El colegio de la localidad monegrina, que pasa de seis a cinco alumnos para este curso, sobrevive con la amenaza del cierre desde hace unos años mientras los padres desean la llegada de nuevas familias. Tienen tres años de margen.
ELENA PUÉRTOLAS 07/09/2019
HUESCA.- No pueden hacer equipos en el recreo. Ixeia empieza en el instituto
y el colegio de Montesusín se quedará con cinco alumnos. El futuro
se complica. Les quedan tres cursos de margen hasta que se vaya el siguiente, Guillermo,
de 9 años. Pero además el problema es que su hermano Carlos, de 6 años,
es el más pequeño del pueblo. Y tampoco hay visos de que vaya a llegar
ninguno. Los jóvenes no se quedan.
Las escuelas de Villanueva de Sijena, Estopiñán, Laspaúles, Laluenga,
Saravillo y Senegüé, se mantendrán este curso con seis alumnos; Azanuy
y Sesa, con cinco; y Chalamera y Paúles de Sarsa, con cuatro, según
informa el Gobierno de Aragón. Montesusín estaba inicialmente en el primer
grupo, pero ese sexto niño de tres años finalmente irá a la escuela
de Frula, también perteneciente al CRA La Sabina de Robres, porque se han mudado.
Temen el cierre.
"La sensación es que nos vamos a tener que ir todos por obligación.
Creo que mi hijo pequeño no acabará aquí porque el día que se
vaya su hermano si no ha venido nadie...", apunta Belén Oliva, madre de
los niños de 9 y 6 años y maestra. Es consciente del coste que supone
mantener estas escuelas pero es una apuesta frente a la despoblación, aunque
la continuidad es "complicada".
"Siempre hemos estado en la cuerda floja. La gente joven se va a vivir a
Huesca y los pueblos se quedan vacíos. Y no sé lo que podremos aguantar
porque si quieres que tus hijos tengan las mismas oportunidades, te tienes que matar
a hacer kilómetros para las extraescolares", comenta Paz Mur, con una hija
en el instituto y Lorenzo, de 6 años. El centro se completa con Alexandru,
de 8 años, y Jara, de 7.
El problema no surgió ayer. "Cuando el pueblo estaba lleno hace 20 o 25
años, no se hicieron casas y los hijos de los colonos que ahora tienen
50 ya empezaron a comprar pisos en Huesca. Ya en aquellos años el pueblo se
vino abajo. Ahora es todo gente mayor (223 censados)", detalla Oliva.
Solo se quedaron tres parejas, que pasan de los 40 y que suman seis hijos, aunque
muchos de los que marcharon vuelven a trabajar la tierra cada día. "Con
las familias rumanas hemos mantenido el colegio", señala. Ionela Popescu,
madre de Alexandru, aunque preferiría que hubiera 10 o 12 niños, cree
que reciben más atención y asegura que su hijo va muy contento.
Sin embargo, ahora no llega ninguna familia nueva. "Llevamos muchos años
así", indica Oliva. Pero no pierde la esperanza y sugiere que el Ayuntamiento
busque una familia para una casa vacía municipal. También hay a la venta.
Montesusín es un núcleo del municipio de Grañén, que ha puesto
en marcha iniciativas para generar empleo y combatir la despoblación.
Sin embargo, su alcalde, Carlos Sampériz, entiende que no se trata de una lucha
"quijotesca" sino de conseguir una coordinación entre el Gobierno central,
el autonómico y los municipales para hacer "una estrategia conjunta".
En su mismo término, se encuentra Curbe, que ha pasado de librarse del cierre
en 2011 con tres alumnos a los 23 de ahora. El éxito se atribuye en parte a
que se construyeron viviendas, ya que la carencia de casas disponibles es uno
de los problemas que la Diputación Provincial de Huesca ha detectado en
los pueblos y para lo que ha planteado medidas legislativas al Gobierno central.
"Soy de las que piensa que cuando un cole se cierra, un pueblo se muere.
Y si no hay colegio es más difícil que llegue gente", apunta María
José Cebollero. Natural de Angüés, se casó en Montesusín,
donde su marido se dedica a la agricultura y ella se incorporó con una granja
de terneros de cebo porque "encontrar trabajo en el pueblo es difícil
y con la jornada continua, que salen a las 14 horas, sin comedor y sin extraescolares,
salir fuera tampoco es posible", indica. Su hija Ixeia, de 11 años, empieza
el instituto y Jara, de 7, será la única niña este curso.
"Socialmente es una pena. Con 10 o 12 alumnos es una escuela pequeña, pero
ahora no pueden ni hacer equipos", indica Belén Oliva. "Mi hija nunca
había jugado un partido de baloncesto hasta el año pasado que fuimos las
madres a jugar", señala Paz Mur. Ahora, confían en que la Comarca
de Los Monegros les mantenga las actividades extraescolares, para las que exigen
un mínimo de seis inscritos. Por supuesto, se tienen que poner de acuerdo.
Uno no puede patinar y otro hacer multideporte. No pueden hacer equipos, pero todos
juegan a lo mismo.
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