La Comarca de la Hoya de Huesca ofrece visitas guiadas a monumentos así como espectaculares paisajes y senderos
ELENA PUÉRTOLAS 25/08/2019
¿SABÍA que existen cuevas antropomorfas excavadas en la roca? ¿Un
falo de cuatro metros con una cavidad en una roca próxima donde se colocaban
las mujeres que querían quedarse embarazadas? o ¿una torre defensiva del
siglo XI? Y todo a escasos kilómetros de la capital oscense. En estos
últimos días del verano, el entorno más próximo ofrece decenas
de alternativas para hacer turismo casi sin salir de casa. El punto de partida:
la ermita del Viñedo, donde la Comarca de la Hoya de Huesca abre una oficina
de información.
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El santuario de Nuestra Señora del Viñedo, que data del siglo XVIII, concretamente
de 1713, es un centro de religiosidad popular para los pueblos del "Abadiado
de Montearagón", que todavía se juntan en romería cada 1 de mayo.
Antiguamente eran más, pero ahora van los 12 pueblos y las 3 pedanías
que pertenecen al municipio de Loporzano. Este templo barroco guarda en su interior
elementos que hablan del arraigo popular, con un espacio en el altar para las
cruces de todos los pueblos.
El artista Julio Luzán construyó el retablo a partir de una foto de 1929
y, en el interior de la ermita, se puede ver cómo se hizo el proceso. En el
año 2000, se restauraron los frescos de Santa Bárbara, Santa Águeda,
la Virgen del Rosario y María Magdalena. Tiene adosada la casa de la santera,
Consuelo Miranda, de 97 años y nacida en el núcleo próximo de
Castilsabás, que hace dos le pasó el encargo a su hija Gloria.
A escasos metros del santuario, que antiguamente estuvo rodeado de viñedos,
que se arrancaron con la revolución industrial, y después de olivos, se
encuentra el molino, al que se accede a través de un "paseo de cuento",
tal y como lo define la guía turística Vanesa Pisa, vecina de Castilsabás,
porque la vegetación ha construido un pequeño arco que ofrece sombra al
paseante.
En su interior, llama la atención una viga de grandes dimensiones que servía
para accionar la prensa. Además, cada casa tenía su algorín (espacio
para almacenar las olivas hasta la molienda), como casa Calvo, de Santa Eulalia
la Mayor, o las casas Valles, Ordás o Secorún de Castilsabás. Esta
última, por ejemplo, cuando todavía era propiedad de la familia Secorún-Estrada,
sufragó la compra de la campana de la torre del Viñedo o, en los años
ochenta, la llegada del agua y la luz a la ermita. Además, por su devoción
a la Virgen, donaron la finca que se utiliza como zona de esparcimiento y aparcamiento
especialmente el día de la romería del 1 de mayo.
La molienda comenzaba con el paso de las olivas por la muela cilíndrica, accionada
por mulas, que trituraban el fruto con el hueso sin separarlo. Después, se
colocaban en cestos y aliviaban la mezcla con un poco de agua para sacarle mejor
partido. Esas tareas las ejercían los molineros que trabajaban las 24 horas
alternándose para descansar, por lo que trabajarían dos personas que
vivirían incluso en el interior.
Esa pasta se colocaba en esteras y se hacía una pila para que la prensa de
torno pudiera hacer presión sobre la ella. De ahí los doce metros de largo
de la viga de la estructura de la prensa -que tiene una inscripción con la
fecha de 1886-, que funcionaba como una gran palanca con una gran piedra, quintal,
que ejercía de contrapeso. A medida que cuatro operarios hacían girar
el husillo, la piedra quedaba suspendida y de estos modo se aplastaban las esteras
con la pasta de las olivas colocadas en el otro extremo. El aceite salía por
los conductos de la base hasta los depósitos de decantación, donde las
impurezas que quedaban en el fondo.
Este es el punto de partida y a partir de ahí, ¿qué se puede ver?
Naturaleza y patrimonio. Y ni siquiera hay que elegir porque hay decenas de alternativas
que combinan todo a la perfección. De hecho, la mayoría de los turistas
que se acercan hasta allí lo hacen para hacer senderismo, pero también
por
el programa de Puertas Abiertas de la Comarca de la Hoya de Huesca, que
enseña monumentos que están cerrados el resto del año.
RUTAS FAMILIARES
Las excursiones a San Martín de la Val d"Onsera (2 horas), el tozal de
Guara (4 horas), Pozos de Hielo de Cuello Baíl (2 horas), Fragineto, ermita
de San Chinés (2 horas y 15 minutos) o el camino natural a Nocito son algunas
de las opciones recomendadas por la guía Vanesa Pisa, pero también a la
piedra de los moros y la ermita de San Esteban en Ayera, como ruta familiar. En
realidad, se le ocurren decenas de combinaciones para todos los niveles de senderismo
y todos los públicos.
Caminando por senderos históricos, a escasa distancia y sin ninguna dificultad,
se puede ir desde el Viñedo hasta Barluenga, por ejemplo, donde se encuentra
la ermita de San Miguel, Monumentos Histórico-Artístico desde 1931. Construida
en la segunda mitad del siglo XIII, se pueden ver muestras de cantero, restos de
arcosolio en el muro occidental y un magnífico conjunto de pintura mural
franco-gótico en los tres muros del presbiterio.
Una de las rutas senderistas más sencillas, que también es ideal para
hacerla en familia, es la de Ayera, San Esteban y Piedras de los Moros. La ermita
próxima de San Esteban se sitúa en una elevada plataforma de roca arenisca
y, en torno a la edificación, se sitúa el cementerio medieval con los
sepulcros antropomorfos excavados en la roca.
Pero no es el único elemento singular que aguarda este paraje, ya que en un
afloramiento rocoso entre campos se encuentra una esculpida de forma inusual, con
una gran falo de unos 4 metros de altura. Muy cerca, se encuentra una cavidad en
la que se colocaban las mujeres que querían quedarse embarazadas. Son esas
llamadas "piedras de la fertilidad", sobre las que investigó el
etnógrafo Manuel Benito Moliner, en este caso en concreto se llaman las Piedras
de los Moros.
Muy cerca del Viñedo se encuentra la localidad de Santa Eulalia la Mayor, en
la que hay que visitar la torre medieval, que se abre estos días con visitas
guiadas y desde la que hay unas espectaculares vistas, debido a su caracteres defensivo.
Se trata de una construcción de la segunda mitad del siglo XI, de diez metros
de altura. En esta misma localidad también merece la pena visitar la ermita
románica de Nuestra Señora de Sescún, del siglo XIII.
¿Y por qué no visitar el lugar sagrado dedicado a Zeus? Parece que esa
podría ser la traducción de Chibluco, donde existe una iglesia románica
con el mayor mensaje glyptográfico de Europa en uno de los sillares de la puerta.
Ahí, en una finca particular, se puede encontrar un chinebro (enebro) milenario
muy bien conservado. Y desde allí, con un pequeño paseo, se llega a
San Julián de Banzo.
Queda pendiente el "lugar de lobos", Loporzano, la cabecera del municipio,
Sasa del Abadiado o pueblos como Sipán, Loscertales y Coscullano, donde se
pueden ver iglesias de diferente factura o un puente medieval ojival sobre el río
Guatizalema en Sipán. Las opciones son infinitas muy cerca de casa para
gran parte de la provincia y, para los que tengan unos kilómetros más,
hay alojamientos de turismo rural en Chibluco, Castilsabás, Loporzano o San
Eulalia la Mayor.
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