamos desatendidos". Otra vecina, Rosa María
Pardina, lo usó hace unos años, pero en esta ocasión irá con
su hijo y aprovecharán para pasar el día en Aínsa con la familia.
Con todo, "estamos un poco desamparados", dice, ya que nunca han tenido
autobús público. Si quieren coger uno, tienen que hacer por sus
propios medios los 9 kilómetros hasta Ligüerre. Rosa se acuerda de
ir caminando cuando era joven, y de eso no hace tanto porque aún le faltan
unos años para los 70. Pero hoy en día, no es lógico.
El servicio público continuará por Javierre de Olsón, Castejón,
Latorre, La Pardina, Camporrotuno, Coscojuela, Morillo de Tou y hasta la plaza Mayor
de Aínsa. En este municipio, con tanto núcleo disperso hay dos rutas
más: una, por Las Bellostas, Sarsa de Surta, Paúles, El Coscollar,
Arcusa, Castellazo, Santa María de Buil, Latorrecilla y Guaso; y la otra parte
de Arro, Gerbe, Banastón (Las Cambras/Iglesia), Polígono Industrial, Sudiera-Plaza
San Lorenzo y la residencia de la tercera edad. Allí pueden subirse usuarios
que no podrían ascender a pie hasta la parte histórica del pueblo
donde se encuentra el ayuntamiento y el único colegio electoral. "De esta
manera, vienen a hacer sociedad con otros vecinos y a pasar la mañana",
indica Enrique Pueyo, el alcalde de Aínsa-Sobrarbe. A su juicio, el servicio
que se ofrece desde hace más de 30 años es fundamental para municipios
con núcleos muy dispersos y despoblados. En conjunto, suman 1.544 electores.
Los trillizos de Olsón han votado ya en el 28A y, por primera vez, lo harán
en las municipales, autonómicas y europeas. Piden más oportunidades
para los jóvenes del medio rural, para no tenerse que ir. Porque algo sí
ha cambiado y es que "los jóvenes de nuestra edad estamos muy felices
de haber vivido aquí y no queremos estar obligados a marchar".
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