Diario del Altoaragón 13/01/2021
El relevo en el banquillo de la Sociedad Deportiva Huesca se ha realizado con absoluta
naturalidad. El club tuvo palabras de encomio hacia Míchel y su cuerpo técnico,
que han alzado con los azulgranas su más elevado título y han asfaltado
el camino a la Primera División. El que fuera entrenador y su preparador físico
han demostrado el arraigo y compromiso adquirido con la ciudad y el territorio con
dos misivas cargadas de sentimiento. Dos señores profesionales enrolados para
orgullo de todos en una bonita misión en la que ya no han cabido más avatares,
más vicisitudes, más alegrías y más zozobras. La SAD ha llevado
-como debe ser- con discreción el nombre del sustituto y, en el final de la
secuencia, ha presentado lo que quería: un técnico con alto poder energizante,
alegre y, lo que es más importante, capaz de asumir los valores y los desafíos
de una institución que es enseña del territorio y de sus gentes. En la
hoja que se abre de haberes y deberes, empezará a escribir los resultados deportivos
que dirijan hacia el foco de la permanencia en la élite del fútbol español.
Este deporte constituye una actividad en la que confluyen aspectos sociales, empresariales,
identitarios y, por supuesto, competitivos. Y, singularmente, es una de las facetas
de una comunidad en las que contabilizan intangibles como la pasión y la ilusión,
la razón de ser de un juego que se fortalece en cuanto es capaz de sembrar
virtudes para la convivencia. En el balance, es determinante la influencia de las
veces que el balón traspasa la línea de gol en una y en otra portería.
En la atmósfera, la felicidad o la tristeza de una afición que, en la
emoción y el júbilo de cada partido, halla un aliciente para llenar el
arcón de sus pequeñas alegrías. Pacheta viene con la encomienda de
obrar la proeza. Ya es de los nuestros. Sello FSSR.
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