El lingüista y escritor aragonés es el ganador este año del Premio Condau de Ribagorza de Relatos
GRAUS.- El lingüista y escritor aragonés Chuan Carlos Bueno -ganador
este año del Premio Condau de Ribagorza de relatos- apuesta por "preservar"
el aragonés, pese a reconocer su situación "complicada". La pervivencia
pasa, como en el caso occitano en el que está especializado, por vincularla
a los usos sociales y familiares. "Es primordial que la lengua escolar pueda
encontrar un referente vivo al exterior", considera, abogando por que la
lengua despierte el interés. "Deberíamos centrarnos en crear una comunidad
de hablantes, lazos de unión, espacios de uso fuera del ámbito escolar
y hacer atractiva la lengua".
"La llegada a la enseñanza no es suficiente para apuntalarla en unos usos
sociales mínimos", considera, valorando iniciativas como la de la parte
alta de Ribagorza. "Sé que en el Valle de Benasque se trabaja bien y
se han hecho progresos tanto en Primaria como en Secundaria, pero son dinámicas
complicadas de cambiar. No sirve de nada dar dos horas de ribagorzano a la semana
si cuando salen de clase no tienen la más mínima posibilidad de socializar
en esa lengua. Debe hacerse atractiva, y las lenguas minorizadas no suelen serlo.
Entonces nos queda hacerla interesante, ya sea económicamente o por el filtro
afectivo, por sentimiento de pertenencia".
Con residencia en El Run, en Ribagorza, Bueno ejerce como docente en Francia, donde
resalta la labor social para mantener la lengua frente al "menosprecio"
institucional. "Sin un soporte público decidido de la lengua no queda
otra que el asociacionismo y la implicación personal. Soy profesor de Secundaria
en un instituto asociativo, donde el occitano no solo es la lengua lectiva, es la
lengua de comunicación. (...) Y, sobre todo, se trata de hacer posible esa
conexión perdida entre los abuelos y los nietos, la lengua de clase debe ser
la lengua que debería haberse conservado en casa", dice.
Bueno ganó el "Condau" con su relato futurista Expedición 62,
"un desafío" porque "como lengua minorizada está perdiendo
espacios", comenta agradecido por un galardón que valora en su conjunto.
"Los premios y su repercusión son necesarios para normalizar el uso
y la existencia y reconocimiento de la lengua. Pero sirven también para
cambiar funciones sociales que la lengua dominante no permite".
Más cómodo con la prosa, "cada vez me cuesta más escribir
poesía", crea en "momentos de inspiración", pero siempre
con "lealtad a la lengua". "En el caso del ribagorzano, el proceso debe
servir para reforzar usos que se están perdiendo, formas propias que deben
conservarse".
Sus lazos familiares y personales han definido su inquietud por el aragonés.
"Fue un camino natural", confiesa, incidiendo en sus posibilidades. "No
puedo ni quiero escribir en castellano (...). Escribir en ribagorzano no solo
aporta matices de pertenencia, deja un sello inviolable, un nexo entre la persona
que te ha legado la lengua, la palabra, la expresión. Ponerlo por escrito es
luchar contra una situación de injusticia", concluye.
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