Alberto Andrés lleva el albergue municipal El Run, montó una empresa de aventura y ha creado una familia asentada en Bisaurri
ELENA PUÉRTOLAS 04/07/2020
Apostó por reabrir el albergue de El Run, en el municipio ribagorzano
de Castejón de Sos, en 2007 en un empeño por quedarse en la zona,
aunque para entonces casi casi con el nacimiento de su hija ese mismo año ya
estaba "sentenciado". Con mucho esfuerzo, ha conseguido que funcionara un
modelo de alojamiento que se tiene que llenar mucho para sacarlo adelante porque
la estancia es económica. Por eso ahora, con un 50 % de aforo, la rentabilidad
se complica.
Es Alberto Andrés, más conocido como Alberto "El Run",
un "cambio de apellido" que le enorgullece por lo que le une al territorio,
aunque todavía lo llamen también el salmantino o salamanqués. Pero,
"vamos a aguantar", dice con optimismo en una campaña atípica,
al tiempo que lamenta que ahora trabaja solo y que en circunstancias normales
estarían cuatro.
El Run es una de las últimas localidades a las que ha llegado la banda ancha
por el plan de Extensión de la Diputación Provincial. En esta población,
funcionaban con ADSL, con capacidad limitada. "Para la gestión de las reservas,
muchas por correo electrónico, es suficiente, pero tampoco da mucho más",
indica, aunque apunta que su tipo de clientes (montañeros, familias...) tampoco
lo exigían.
"Con la ADSL te apañas cuando no tienes otra cosa, pero si no...",
comenta José Manuel Abad, el alcalde del municipio de Castejón de Sos,
población en la que también se ha instalado, aunque están pendientes
de ajustes para que esté al 100%. "Funciona mucho mejor y ahora hasta
podemos ver Netflix", indica José Ramón Escanés, del Bar
Casa Tintorero, aunque apunta que están pendientes de esos ajustes porque ha
dado fallos. Su mujer, indica, que tiene una gestoría, siempre se ha encontrado
con muchos problemas con la ADSL para la administración electrónica.
Aunque ahora, con esta situación, todavía no ha hecho el cambio.
Alberto Andrés llegó al valle de Benasque desde Salamanca hace 25 años
"con experiencia en hostelería, ganas de fiesta y curiosidad por la montaña",
resume él mismo. Así que... encontró su sitio. Se subió por
primera vez a unos esquís y hoy combina su trabajo como monitor en una escuela
de esquí en invierno y guía de montaña en verano. En este último
caso, con su propia empresa Guías El Run. Cuando acaban esas jornadas
por pistas, caminos o barrancos, sigue con el albergue.
"Aquí tienes que compaginar trabajos porque, si no, es muy complicado",
indica. Por ello, es "un buen ejemplo de que a base de constancia, y suerte
también, te puedes quedar a vivir", indica. Entre la hostelería
y la montaña se ha buscado una estabilidad que le ha permitido formar un
familia. Bromea con que para la gente del valle nunca dejará de ser "el
salmantino", pero su hija Vega, de 13 años, aunque tenga nombre de la patrona
de Salamanca, ha nacido en Bisaurri, donde se construyeron una casa. "En estos
pueblos, en invierno no ves a nadie, ni aunque hagas por ver a vecinos", indica,
para dar una idea de la despoblación, aunque El Run ha crecido y suma 112
vecinos censados, aunque viven muchos menos.
Pero, dice, no ha sido fácil. "Si no eres de aquí y tienes algo familiar,
es difícil y poca gente se puede abrir camino", indica. "Te podría
decir que de muchos de los que llegamos aquí solo estamos tres o cuatro con
negocio propio", indica. En el albergue les ha costado, pero funcionaba muy
bien hasta la pandemia. La tranquilidad y, ahora, la conectividad pueden ser
un atractivo para El Run.
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