Se puso la clásica bata azul "de tendero" a los 15 años, en Colungo
BARBASTRO.- La pérdida de Pablo Mur Bellosta a los 91 años
de edad deja a la ciudad de Barbastro sin una de las referencias más
genuinas del comercio tradicional "de toda la vida".
Se puso la clásica bata azul "de tendero" a los 15 años, en
Colungo, y la colgó con 85 años en su establecimiento Frutería
del Vero", en Barbastro.
Se retiró hace seis años del mostrador pero su presencia ha sido
cotidiana en la tienda, al fondo, para saludar a clientes y amigos. Pablo tampoco
pedía más sin su bata azul de tendero con la que atendió a la clientela
en muchas navidades de su vida. Las próximas serán diferentes sin Pablo
en la tienda que regentan sus hijos.
En su momento, se resignó a "colgar la bata" y dejar el lápiz
de las ventas en sumas que repasaba de abajo a arriba y de arriba abajo sin errores
de cálculo. "No uso calculadoras, son más fiables la memoria y
el bolígrafo"…Todo un ejercicio cotidiano de memoria prodigiosa.
Pablo, en el rincón próximo a la antigua balanza Mobba, recordaba cuando
se fue a Barcelona co 15 años y estuvo de aprendiz de comercio hasta que
hizo la mili y regresó a su pueblo, Colungo. El traslado a Barbastro vino después
porque "en el pueblo había pocos vecinos".
Comerciante desde la base, vida de tendero y mostrador compartida con su
mujer Carmen Redón, del mismo pueblo, abrieron negocio en la casa donde estuvo
la fábrica de chocolate de Simeón Aznar, relacionado con la familia de
San Josemaría Escrivá.
En los bajos del establecimiento, se conserva a maquinaria restaurada. Pablo
ha sido el último superviviente de una dinastía de comerciantes de sector.
Hotel Europa (Arilla), Sederías Goya (Santiago Plana), La Favorita (Fernando
Huguet) Banco Hispano, Imprenta Moisés (Fernando Encinar, padre), Carnecería
Mayoral, Pastelería de Blas Coscollar), Librería Cstillón (Víctor
y Antonia), Tejidos Pascau, Aceites Franco, Nicolás Morancho, Perico "el
barato", Mercería Molí y otros vecinos que definieron una época.
En mis charlas con Pablo siempre contaba que "aquí hemos vendido de todo,
es raro que alguien se marche sin comprar lo que necesita". Al mismo
tiempo reconocía, siempre, su fidelidad al negocio, "ha sido comerciante
toda la vida y he conocido a muchísima gente. La norma del buen comerciante
es sencilla, amigos siempre, enemigos nunca. Así seguiré hasta que Dios
quiera". Ese día ha llegado en fecha, 28 de noviembre de 2020.
Pablo ha vivido los tiempos difíciles del "apúntemelo que se lo
pagaré al final de mes" y casi nunca le fallaron las "anotaciones"
en el gancho tras el mostrador. Se ha muerto un comerciante tradicional "agradecido"
a los clientes que ya dejó el legado a sus hijos Mari Carmen, Ana, Víctor
y Pablo.
En el año 2015, recibieron uno de los galardones Germana de Foiz, concedidos
por el Ayuntamiento de Barbastro por su compromiso con la venta de productos
agroalimentarios del territorio y porque, sin perder su esencia tradicional, se
adaptaron a los nuevos tiempos y apostaron por los productos gourmet. Pablo ha sobrevivido
tiempos de crisis y ahora volverá a Colungo para descansar en paz.
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