COLEGIOS OFICIALES DE MÉDICOS Y ENFERMERÍA 23/11/2020
La realidad actual está cuestionando nuestra forma de vida, la escala de valores,
la fortaleza del sistema de gobierno y nuestro elogiado sistema sanitario. Tras
la primera oleada epidémica nos creíamos capaces de todo, pues lo habíamos
conseguido.
La realidad está llena de errores, pasados y presentes. Nadie escuchó
las previsiones del déficit de profesionales, lo que impidió formar en
número suficiente y retener a los que se fueron buscando estabilidad laboral
y mejores condiciones de trabajo. Nadie supo ni quiso, ni en épocas de bonanza,
reforzar el sistema sanitario a nivel estructural y de recursos humanos. No se atendió
a quienes llevan décadas pidiendo ¡diez minutos! para cada paciente en
la consulta de Atención Primaria (AP). Se planificó a mínimos y a
corto plazo, dejando la gestión a la improvisación: "Siempre hemos
salido de todo". Se descuidó la coordinación entre niveles asistenciales:
"divide y vencerás". Primaron las decisiones políticas sobre las
técnicas, la libre designación sobre la capacidad, sin profesionalizar
la gestión, todo a conveniencia y sin consultar a los profesionales, verdaderos
expertos en la materia.
A pesar de lo que veíamos en otros países, no fuimos capaces de prepararnos
y sufrimos la oleada desatendidos, sin plan alguno, protegidos solo por nuestro
ingenio y la solidaridad de los ciudadanos. Y se mostró una cara demasiado
amable de la crisis, publicando más aplausos que dolor.
Luego respiramos al ceder la presión y pensamos que habíamos aprendido
de cara al futuro, pero ante nuestro asombro la historia se repite. A pesar de tantas
promesas nadie ha movido ficha.
Los Centros Sanitarios están desbordados, a pesar de la dedicación por
encima de lo exigible de profesionales exhaustos y desalentados, junto a pacientes
que se ven desatendidos e indefensos.
La respuesta ha sido la aplicación tardía, insuficiente y variable según
territorios de medidas restrictivas, la publicación de innumerables protocolos
cambiantes y contradictorios, sin planificación eficaz ni soluciones pactadas,
la publicación de un Real Decreto-Ley que autoriza a destinar médicos
a especialidades distintas a la suya y a contratar sin título de especialista,
antesala del fin de la formación MIR y EIR que forma a los mejores especialistas
sanitarios a nivel mundial, y dedicación prioritaria de la AP a burocracia
COVID en detrimento del resto de patologías, consolidando el teléfono
como vía preferencial ante la insuficiencia del sistema, impidiendo a los pacientes
contactar con su médico. Ha mermado la calidad asistencial con sobrecarga de
trabajo y agotamiento progresivo del personal sanitario y no sanitario.
La situación no es mejor en Hospitales o en la Atención a Urgencias y
Emergencias, en donde tampoco se aprovechó para revisar planes de contingencia,
realizar reformas estructurales, adquirir el equipamiento necesario o reorganizar
recursos humanos. Se sigue desoyendo al personal asistencial.
Por todo esto, exigimos a nuestros políticos a nivel estatal que abandonen
la actitud de continua confrontación partidista, impropia del drama que vivimos
y se sienten para llegar a acuerdos, tomar decisiones y elaborar planes serios,
para todo el territorio, tras asesoramiento científico de verdad.
A las autoridades y gestores sanitarios pedimos nuestra participación en la
planificación, con validez a largo plazo, diálogo fluido con quien trabaja
con el paciente, seguridad para profesionales y pacientes, recuperar la accesibilidad
al sistema y la atención al resto de patologías, agilizando la atención
telefónica, y liberando de la burocracia que devora el tiempo asistencial.
Hay que garantizar la continuidad asistencial Primaria-Hospitalaria y entre especialidades
evitando utilizar la AP como intermediaria.
En los Hospitales debe haber planes de contingencia documentados y detallados que
permitan la adaptación inmediata a cada momento epidemiológico, sin abandonar
la atención a otras patologías.
La coordinación debe ser exquisita entre establecimientos sanitarios y sociosanitarios,
todas las administraciones y los establecimientos privados, para aprovechar al máximo
los recursos disponibles.
En la Atención a Urgencias y Emergencias, cumplir con el Real Decreto sobre
protección de los trabajadores contra riesgos biológicos durante el trabajo,
y con las recomendaciones de la Sociedad Española de Salud Pública de
septiembre de 2020.
Pedimos campañas de información sobre toda la actividad que se realiza,
para facilitar la compresión de la situación y, por último, cuando
sea posible, una auditoría del manejo de la crisis, para analizar errores.
A los ciudadanos queremos transmitirles confianza y gratitud. Su salud y seguridad
son la razón de nuestro trabajo, pero por mucho esfuerzo que hagamos, será
inútil sin su corresponsabilidad, por lo que rogamos extremen las medidas de
protección recomendadas para limitar la transmisión de la enfermedad.
Este drama sólo lo podremos superar a nivel sanitario, social y económico
si ciudadanos, gestores y sanitarios caminamos de la mano, reconocemos la gravedad
y actuamos con responsabilidad, generosidad y visión de futuro, basados en
la evidencia científica y no en la conveniencia.
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