FERNANDO JÁUREGUI 13/01/2021
Comienza este miércoles el desfile de comparecencias ante la comisión
de nombramientos del Congreso de los "preseleccionados" para ocupar el Consejo
de Radiotelevisión Española y la presidencia de la Corporación, que
agrupa a siete canales de televisión en TVE, seis cadenas de radio en RNE,
la web RTVE, además del Instituto, la orquesta sinfónica y coro... Un
gigante mediático de enorme importancia que mantiene en una provisionalidad
excesiva la presidencia en manos de Rosa María Mateo; un emporio de seis mil
quinientos trabajadores al que las sucesivas oposiciones acusan invariablemente
de estar al servicio de los sucesivos gobiernos.
Puede que esta indeseable situación acabe dentro de no muchos meses: en todo
caso, el proceso de "liquidación" de las estructuras actuales en la
Corporación comienza ya, este mismo miércoles. Un total de noventa candidatos
comparecerá ante la citada comisión de aquí a finales de este mes
para ser nuevamente evaluados por el Congreso y el Senado: y digo "nuevamente"
porque ya fueron esos noventa los previamente seleccionados, de los cuales veintitrés
pasaron a una especie de "final" en una competición peculiar que debería
haberse dilucidado hace dos años.
El encanallamiento de la vida política española, que ha abarcado desde
los medios de comunicación públicos hasta el gobierno de los jueces, pasando
por comisiones de control económico, ha impedido los consensos mínimos
para renovar organismos de titularidad pública y favoreciendo, así, tanto
la "provisionalidad tan definitiva" de RTVE como del CGPJ, del Tribunal
Constitucional o de la CNMV, por poner solamente algunos ejemplos. Algunos de los
primeros comparecientes de esta semana muestran su optimismo en el sentido de que
será posible encontrar un acuerdo amplio en el Parlamento -se necesitan dos
tercios- para renovar el Consejo de Administración de la radiotelevisión
pública y para definir el nombre de un presidente o presidenta para la Corporación.
Algunas fuentes parlamentarias en la comisión, que, presidida por Meritxell
Batet, la presidenta del Congreso de los Diputados, integra a todos los portavoces
de la Cámara Baja, se expresaron con el mismo, aunque cauto, optimismo. Así,
y siendo siempre optimistas, en cuestión de tres o cuatro meses podría
quedar resuelto uno de los problemas endémicos de la democracia española:
tener una radiotelevisión pública independiente del poder político
de turno. Y, si me dejan avanzar en este optimismo hasta casi rayar en la utopía,
pienso que este acuerdo "radiotelevisivo" podría arrastrar otros consensos
que hasta ahora se habían evidenciado imposibles, como la renovación del
Consejo del Poder Judicial y de la presidencia del Tribunal Supremo, que llevan
ya más de dos años con su mandato legal sobrepasado. Sería una mala
noticia que el inveterado cainismo de la política española diese, una
vez más, al traste con uno de los pocos procesos esperanzadores que se atisban
para una Legislatura que, por lo demás, esta llena de perspectivas más
bien sombrías. ¿Al fin un atisbo de posible "normalización"
dentro de la plena anormalidad que nos anega?
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