ADOLFO COSTAS GASCÓN 03/12/2020
En la carretera son muchos los riesgos que corremos de sufrir un accidente, porque
al margen de nuestra propia responsabilidad y la de los demás conductores que
comparten la carretera con nosotros, existen distintos factores, tanto atmosféricos
como de otra naturaleza, que contribuyen a crear un ambiente negativo durante la
conducción. Pues bien, aunque son muchas las circunstancias adversas que podemos
encontrar durante la conducción, hay dos que en mi opinión, por la forma
sorpresiva como se manifiestan, destacan sobre las demás, me refiero a los
deslumbramientos y la niebla, dado que tanto una como otra, suelen aparecer de manera
inesperada y por unos instantes el conductor pierde totalmente la visión de
la carretera y con ello el control del vehículo, con evidente riego de sufrir
un accidente, por colisión o salida de la vía. Por todo ello, es una medida
de precaución importante, que a la hora de salir a la carretera, valoremos
la posibilidad de enfrentarnos con este tipo de inconveniente, que nos vendrán
dados por la hora, estación del año en que nos encontremos (otoño)
o si lo hacemos en zonas propensas a la formación de bancos de niebla (riberas
de los ríos), partiendo de la base de que, hablamos de los deslumbramientos
solares, pues en lo que respecta a los provocados por otros vehículos, son
totalmente inopinados y con mayor dificultad de previsión. Sirva de ejemplo
de estos casos, el accidente ocurrido durante el atardecer del 12-11-77 en la N-420,
lugar próximo a La Mata de Los Olmos (Teruel), donde el conductor de una furgoneta
que transportaba a unos mineros de la zona, sufrió un deslumbramiento solar
en una curva e invadió la izquierda de la calzada, colisionando contra un camión,
con resultado de cinco muertos.
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