Sólo se conocen los diagnósticos positivos de los pacientes ingresados en hospitales, debido a la falta de PCR y test
MADRID.- Si las medidas de confinamiento decretadas por el Gobierno resultan
eficaces, a finales de esta semana se podrá observar una estabilización
de los
contagios por COVID-19, aunque la realidad de la epidemia en España
está muy por encima de los datos conocidos y el número real de infectados
alcanzaría los 300.000.
Así lo ha asegurado a Efe el microbiólogo de la Clínica Universidad
de Navarra Gabriel Reina, que recuerda que en España sólo se conocen
los diagnósticos positivos de los pacientes ingresados en hospitales, debido
a la falta de PCR y test, y estima que la cifra real de contagiados multiplica por
cinco o por diez el número de casos notificados.
"Allí donde se están diagnosticando a más personas se traduce
en una letalidad inferior porque se conoce la situación de infección
de personas jóvenes o sin patología, que engrosan las estadísticas
de los casos confirmados", algo que no ocurre en España, donde sólo
se están diagnosticando los casos graves o determinados colectivos como el
personal sanitario, policía, etc.
De esta manera, parece que la letalidad es más alta en España que en
países como Alemania, Suiza, o Corea de Sur, que seguramente representen
una letalidad más cercana a la realidad de este coronavirus, dado que habría
que estimar entre 200.000 y 300.000 casos reales en nuestro país, asegura.
Sobre la evolución de la pandemia en España, Reina explica que el número
de casos se va incrementando cada vez a un ritmo más alto, "lo que
es preocupante, pero a la vez era lo esperado".
"Durante el fin de semana deberíamos empezar a ver una estabilización
en el número de infecciones si las medidas de aislamiento que se han implantado
con el estado de alarma son efectivas", calcula.
Una vez lleguemos a un punto de estabilización y el numero de casos empiece
a reducirse, "será importante mantener unas normas de distanciamiento
social hasta que cese la actividad del virus" y sobretodo -advierte- contar
con un sistema de vigilancia activo de los nuevos casos.
Esto es fundamental porque permitirá observar de forma muy precoz "la
foto en tiempo real" de lo que está ocurriendo en cuanto a la circulación
del virus y, de esta manera poder adoptar, si fuera necesario, nuevas medidas de
aislamiento.
Y es que "algunos modelos, como el del Imperial College de Londres, advierten
de que este próximo otoño se podría producir otro pico importante
de actividad del virus".
"Si tenemos un buen sistema de vigilancia estaremos preparados para actuar
de forma precoz y poder sufrir las consecuencias del virus en menor medida",
anota.
Este microbiólogo no cree que el COVID-19 pueda mutar para aumentar su letalidad,
pero pide que se tenga en cuenta la posibilidad de que aparezcan futuros virus que
puedan emerger de reservorios animales, como ha sido este caso.
A falta de conocer si este coronavirus produce anticuerpos que inmunicen frente
a un futuro brote de la enfermedad, para Reina, la vacuna es el "arma fundamental"
con la que debemos contar para luchar contra la infección.
Una vacuna que, advierte, tardará en llegar al menos 18 meses, a pesar
de que en este caso se está intentando acelerar un proceso que, en condiciones
normales, se alarga varios años.
"Hay que desarrollar un producto en el laboratorio, probarlo en animales,
luego en pequeños grupos de humanos y, posteriormente, en grupos amplios
de personas para conocer las características del producto y tener la certeza
de que es seguro", explica.
EEUU y China van a empezar ensayos clínicos en personas y animales,
pero es necesario conocer qué dosis hay que administrar y si es necesario acompañar
la vacuna de adyuvantes para incrementar la respuesta inmune de la persona, etc.
Todo esto lleva a pensar a este microbiólogo que hasta el primer semestre
de 2021 no habrá vacuna y luego -avisa- "habrá que producirla
de forma masiva" para poder comercializarla en todo el mundo. "Es un proceso
bastante largo".
En cuanto al tratamiento, se están probando en los pacientes distintos antivirales
que ya se utilizaban para otras patologías, como 'remdesivir' o 'lopinavir',
pero aún no hay datos concluyentes sobre su efectividad.
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