La Asociación de Vecinos intenta evitar la desaparición de un centro que funciona desde 1883 y defiende las ventajas de la escuela rural por su espacio, la metodología educativa y, ahora en plena pandemia, por la seguridad
MERCEDES PORTELLA 19/09/2020
La
escuela de Senegüé, en el municipio de Sabiñánigo, ha
comenzado el curso 2020-2021 con tres alumnos de 6º de Primaria. El año
que viene acudirán a Sabiñánigo para empezar con Secundaria y si
no ocurre un milagro, esta escuela rural cerrará sus puertas. Desde
siempre, a ese centro acuden también los niños y niñas de Sorripas.
Estos núcleos se encuentran uno frente a otro, solo les separa la carretera
N-260.
Los dos pueblos con sus vecinos, alcaldes, profesora de la escuela, padres y madres
de alumnos, Asociación de Vecinos de Senegüé y Sorripas, etc. llevan
varios años promocionando este centro y buscando
nuevos vecinos, familias con niños que se instalen en estos pueblos
para que los chavales acudan a la escuela y esta no tenga que cerrar. Para el próximo
curso, los esfuerzos no han dado los frutos esperados. "Nos duele mucho que
la escuela más antigua de nuestro municipio pueda cerrarse cuando más
atenciones, equipamiento y posibilidades ofrece", explica el presidente de la
Asociación de Vecinos, Toño Pardo.
Este curso hay alumnos suficientes, se cumple la ratio mínima que exige Educación
y no corre peligro. "Pero el problema está muy cerca, ya que a su finalización,
y de no haber nuevas matriculaciones, el curso 2021- 2022 sí que correría
peligro. Aunque Educación y su directora provincial siempre ha sido receptiva
a nuestros problemas y trabajamos en conjunto buscando soluciones, sería
difícil mantener esta escuela sin alumnos suficientes. Por ello, hemos
estado difundiendo el colegio e intentando hacer ver que era también una
buena opción para muchas familias, pero finalmente la escuela ha comenzado
solo con tres alumnos".
UNA OPCIÓN PARA REDUCIR LAS RATIOS EN SABIÑÁNIGO
Cuando empezó el periodo de matriculaciones, los pueblos de Senegüé
y Sorripas habían ofrecido su escuela "para descongestionar un poco algunas
aulas de Sabiñánigo y al mismo tiempo revitalizar los valores y beneficios
y métodos educativos de la escuela rural, como es el caso de la nuestra de
Senegüé". Argumenta Toño Pardo que en la situación creada
por la covid, "esta escuela ofrece una garantía de seguridad gracias
a su baja ratio, su amplio espacio y su metodología educativa. Son
múltiples los beneficios que ofrecen las escuelas unitarias para el desarrollo
del alumnado y ahora se añade el de escuela segura". Educación ha
considerado no mover las aulas de los colegios de Sabiñánigo y Senegüé
ha abierto el curso con tres alumnos.
Se da la paradoja que tanto en Senegüé como en Sorripas, hay niños
y niñas en edad escolar de Infantil y Primaria que acuden a colegios de
Sabiñánigo, bien por comodidad de las familias, bien porque al contar
con comedor les resulta más fácil conciliar a los padres y madres, o bien
porque las familias son libres de elegir. En esta situación habría
unos diez chavales. "Senegüé viene luchando desde hace años
por mantener su escuela. Hubo que buscar familias porque no había niños
en Senegüé y Sorripas, pero ahora es diferente, hay niños en edad
escolar que podrían ir a esta escuela pero las familias no están interesadas
en llevarlos a una escuela rural y apuestan más por otros centros con más
niños y eso lo está pagando nuestra escuela rural. En algunos pueblos
la problemática es que no hay niños y aquí es lo contrario, hay
bastantes pero ha cambiado la dinámica. Esta escuela tiene más medios
que nunca, está más equipada que nunca y, entonces, tenemos un grave problema.
Una vez que se cierre es muy difícil que se vuelva abrir".
La escuela de Senegüé se construyó en el siglo XIX, en 1883,
y desde entonces ha sido el lugar donde las generaciones de Senegüé y
Sorripas han iniciado su educación. El edificio donde está ubicada se
construyó al mismo tiempo que la casa del maestro, "condición
que el Ministerio imponía a los municipios en esa época para dar vivienda
al docente", comenta Toño Pardo. La casa del maestro es hoy en día
parte del espacio dedicado al Centro de Interpretación de los Glaciares.
Elena Larraz es la madre de Rubén, uno de los tres alumnos que han comenzado
el curso en la escuela de Senegüé. "Yo soy de Sabiñánigo
pero llevo 20 años viviendo en Senegüé y mi hijo mayor, que está
en la universidad, ha ido a esta escuela y ahora está el pequeño y nunca
hemos tenido aquí ningún problema. Los tres alumnos que hay ahora,
pasarán el año que viene a Sabiñánigo y ahí acabara
la historia de la escuela de Senegüé".
"DESCONOCIMIENTO DE LA ESCUELA RURAL"
Elena Larraz dice que ellos están "encantados" con la formación
que reciben aquí estos chicos. "Pienso que la gente tiene desconocimiento
hacia las escuelas rurales y hay familias a las que les parece que en un colegio
más grande hay más recursos, salen mejor preparados, y también quieren
que vayan con más niños para que socialicen mejor. Cada familia tiene
sus circunstancias y los padres y madres eligen libremente a qué colegio
quieren llevar a sus hijos y están en su derecho, nadie lo critica. Por nuestra
parte siempre hemos respetado esas decisiones y jamás hemos tenido ningún
problema de convivencia".
Esta familia considera una "buena elección" la escuela rural.
"Mi marido ya fue a esta escuela y mi suegro que tiene 93 años también,
y mis dos hijos. Consideramos que pasan muy bien preparados al instituto.
Aquí al estar tan poquitos reciben como clases particulares. Desde mi experiencia,
puedo decir que ha ido todo muy bien. Pero también pienso que una cosa es vivir
en el pueblo y otra es vivir el pueblo. Han venido familias a vivir a Senegüé
o a Sorripas y han elegido el grado de integración que quieren tener con los
vecinos o de complicidad con el pueblo".
Asimismo, esta madre añade que no solamente no hay interés por la escuela,
"tampoco hay interés por un vecinal o para acudir a un llamamiento para
la limpieza de algo en el pueblo, es un poco todo, esa es la pena que tenemos,
pero todo es muy respetable".
Elena Larraz
destaca el trabajo de la maestra Laura Montañés que ya lleva
aquí varios cursos así como de quien le precedió, Inés Buisán,
que pasó en esta escuela sus últimos 28 años de docente antes
de la jubilación. "La escuela está muy bien dotada, y además,
llegan todos los maestros de materias especiales y los objetivos son los mismos
que los de un colegio grande, qué más se puede pedir", comenta.
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