José Luis Gómez Puyuelo, autor de "La República Pretoriana, Ejército y poder político en Argelia (1954-1978)"
Natural de Aínsa, José Luis Gómez Puyuelo, teniente coronel de Caballería en situación de reserva e investigador aragonés sobre el mundo árabe e islámico, es el autor del primer ensayo histórico en castellano sobre Argelia, titulado "La República Pretoriana, Ejército y poder político en Argelia (1954-1978)". Investigador y coordinador de programas de la Fundación Seminario de Investigación para la Paz (SIP) de Zaragoza, es licenciado en Ciencias Políticas y doctor en Historia Contemporánea. Experto en temas del Norte de África y del Islam, José Luis Gómez Puyuelo aporta en este libro su visión sobre la historia reciente del país magrebí. La obra se presentó el pasado mes de marzo en el Palacio de la Aljafería de Zaragoza, fruto de un convenio de colaboración entre las Cortes de Aragón y del SIP.
Inmaculada CASASNOVAS 04/05/2009
PREGUNTA.- Decía Henry Thessinger: "Ningún hombre podrá entrar
en el desierto o salir de él sin haber cambiado. Llevará, por débil
que ésta sea, la impronta del desierto, el sello que caracteriza al nómada".
¿Cómo le marcó a usted su estancia en el Sáhara (1973-1975)
como miembro de la Agrupación de las Tropas Nómadas del ejército
español?
RESPUESTA.- Mi estancia en el Sahara como oficial en una unidad integrada en su
mayoría por tropas saharauis, supuso para mí una experiencia que me marcó
para toda la vida. Durante ese tiempo me di cuenta de lo que suponía la colonización
para los pueblos árabes y la arrogancia e ignorancia supina que mostrábamos
sobre su mundo, sobre su cultura, salvo muy escasas excepciones. Desde entonces
mi interés por el mundo árabe e islámico ha sido constante.
P.- ¿Qué le anima a publicar el primer ensayo histórico político
sobre Argelia en lengua castellana? Sin duda, sus conocimientos políticos y
militares lo colocan en una situación privilegiada para este trabajo.
R.- Durante mi estancia en el Sahara tomé contacto con los ejércitos marroquí
y argelino, dos Estados vecinos pero muy diferentes en cuanto a su orientación
política. Fue precisamente el estudio de las relaciones entre el poder político
y el militar en esos países y por extensión en el mundo árabe lo
que me llevó a trabajar sobre Argelia, pues el papel del ejército en el
espacio político argelino ha desarrollado unas características muy singulares
P.- ¿Cuáles son los objetivos de esta obra, que comprende algo más
de dos décadas de la historia reciente de Argelia?
R.- En primer lugar dar a conocer la historia política de la Argelia independiente,
país que a pesar de su vecindad con España es muy desconocido en su historia
política, cultural, social etcétera, como se demuestra en la ausencia
en nuestro panorama editorial de obras referidas a este país magrebí.
Así como Marruecos está más presente en la historiografía en
castellano, Argelia es un coto cerrado de los historiadores franceses y argelinos.
Para conocer los acontecimientos que están ocurriendo en este país tan
importante para nosotros, por su vecindad y por nuestra dependencia energética
entre otras cosas, es imprescindible conocer el proceso histórico que le conformó
como país independiente, y su posterior evolución hasta la Argelia de
hoy con sus grandes incertidumbres y problemas de toda índole.
P.- "La República Pretoriana. Ejército y poder político en Argelia
(1954-1978)". ¿Qué aporta con respecto a otras publicaciones de otros
países?
R.- Una visión desde una óptica neutral, pues la mayoría de autores
tanto argelinos como franceses fueron parte interesada, lo que no quiere decir que
no haya autores muy críticos con su propio "bando", ya que la calidad
de muchos de estos historiadores es innegable. Además, estudio cuestiones relacionadas
con la posición del gobierno de Madrid ante los acontecimientos que describo,
así como el papel de Argelia en el contencioso del Sahara Occidental
P.- ¿En qué ha cambiado y en qué no el Norte de África que usted
conoció siendo militar en la década de los años 70?
R.- Los actuales países del Magreb, lógicamente, han cambiado mucho en
todos los sentidos, pero la rivalidad entre Argelia y Marruecos sigue siendo la
misma. El límite geográfico entre ambos vecinos constituye la frontera
cerrada más larga del mundo. De hecho el problema del Sahara es el principal
factor de rivalidad entre Argel y Rabat, rivalidad que ha provocado que la Unión
del Magreb Árabe, creada en 1989, esté prácticamente bloqueada para
desgracia del resto de países de la región, que necesitan la integración
para hacer frente a los retos que suponen las nuevas circunstancias políticas
y económicas a las que se ven enfrentados.
P.- Desde su condición de historiador y politólogo, ¿cómo vislumbra
el futuro de Argelia y del pueblo saharaui?
R.- Argelia acaba de celebrar sus elecciones presidenciales y, como estaba previsto,
sus resultados no han sido nada halagüeños. Si el problema del terrorismo
ha disminuido notablemente, las elecciones han mostrado la gran sima que existe
entre el poder político y la ciudadanía, la existencia de un pluralismo
político que solo es de fachada, ya que la oposición ha sido anulada;
la contestación social ha sido notable y ha existido una clara manipulación
de los datos electorales. En fin, más de lo mismo en un país que pasa
por una situación muy delicada tanto en lo económico como en lo social.
Por otra parte, el ejército sigue manteniendo una gran capacidad de decisión.
En cuanto al conflicto del Sahara Occidental, único proceso de descolonización
inacabado en África, las cosas no van por buen camino para que el pueblo saharaui
pueda decidir sobre su autodeterminación. Para mí, el principal factor
que impide que se cumpla con el Derecho Internacional que de forma clara avala las
pretensiones saharauis, es el apoyo incondicional que tanto los EEUU como Francia
otorgan al reino de Marruecos.
P.- Tan cerca, pero tan lejos. ¿No cree que persiste un gran desconocimiento
sobre el universo islámico y magrebí? ¿A qué obedece?
R.- Absolutamente. Este desconocimiento es extensible al mundo árabe e islámico.
Los prejuicios y estereotipos, las imágenes distorsionadas que se tienen en
Occidente sobre este mundo, denotan ignorancia y arrogancia. Cuando se generaliza
sobre la "barbarie del otro", del musulmán, del árabe, nos olvidamos
del cúmulo de violencia sobre la que se ha erigido nuestra modernidad. Por
otra parte, la política de agresión llevada por Occidente tanto en el
Magreb como en el Oriente árabe (colonialismo, cuestión palestina, Iraq
etcétera), está en el origen de la aparición de ciertos fenómenos
violentos que provienen del islamismo radical, pero de ahí no se puede generalizar
en cuanto a la responsabilidad de los árabes o de los musulmanes. Las generalizaciones
son nefastas y contribuyen a que la ignorancia se convierta en odio. El mundo árabe
e islámico y el propio islamismo, sea moderado o radical, es caleidoscópico.
Cada país, cada corriente religiosa tienen su origen y desarrollo específico.
P.- ¿Cómo ven los ojos del historiador la convivencia entre el mundo árabe
y el mundo occidental?
R.- Tiene que mejorar. Pero esta mejora, este acercamiento sólo puede venir
de un conocimiento del otro que deseche los prejuicios y estereotipos en los que
desgraciadamente se basa nuestra opinión sobre ellos. Las autoridades políticas
en todos los niveles, los medios de comunicación, deben ponerse a esta tarea,
pues en gran medida son los responsables de la ignorancia reinante que, como no
me cansaré de repetir, es el camino más corto hacia el odio y la barbarie.
P.- Tras su primera publicación en solitario, ¿proyecta algún nuevo
libro?
R.- Por el momento no. Más adelante quiero escribir sobre las relaciones entre
Occidente y el mundo árabe-islámico desde una perspectiva histórica
que tendría su punto de partida en el final de la Segunda Guerra Mundial. Además
sigo trabajando sobre la actualidad sociopolítica del Magreb en el marco de
mi trabajo en la Fundación SIP.
P.- Para terminar, cuéntenos qué recuerdos y qué vinculación
guarda con su pueblo, Aínsa.
R.- Buena parte de mis mejores años de vida transcurrieron en Aínsa, donde
nací en 1950, y mis recuerdos de infancia y juventud están siempre presididos
por la Peña Montañesa. Mi madre Mercedes Puyuelo Bielsa nació en
Aínsa, de donde era mi abuelo materno, José Puyuelo Puyuelo, que fue alcalde
de la villa y mi abuela Felicitas Bielsa Bardají, aunque nacida en Escalona,
vivió en Aínsa desde muy joven. Por cierto, hace años a los nacidos
en Ainsa nos llamaban con cariño "moricos" o "moricas". Recuerdo
que el apelativo, que nos significaba de forma especial, se hacía con simpatía
y lo recibíamos como un cumplido. Ahora parece que los jóvenes no aprecian
demasiado tal gentilicio. ¿Tendrá algo que ver con lo que hablábamos
antes?
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