HUESCA.- "Esto del fútbol es como viajar en tren: vas sentado
y por la ventanilla ves pasar el paisaje; no te aburres nunca. Hasta que llegas
a la estación, te bajan y sube otro en tu lugar. Va muy deprisa".
Así definía el fútbol uno de mis escritores preferidos y no le faltaba
razón.
Ayer Míchel -64 partidos después, con un ascenso a 1ª División
y el primer título oficial de la historia del club en su haber- era
destituido. Posiblemente uno de los entrenadores más importantes
de la historia de la SD Huesca. El líder de un equipo que nos brindó
noches tan increíbles como la victoria en La Romareda, que será difícil
de olvidar. Así que sólo podemos darle las gracias por hacernos vivir
momentos inolvidables.
El tiempo nos dirá si esta destitución ha sido consecuencia de la falta
de sumar matices a esa propuesta tan suya, o si fue la falta de herramientas
lo que imposibilitó al técnico madrileño mejorar esas facetas que
reforzaran su idea. Yo lo tengo claro.
Y ahora, ¿qué? Con Míchel en su casa, los focos ya no apuntarán
al banquillo. Es una obviedad que la destitución de un entrenador, y más
del que te ha traído hasta aquí, es siempre un fracaso de todos.
Sin ir más lejos el lunes contra el Betis, jugándose lo que se jugaba
el equipo, de los fichajes realizados el pasado verano sólo estuvieron en
el campo Siovas, Ontiveros y Sandro. Muchos no terminan de encontrarse y, a
otros, ni se les espera. La dirección deportiva tiene mucho que decir y tiene
este mes de enero para mejorar el rendimiento de esta plantilla, y también
el suyo propio.
Ahora hay que volver a la casilla de salida con la partida empezada y recortar
una distancia que cada vez parece más insalvable.
El reto
que afronta a partir de ahora Pacheta es mayúsculo. Porque si lo que
consiguió Michel fue algo histórico, esto superaría todo lo anterior.
Tiene ante sí el reto de convertirse en el primer entrenador en la historia
que mantiene a la SD Huesca en Primera. Y no será fácil. Tiene exactamente
20 jornadas para conseguir lo que nadie ha conseguido y tan solo 8 días
para hacer creer a una plantilla que todavía es posible luchar por la permanencia,
añadiendo a lo bueno que ha dejado Míchel durante este año y medio
esa intensidad y ese saber competir que caracteriza a los equipos de Pacheta.
Y, por último, no hay que olvidarse de los aficionados. Quizá los grandes
olvidados. Necesitamos reenganchar a la causa a todos, hacerlos creer que la
salvación es posible y, sobre todo, que la comunión con el club sea
la que ha sido siempre. Porque quizás ese distanciamiento o esa indiferencia
que palpo entre club y afición es lo más preocupante en todo esto.
Satisfacer a la afición oscense no es difícil: con cercanía y sacrificio
te ganas hasta al último seguidor. Y, en estos momentos, por lo menos lo primero
ha dejado de existir. Los valores que nos han llevado hasta aquí son los
que deben predominar y estos serán los que nos hagan ver al club en constante
crecimiento.
|