Con el beneplácito del PSOE y de CHA la lengua de nuestros vecinos, la lengua catalana, ha sido proclamada en las Cortes aragonesas lengua propia de Aragón. Todo un alarde de dictadura democrática difícilmente reproducible en otros lugares sujetos a circunstancias sociales similares como es el caso de Galicia donde a sus políticos nunca se les ocurriría -ni siquiera a título de beneficio personal o de partido- menospreciar la lengua vernácula que "falan los galegos" legislando que la lengua portuguesa es lengua propia suya. Conocida esta venialidad lingüística y para que nada faltara a la farsa los periódicos catalanes han aportado la coreografía mediática y uno de ellos (La Vanguardia, 21 de diciembre, 2009. Aragón, gracias) ha propuesto ni más ni menos que "la cultura catalana debe agradecer al Presidente de Aragón, Marcelino Iglesias, su valentía y corajes por impulsar... esta Ley de Lenguas". Sin embargo quienes estamos en desacuerdo con esta nueva agresión a nuestro patrimonio cultural esperamos y deseamos que otro gobierno posterior enmiende el desafuero aunque sólo sea en aras a recomponer el respeto que en esta ocasión no se ha tenido para con las peculiaridades lingüísticas ordinariamente habladas entre los pobladores de la zona oriental de nuestra Comunidad Autónoma así como también esperamos que muy pronto algún periódico aragonés, pueda escribir emplazando a la "cultura aragonesa" para "que agradezca al President de Catalunya José Montilla, su valentía y coraje al impulsar... la devolución de los bienes aragoneses y la restauración, por ejemplo, de las pinturas murales del Monasterio de Sijena destruidas en nombre de una libertad llevada a nuestros pueblos en el año 1936 por nuevos bárbaros venidos del Este. La ocasión se presta para recordar a los distraídos de conveniencia que sólo en Cataluña se puede llamar catalán a una de las dos lenguas comúnmente habladas dentro de sus límites geográficos y por consiguiente se comete un dislate cuando se proclama y sobre todo cuando se hace esta proclama mediante el artificio legal de un acuerdo parlamentario, que esa lengua es propia de Aragón. Aquí, en las comarcas orientales de Aragón, sus habitantes no son catalanes ni hablan catalán sino unas modalidades venidas del medievo y por lo tanto originalmente aragonesas tal cual corroboran numerosos testimonios documentales. Y al respecto aún cabe añadir que hasta el ex President de la Generalitat Jordi Pujol ha reconocido implícitamente el hecho lingüístico aragonés cuando días atrás manifestaba en una revista dominical que si el Conde Catalán Ramón Berenguer IV no hubiera contraído matrimonio con la princesa aragonesa doña Petronila (Lérida, año 1150) los confines occidentales de Cataluña se situarían actualmente en La Panadella lo que de haberse producido, Lérida y el territorio suyo donde en un antaño no muy lejano se hablaba como en Tamarite o Altorricón, hoy constituiría una provincia aragonesa o bien formaría parte del Altoaragón. Espero que estas líneas no resulten deprimentes a aquéllos que concluyen sus axiomas lingüísticos procatalanes en base a unos criterios filológicos de los cuales y bien a pesar mío, carezco ya que siendo el lenguaje de la facultad de la naturaleza humana intuyo que también la Filología y no sólo la Historia, me hubiera prestado elementos para contribuir a acreditar académicamente la originalidad aragonesa de nuestras lenguas vernáculas pues si al lenguaje "se accede naturalmente" y "no se aprende en la escuela" (Mosterín, 2006) es evidente que todo cuanto se refiere al conocimiento, aprendizaje y transmisión de esas lenguas por parte de los aragoneses, es anterior en el tiempo a la existencia de Cataluña como entidad política y por ende, de una lengua catalana. Menos comparecencias ostentosas, pues depositando flores ante la efigie del Justicia de Aragón en el aniversario de su ejecución y más entereza para mantener al alza el patrimonio autóctono frente a las apetencias de los políticos catalanes radicales y menos sumisión a intereses políticos foráneos y más vergüenza torera a la hora de dar respuesta a las propias aspiraciones. Y frente a los aspectos negativos consumados en la Ley de Lenguas -la lengua catalana es lengua propia de Aragón, creación de una academia de la lengua catalana, etcétera- no vale saber que la historia de cada día juzgará y condenará por desleales a sus autores ni que otro gobierno vendrá y zurcirá el descosido sino que es menester contar con la voluntad de los aragoneses fieles a su cultura en orden a expurgar de esa malhadada Ley todo aquello que atenta a su supervivencia y a hacer, además, ese expurgo con la misma vehemencia que hubo en la oposición al trasvase del Ebro y que tanto se echa de menos ahora en la recuperación de los bienes eclesiásticos pertenecientes a nuestras parroquias.
|