HUESCA.- Los psicólogos clínicos y psicólogos internos del
Servicio de Salud Mental del Sector Huesca han puesto en marcha un programa para
acompañar y brindar apoyo especializado a profesionales sanitarios, a los pacientes
diagnosticados de covid-19 y los familiares de estos, tanto en situación
de angustia ante la enfermedad como en casos de duelo tras fallecimiento.
Este Programa de soporte emocional y psicosocial se presta a toda la provincia
de Huesca, principalmente vía telefónica, y se ha creado por iniciativa
de los propios profesionales, con el visto bueno del jefe de Servicio del Hospital
San Jorge y del director.
La psicóloga clínica Bárbara Morer Bamba de este centro hospitalario
coordina esta atención, que se presta de lunes a viernes, entre las 8:00
y las 15:00. Los propios profesionales de la medicina, enfermería, auxiliares
y otros empleados les facilitan los nombres de los pacientes y familiares que podrían
acogerse al programa. Bárbara Morer explica que "los sanitarios están
ahora centrados en salvar vidas, en trabajar todo lo que pueden, y por el momento
no han solicitado esta ayuda".
Aclara también que se trata de un apoyo puntual, no de una terapia.
"Va destinado a personas que sienten malestar emocional, pacientes ingresados
o que sufren el fallecimiento de seres queridos. Son situaciones duras, muy traumáticas,
es el impacto de algo inesperado. Algunos pacientes ingresan y fallecen en el mismo
día. Hay matrimonios en los que pueden fallecer los dos y los hijos se quedan
huérfanos", describe.
Observa, por otro lado, que este respaldo no es siempre necesario. "Hay
muchas personas que tienen recursos propios, o a las que les basta con el apoyo
de amigos o familiares", señala.
En cualquier caso, destaca la importancia que tiene la atención psicológica
en una crisis sanitaria como la que estamos viviendo. "En un primer momento,
la gente no se da cuenta, el sufrimiento se contempla como algo que nos viene dado
por la situación. Lo emocional queda en un segundo plano, tanto en el
caso de las personas que viven la enfermedad y su entorno, como en el de los sanitarios,
que están centrados en su trabajo y que lo pueden llegar a asumir como que
forma parte de él. No tienen por qué pedirnos ayuda necesariamente,
pero sí saber que estamos ahí por si nos necesitan".
La psicóloga clínica indica que a favor de los profesionales sanitarios
juega el hecho de que tienen mucha experiencia en atender situaciones críticas
y subraya el apoyo que se están procurando unos a otros. "Ese compañerismo
es básico en estas situaciones", afirma, lo que no es óbice para
que haya también profesionales a los que la situación les pueda desbordar.
"Pueden tener miedo al contagio, por ejemplo, y es normal porque sobre todo
al principio no se les ha estado protegiendo lo necesario", recuerda.
ATENCIÓN GENERAL A LA POBLACIÓN
El Colegio Oficial de Psicólogos ha puesto en marcha otros programas de
atención a la población en general. "El coronavirus ha generado
una situación nueva que crea incertidumbre, frustración por no poder seguir
adelante con nuestras vidas, impotencia -explica Morer-. Se cortan los planes, los
proyectos laborales, vitales, las bodas, las vacaciones, se paraliza nuestra vida.
Nos tenemos que aislar, perdemos la presencia física, tenemos miedo al contagio,
a las repercusiones sociales, podemos perder el empleo... es una situación
de alto estrés. Podemos sentir ansiedad, insomnio, desarreglos alimentarios,
estar un poco más irritables, todo eso es normal. Pero también hay gente
a la que se le puede sumar una situación personal concreta que le haga más
complicado sobrellevar todo esto".
Especialmente difícil está resultando asumir el fallecimiento de amigos
y familiares, debido a las restricciones que ha impuesto el Estado de Alarma.
"El último contacto que ha mantenido mucha gente ha sido a distancia
y tiene la angustia de no haber podido hacer lo que le hubiera gustado, esos
gestos que luego te van a reconfortar. Pero todas esas personas tienen que saber
que han hecho lo que han podido, que han estado disponibles, y que hay profesionales
sanitarios que están cuidando de los pacientes en todo momento, que les acompañan,
que no están solos. Hemos visto situaciones muy graves, por ejemplo, en
Madrid, pero en Huesca no se está dando esto".
La psicóloga propone que, tras el fallecimiento, se realice algún tipo
de acto simbólico de despedida, como escribir una carta en la que se recojan
todas aquellas cosas que le habríamos querido decir a nuestro allegado. Y después
del confinamiento, hacer una reunión con personas cercanas y hablar de nuestro
ser querido.
No hay fórmulas únicas ni universales, "cada familia va a ir inventando
su forma de decir adiós", puntualiza, y añade que, aunque es bueno
llamar para interesarse por las personas que han sufrido una pérdida, "hay
que saber también respetar la intimidad de quien no tenga ganas de hablar".
Mantener una estructura diaria, diferenciar el día y la noche, saber
perfectamente en qué fecha estamos, levantarnos a una hora más o menos
fija, mantener rutinas, comer sano y no abusar del alcohol ni de las drogas
ni de los ansiolíticos son algunas recomendaciones que propone para vivir el
confinamiento de la manera más saludable posible.
"Hacer ejercicio está siendo fundamental -añade-, porque hace
que nos sintamos mucho mejor. Y no nos aislemos, podemos contactar con familiares,
amigos o compañeros de trabajo a través del móvil, el guasap, las
videollamadas... Podemos dedicar tiempo a cosas como leer, ver películas
y pasar tiempo en familia. Hay que dejar a los niños que se aburran, porque
eso estimula la creatividad, pero también jugar con ellos y organizarles cosas
divertidas, que no todos los días sean iguales".
Sobre todo, aconseja que no nos dejemos llevar por la desgana ni dejar pasar
los días hasta que llegue el momento de regresar a la calle.
"Debemos asumir esta realidad, no esperar a que pase. Las buenas noticias
de casos que se curan nos están dando mucha confianza. Estamos en una fase
de esperanza de que se va a salir de esto".