Marcos salvó el colegio del cierre en 2011 y ahora es el mayor de un centro con mucha vida y aspirantes a entrar
ELENA PUÉRTOLAS 07/09/2019
HUESCA.- Marcos llegó de Barcelona con 4 años y salvó del
cierre la escuela de Curbe, que se mantuvo con solo tres niños (2011/2012)
porque había perspectivas de crecimiento. Y no erraron el cálculo.
Es más, ni siquiera soñaron con lo que sucedería. Ocho años
después, es el más mayor de un colegio al que el martes día 10
se incorporarán 23 alumnos. Además, hay varios menores de tres años
y una embarazada, por lo que el futuro está asegurado.
Son la cuarta generación de los colonos que conquistaron esas tierras
monegrinas hace medio siglo.
Jóvenes que han apostado por quedarse y otros que llegaron de fuera
han encontrado en Curbe, en el municipio de Grañén, el lugar ideal para
criar a sus hijos, que corretean y van en patinete o bicicleta sin preocuparse del
tráfico. En parte, lo achacan a la construcción hace una década de
ocho unifamiliares de Protección Oficial, que están ocupadas. Muchos
se dedican a la agricultura o la ganadería.
Ni había muchos niños ni hablaban en catalán. Ese fue el resumen
de Marcos del primer día. Y ya se quedó atónito cuando comprobó
que la maestra tampoco. "¿Qué podía aprender allí?",
debió de pensar, según interpretó su madre Marimar López. Nacida
en Curbe, marchó a Barcelona por amor y un verano que regresaron coincidió
con que su marido se quedó sin trabajo y se rompió una pierna, ella
encontró trabajo de cocinera en Grañén, y decidieron quedarse.
La víspera de que tocara el Gordo en Grañén, llamaron a Marimar para
trabajar en la residencia de Alcubierre y dijo que ya no hacía falta que le
tocara nada al día siguiente. Pero, además, le tocó. Con los 100.000
euros de una de las participaciones de Sodeto, se compraron una casa. Ahora, sus
suegros han adquirido otra y se van a trasladar desde Barcelona.
Eva Blanco, la madre de Aimar, de casi 2 años, llegó a Curbe porque su
chico es de Grañén, trabaja en Montesusín, y ya se había comprado
una casa allí. "Me preguntó si me importaría vivir aquí
y la verdad es que no, porque se está muy tranquilo y es muy familiar",
apunta esta oscense. En Huesca, trabajaba de auxiliar de Enfermería, pero los
turnos le complican la conciliación y ahora va a empezar de ayuda a domicilio
en la Comarca de Los Monegros.
También llegó de fuera Paco Vilchez, que se crió en Huesca y después
de vivir cuatro años en Graus, el pueblo de su mujer al que no se hacía,
volvieron a la capital y cuando encontraron una casa en Curbe lo tuvieron claro.
"Llegamos en 2006 y la acogida fue muy buena, empezamos a hacer amigos y nuestros
hijos Kiko y María ya han nacido aquí", comenta Vilchez, que dice
que no le importa la media hora que tiene al trabajo porque le compensa la tranquilidad
cuando llega a casa y, sobre todo, para criar a sus hijos. Se escuchan risas
en la plaza de Curbe. Hay niños, hay vida.
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