El presidente de Arede asegura que muchos por miedo se quedan en casa "mal atendidos"
HUESCA.- La elevada mortalidad registrada en las residencias de ancianos
a causa del coronavirus está pasando factura a este sector, que de tener
listas de espera ha pasado a contar con plazas libres.
Santiago Cosculluela, presidente de la Asociación Aragonesa para la Dependencia
(Arade) y responsable de la residencia Avenida de Huesca, plantea que los
datos de fallecidos, especialmente durante la primera ola de la pandemia, han hecho
"mucho daño". Asegura que el desglose de cifras de decesos por
covid entre residencias y hospitales, al que se refiere como "una auténtica
barbaridad", ha despertado cierto miedo.
"Tenemos el problema de que se ha hecho mucho hincapié en los fallecidos
en las residencias, algo totalmente normal porque nuestros usuarios son los
más vulnerables y la covid entra por cualquier sitio. Sí que hemos advertido
que hay personas con miedo a entrar a las residencias", afirma.
El presidente de Arade expone que por este motivo posibles usuarios de residencias
se han quedado en sus domicilios y están "muy mal atendidos". "Los
pacientes que nosotros tenemos en residencia no pueden estar en casa porque necesitan
de unos cuidados especiales que no se pueden dar en pisos. También están
las barreras arquitectónicas y la formación necesaria para estos casos
y, además, en una residencia cada siete horas cambiamos de personal, siempre
estamos descansados, en un domicilio son 24 horas", advierte Cosculluela.
Así, asegura que de manera "involuntaria" se ha causado "un
daño tremendo" a usuarios y familiares y reclama "más cuidado"
en este sentido.
Algunos centros con plazas libres en la actualidad tenían anteriormente lista
de espera, "pero la gente se ha retraído", señala.
Desde esta situación, recuerda que el presidente de Aragón, Javier
Lambán, prometió a este sector que les iba a suministrar ayudas. "Vamos
a ver cómo se desarrolla esta idea", comenta el presidente de Arade, que
asegura que hay centros que lo están pasando "muy mal" porque tienen
menos trabajo. La compra de Equipos de Protección Individual (EPI) también
ha elevado los gastos de las residencias que han invertido a la vez en filtros Hepa
o en desinfecciones realizadas por empresas externas.
"Luego está la gran cantidad de guantes que tenemos que emplear, las
mascarillas o el gel hidroalcohólico que lo llevamos como si fuera agua
del grifo porque así debe de ser. Todo esto encarece los costes. De
momento no hemos visto ayudas, pero espero que lleguen en algún momento",
manifiesta. A su vez, agradece a la DGA que les haya entregado test rápidos
para poder detectar posibles casos y sectorizar las instalaciones ante un positivo.
UN IMPACTO "MENOR" QUE EN LA PRIMERA OLA
Cosculluela comparte la opinión del director del Centro de Coordinación
de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, quien afirmó hace
unos días que "el impacto proporcional" que están sufriendo
actualmente las residencias por la pandemia "es menor" que en la primera
ola.
"Realmente hemos bajado en incidencia de casos, pero esto va por zonas.
Estamos mejor, pero sí es cierto que donde entra la covid hace estragos porque
los usuarios que tenemos están muy delicados y este virus aumenta todavía
más sus patologías", explica.
Pese a ello, asegura que las residencias están actualmente mucho más
preparadas que en la primera oleada de la pandemia. Los brotes sufridos en estos
centros han dado lugar a un aprendizaje que se combina con el uso de EPI. "Vamos
protegidos continuamente, hacemos espacios burbuja con pequeños grupos de mayores,
mantenemos las distancias y no hay tanta transmisión. Pero esto no significa
que mañana no nos entre el virus", comenta Cosculluela, que añade
que la experiencia en estos centros ha dejado claro que de usuario a usuario también
hay que extremar las medidas de higiene y prevención.
Las visitas de familiares, dice, se intentan restringir en las residencias "porque
Aragón está en una situación bastante delicada todavía y
tenemos mucho miedo. Cuanta más gente entra más riesgo corremos, por
lo que intentamos por todos los medios que solo acceda a estos espacios el personal
que le toca de guardia e incluso proveedores no entra ninguno".
Una vez baje la curva de contagios, dice, se comenzarán a permitir visitas
y reconoce que las residencias tienen un "problema importante a nivel social".
"Solo nos centramos en la sanidad pero nos olvidamos de la parte emocional,
que es muy importante. Los residentes quieren ver a sus familiares y viceversa.
Entonces, tenemos que dejar entrar a los familiares en cuanto se pueda por el
bien de ambas partes", indica.
Los próximos meses los afronta "con mucho miedo y mucha preocupación"
ya que opina que van a ser "complicados" para las residencias. "Todos
los días nos dicen desde el centro de salud que nos atiende que no bajemos
la guardia. No podemos confiarnos y eso es lo que estamos haciendo. Lo lógico
es que vayamos a peor porque llegará el invierno y la gripe, con la que siempre
hemos tenido fallecidos", avisa.
Finalmente, quiere destacar el importante apoyo que brindan las familias a las
residencias, tal y como sucede en el centro Avenida que él gestiona, y
destaca la continua comunicación que se mantiene con ellas con videoconferencias
y llamadas telefónicas.
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