Esta oscense ha trabajado siempre en la calle Gibraltar, en el barrio Perpetuo Socorro, primero con Palacín y luego con Barreña, "y he estado muy bien, muy a gusto siempre"
OLGA GRACIA MARTÍNEZ (Huesca, 1955) ha alcanzado este año la jubilación,
tras 45 años trabajando en farmacia, siempre en el barrio Perpetuo Socorro,
de Huesca, "y ahora me dedico a mí misma". Vivió sus dos primeros
años en la calle Padre Huesca, donde tenía la sede la Cámara
Agraria, en la que trabajaba su padre, y su infancia, adolescencia y primera juventud,
residió en Santo Cristo de los Milagros, hasta que pasó a su actual vivienda
en la avenida Pirineos. De sus primeros años tiene "muy buen recuerdo,
no era como es ahora, antes era más calle, jugabas con compañeros de colegio
o vecinos y te lo pasadas superbien. Eso no tiene nada que ver con lo de ahora,
aunque no pretendo comparar". Su familia era muy aficionada a los deportes,
y, sobre todo, no ha olvidado los partidos del Huesca junto a su padre, "desde
que iba en cochecito y hasta su muerte".
Estudió en Santa Ana hasta que decidió "que no quería seguir.
Tras una temporada en casa, mi hermano abrió una tienda de aparatos de luz,
y le ayudaba un poquillo; mi primer trabajo fue la farmacia y ya no la he dejado
ni un solo día en 45 años. Yo he estado siempre en la misma", en la
calle Gibraltar del Perpetuo Socorro. "Empecé con José María
Palacín y estuve con ellos unos 20 años, hasta que se jubilaron, y
después cogió la farmacia Barreña y hasta ahora, otros 23 años.
He estado muy bien, muy a gusto siempre. El barrio, la verdad es que conmigo se
ha portado de maravilla, la gente me quiere un montón y cuando me encuentro
con alguno, es una alegría tremenda".
Un barrio que "ha cambiado muchísimo. Cuando yo fui, la última casa
era la de la farmacia", en la calle Gibraltar. "Era diciembre y fui con
mis padres e impresionaba por la niebla; no había nada asfaltado allí,
solo un cachito de acera que hicieron los de la farmacia".
Explica Olga que le hubiera gustado hacer Enfermería, "pero no quería
estudiar mucho y estuve tres meses en Villanúa haciendo un curso de auxiliar
y de nutrición y cuando lo terminé empecé a echar instancias
al Provincial, al San Jorge, en Zaragoza..., y de la noche a la mañana, me
avisaron de este empleo".
Cree que este trabajo "se respeta mucho, lo que el farmacéutico dice va
a misa, más que lo que dice el médico, que a veces te preguntan: oye,
esto que me ha dicho el médico es así, porque me fío más de
lo que me digáis que de lo del médico. Te tienen mucho respeto y te
consideran como más cercano. Yo tengo recuerdos muy buenos, ha sido todo
muy grato".
Anécdotas no faltan, casos, sobre todo, "de personas mayores, que les cuesta
un poco más nombrar un medicamento y te pedían las cosas que era superdivertido,
y cómo te explicaban lo que querían. Son momentos muy agradables, te pedían
cosas que decías: dios mío, qué me están pidiendo. Unos caramelos
de goma que pedían mongolinas, aspirinas fluorescentes, vengo del médico
y me ha dicho que tengo las verticales fastidiadísimas… Tenía una libreta
con estas anécdotas apuntadas, pero se hizo el traslado de la farmacia, se
me extravió y no la encontré".
Una vida dedicada al trabajo y el tiempo libre, a la danza. "Llevo unos 30 años
en Espacio Danza. A José lo conocía antes de abrir la escuela, que daba
clases en el Ayuntamiento. Mi tiempo libre ha sido siempre para la danza porque
me gusta mucho. He disfrutado mucho, hemos viajado mucho. Y en verano, cuando
no funciona la escuela, a la playa; y he viajado mucho, me encanta viajar. Todos
los años un viaje mundo adelante: Tailandia, California, Nueva York... Y este
año me iba a dar de premio pasar las Navidades en Nueva York, pero la covid...,
esperaremos un par de años para poder ir". Con el coronavirus también
se han suprimido las clases de danza, "y esto lo hecho mucho de menos, es lo
que más me gusta en este mundo". En la familia no tiene antecedentes en
este arte, "aunque todos hemos sido muy bailongos".
Por el confinamiento por la covid-19, Olga Gracia ha tenido que vivir unos últimos
meses de vida laboral impensables, con "mucha tensión, que la cosa es muy
seria, no se ve la salida". En la farmacia -recuerda-, "Paco nos dividió
en dos turnos, unos por la mañana y otros por la tarde, y en cuatro meses
de confinamiento no nos vimos, evitamos cruzarnos. Lo llevamos bien, dentro
de que llegaba a casa y todos los días tenía dolor de espalda, y era de
la misma presión, porque además había gente que te ayudaba, pero
había personas que no entendían lo de la covid y… Pero salimos adelante
todos bien".
En esos cuatro meses, "la gente tenía miedo y no preguntaba mucho, lo
que más ¿cuánto tiempo estaremos con esto?, pero preguntar sobre
la enfermedad en sí, no".
Mientras no sean posibles las clases de danza y los viajes, camina por la ciudad,
no para. "En casa, ahora estoy igual de tiempo que cuando trabajaba, nada".
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