Secretario provincial de Cruz Roja, lleva toda su vida unido a esta institución, que cuenta en Huesca con un amplio respaldo social y que intenta mejorar cada día pensando en las personas
Tenía 14 años cuando Juan Antonio Bergua Lacasta (Huesca, 1961) se
acercó a Cruz Roja por primera vez y desde entonces no ha salido de su
radio de acción. Está marcado por ese sentido humanitario y de ayuda a
las personas. Personas, una palabra que está siempre presente en su charla;
sobre su atención, su bienestar o sobre su labor solidaria. Desde 1988 es
secretario provincial de Cruz Roja, y también lo fue autonómico de
2000 a 2011, un puesto desde el que gestiona, planifica y apoya a la actuación
de la institución.
Su padre, que tenía una pequeña empresa de construcción y su madre,
ama de casa, formaron una familia numerosa con sus cinco hijos, Mariano, Ascensión,
José María, María Teresa y Juan Antonio, todos muy unidos. "Hemos
tenido una suerte tremenda", dice. Estudió en Salesianos, en el colegio
Altoaragón, y completó Magisterio. En 1994 se casó con Ana María
Marco y tuvieron a sus hijas María y Loreto.
Juan Antonio se había acercado a Cruz Roja Juventud a través de un vecino,
y llegó la oportunidad de realizar en la institución el Servicio Militar
como voluntario, lo que le permitía compaginarlo con sus estudios. Realizaba
servicios preventivos y emergencias y por las tardes estaba en la Secretaría
de la Unidad Militar, aunque, poco a poco, se fue haciendo cargo de la gestión
de otros procesos administrativos.
En ese tiempo Cruz Roja tenía 200 soldados en la provincia, el tercer
número más alto tras Madrid y Barcelona, con incluso plazas de mar amparándose
en los embalses. "Eso era una buena gestión que permitía que los
jóvenes permanecieran aquí trabajando o estudiando y haciendo una
labor social", reconoce.
Una vez concluido este periodo, siguió colaborando con Cruz Roja, y
estuvo tres años en educación de menores en pisos que gestionaba
la Diputación Provincial de Huesca, una "experiencia muy bonita", de
la que todavía guarda el recuerdo de una familia de la provincia a la que tuvo
"la suerte" de reagrupar. "Los he visto después y te genera
una gran satisfacción", comparte.
Cuando la DGA se hizo cargo de este servicio, surgieron las plazas de secretarios
provinciales en Cruz Roja, concurrió y logró el puesto. Efectuó
un proceso de formación y perfeccionamiento en Madrid y sumó un Máster
en Dirección y Gestión de Entidades sin Ánimo de Lucro. Dejó
aparcado el Magisterio, algo que siempre le ha rondado por la cabeza. "Pero
a veces la vida te lleva por otro camino y empecé en el mundo de lo social,
donde estoy feliz", apostilla.
Así, en 1988, ya estaba oficialmente en la Secretaría Provincial
asistiendo a todo el cambio que había experimentado Cruz Roja desde el ámbito
sanitario, con una red básica de ambulancias y puesto de socorros en carretera,
"que fue como empezó a expandirse en la provincia en tiempos de José
Porta como presidente", a la amplia labor social que desarrolla actualmente;
"un giro espectacular". El trabajo es inmenso; se ha pasado de dos a
cien trabajadores, más de 2.000 voluntarios -"un valor esencial"-
y se cuenta con 16.000 socios, "otro valor superimportante". "El 7 %
de la población es socia de Cruz Roja", remarca con orgullo. "Huesca
es una provincia pequeña pero la gente es supersolidaria. Cada vez que se hace
un llamamiento está bien situada en la foto. Tenemos la ventaja de la proximidad,
estamos cerca y nos ayudamos".
Como muestra, la Medalla de Oro de la institución que lucen Biescas, Sabiñánigo
y Jaca por su actuación en la tragedia de Biescas, donde Juan Antonio vivió
implicado un mes en el gabinete de crisis. Recuerda que tuvo que comunicar una pérdida
a un hombre que se encontraba en el hospital y cómo le facilitó su labor
en esas circunstancias -había perdido a los siete miembros de su familia-.
Luego tuvieron la oportunidad de abrazarse y 25 años después, solo una
mirada les devolvió ese intercambio de apoyo y agradecimiento.
Si mira atrás, "todo son buenos recuerdos y satisfacción por muchas
cosas. Sobre todo pensando en lo que la institución encierra de sentido
humanitario, que te va haciendo como persona", sin olvidar "lo mucho que
hay que hacer todavía, seguir aprendiendo y mejorar cada día, hacer las
cosas de otra manera pensando en las personas", resume.
"La gente confía en Cruz Roja y esa relación de confianza hay que
trabajarla y cuidarla a diario", traslada. Así, "donde haya una
necesidad vamos a estar". Apunta como ejemplo que la covid ha dejado al
descubierto situaciones de soledad no deseada a las que se quiere hacer frente.
"Hay que estar siempre alerta para detectar los cambios sociales y abordarlos",
expone.
Recuerda que Gandhi decía que cuando la ciencia se aplica con humanidad se
convierte en sabiduría, y con ello se refiere a los sanitarios ante la pandemia,
y también a las personas que trabajan en entidades como Cruz Roja y otras tantas.
"Ese plus de humanidad es un valor muy importante del que tenemos que ser
conscientes", remarca. Quizá ahora más que nunca.
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