El miedo a que los hospitales colapsaran, el sufrimiento y aislamiento "muy severo" de los pacientes o la falta de protección han golpeado el ánimo de los sanitarios
HUESCA.- La clásica pregunta de quién vigila al vigilante se
reformula estas semanas en quién cuida a quienes nos cuidan. En lo material,
parece que la responsabilidad ha recaído, más que en la Administración,
en ciudadanos y empresas a través de donaciones y en los propios médicos
con sus, como algunos de ellos las llaman, "manualidades" para convertir
bolsas de basura en batas con las que atender a los pacientes. Mientras, la
Administración se ha topado por su falta de previsión con un "bazar"
a la hora de comprar equipos a última hora en un mercado global marcado
por -como medios nacionales han recogido- la especulación, la falta
de producción propia por décadas de deslocalización precisamente
a China, la mala calidad de mucho material, y la "guerra" a golpe de
talonario entre países, incluso en plena pista de despegue del avión.
En lo psicológico, pesa todavía el miedo de que los hospitales se colapsaran.
Un riesgo que ahora parece conjurado, pero que durante semanas estuvo constantemente
en la mente de muchos médicos, como varios han reconocido a este periódico.
En si se llegaría a la situación de Madrid y Cataluña, a tener
que elegir quién entra en una cama con respirador y quién no, a elegir
quién vive y quién muere en resumen.
A esto se suma la ya mencionada
falta de material y el miedo a infectarse -66 sanitarios contagiados en
la provincia hasta el domingo y el
primer muerto en Zaragoza el sábado-, así como la avalancha de
casos en los centros, aunque no se hayan desbordado.
Los
psicólogos de Salud Mental del sector sanitario oscense ya activaron
un servicio tanto para profesionales como para contagiados y familiares al inicio
de la pandemia y este fin de semana los consejos nacionales de Medicina, Enfermería
y Psicología acordaron otro tanto.
Maite Villarroel, la vocal de hospitales del Colegio de Médicos, reconoce que
"es bastante duro" trabajar en estas circunstancias. "El estrés,
no tener la protección, ver gente aislada, a muchos mayores que no pueden estar
con sus familias o la desolación de las familias por no poder estar en los
entierros" hace mella, "sobre todo psicológicamente", pero
"todos, no solo los médicos, sacamos fuerzas de donde no tenemos y trabajar
en equipo ayuda" y "ayuda ver que todo el mundo se entrega".
Para José
María Borrel, presidente del Colegio, hay dos factores fundamentales
para el estado anímico. Por un lado, "ver el sufrimiento de los pacientes,
en algunos casos muy severo" y que eso "se repita en un paciente y otro
y otro", y, por otra parte, "no tener todo el apoyo que deberíamos
tener de la Administración". Otra vez la falta de protección,
lo que lleva a "tener el miedo de ser el siguiente".
Ramón Boria, presidente de la Junta de Personal de Sanidad, repara en el
personal de UCI "que se haya visto totalmente desbordado. Eso se vive y
se pasa muy mal". Con trabajadores que han perdido casi diez kilos desde
que empezó la epidemia, Boria también alude al impacto en la familia
por posibles contagios: "La familia a veces se va de la casa o la pareja
se queda pero cae enferma". Y la falta de test hace que la pareja del sanitario
contagiado vaya a urgencias con síntomas pero no se le hacen pruebas.
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