Alega que el acusado no atravesaba una "situación fácil" al estar con "alto estrés y preocupación" acrecentado por la llegada de la niña
HUESCA.- El representante de la defensa del presunto
asesino de la niña de 8 años Naiara tras horas de torturas y golpes
por parte de su tío político, considera que el procesado no sólo
carecía de intención de matar sino que los instrumentos usados en los
castigos "no eran en absoluto potencialmente causantes de una muerte.
En su escrito de defensa, al que ha tenido acceso Efe, el letrado del acusado expresa
su disconformidad con el relato de hechos del fiscal y de las acusaciones
particulares al calificar el delito como asesinato y solicitar para su cliente la
pena de prisión permanente revisable.
Según este abogado, el acusado, Iván P.P., que será enjuiciado
por un jurado popular
junto a su madre y su hermano, padrastro de la niña, imputados a su
vez por la fiscalía por un presunto delito de maltrato continuado, "ni
contaba, ni deseaba ni pretendía el resultado final".
Destaca, además, que los medios utilizados en las torturas infligidas a Naiara,
gravilla sobre la que fue obligada a arrodillarse, una raqueta electrificada y golpes
violentos de todo tipo, "no acreditan en ningún momento la intención
de matar".
"No hay dolo homicida", continúa el letrado, que añade
que "para que existiera, sería exigible en el autor la conciencia o conocimiento
del riesgo elevado de producción del resultado que su acción contenía.
Añade, además, que el procesado no atravesaba en esos momentos una
"situación fácil" debido a los problemas que acumulaba a nivel
laboral, con su pareja y de salud, que le habían provocado varias pérdidas
de conciencia relacionados con las afecciones neuronales que arrastraba desde niño.
Una situación, resalta el abogado, que le había generado un estado
de "alto estrés y preocupación" que se vio acrecentado con
la llegada al domicilio de Sabiñánigo en el que vivía con su madre
y dos hijas menores de su hermana, que las había dejado al cuidado de su abuela
tras separarse, la pequeña Naiara.
"El cambio de rutina en su domicilio -argumenta-, acostumbrados a vivir los
cuatro, su madre, sus dos sobrinas y él, empeoró ese estado emocional
al que se veía sometido. Tener otra menor de la que también se sentía
responsable y con un carácter rebelde, hizo que se despertara en él una
ira incontrolable, un estado de arrebato y obcecación insuperables".
Todo esto, añade el escrito de la defensa, constituye un desarrollo de los
hechos "no querido, ni siquiera ideado ni imaginado" por el procesado.
En su escrito reclama para su cliente una condena por un delito de lesiones
en concurso ideal con otro de homicidio culposo, y deja en manos del tribunal el
establecimiento de la pena a cumplir.
El escrito del fiscal, que coincide en supetición
de prisión permanente revisable con las hechas por los representantes
legales de la madre y el padre de la menor, ofrece, por contra de la defensa, un
pormenorizado relato de las torturas a las que fue sometida la niña
entre las 08.30 y las 13.30 horas del 6 de julio de 2017.
Según el ministerio público, el acusado actuó de forma "salvaje,
despiadada e inmisericorde" al forzar a la menor a permanecer de rodillas
sobre gravilla, y proceder posteriormente a sujetarle las manos con grilletes y
utilizar un calcetín como mordaza para impedirle gritar.
También, relata el fiscal, golpeó de forma "contumaz, brutal, atroz
e injustificada" la cabeza de la niña con puños y botas con puntera
de acero, le provocó "atroces quemaduras" con un raqueta electrificada,
le golpeó de manera "perversa" con una hebilla en las plantas de los
pies y le levantó del cabello para arrojarla contra el suelo con violencia.
La menor, continúa el ministerio público, estuvo inconsciente durante
más de dos horas, hasta que sufrió una parada cardiorespiratoria que
obligó al procesado a llamar a los servicios de urgencia, falleciendo posteriormente
la niña en el hospital.
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