Personalmente será una gran alegría reencontrarnos después de tres
meses de confinamiento, más, yo desde el día 21 de diciembre hasta el
día de hoy dos de mayo. Estos días leía un libro con una cita muy
especial: Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo
y me regalara un trozo de vida, "aprovecharía ese tiempo lo más que
pudiera". Anda mucho y lee mucho y sabrás mucho dice los refraneros. Estamos
en una encrucijada muy compleja, hoy decir lo que piensas y lo que sientes es un
sueño, donde encontraré trabajo, sufrimos por la familia, por los hijos...
es ley de vida. En nuestros tiempos, el que quería trabajar tenía trabajo,
estamos a años luz del pasado. Aunque lo entendamos los mayores la diferencia
es abismal. Anteriormente decían, en cada casa tiene que haber un abuelo/a,
hoy los abuelos / as los tenemos en las residencias, antes eran una necesidad hoy
no... Los de mi casa murieron con 57 y 72, no se si tengo derecho a opinar. Pero
si que opino en relación al trabajo, antes lo teníamos más fácil.
El pero está en que nos hemos hecho, o nos han metido en un tren de vida, superior
a nuestras necesidades. ¿Que padres no pensamos y decimos, "con tener mucho
o tener poco, es igual", que cuando nos muramos queremos dejarles a nuestros
hijos lo más posible Los abuelos estamos contando muchas batalletas, hoy y
siempre creo que esas batalletas son la sal para muchas juventudes y, en este momento
quizás, tabla de salvación. Lo que estamos viviendo es un doble mal. Uno
que no es deseable el coronavirus, y el otro es el nuestro, por intereses personales,
por falta de entrega a los demás. No basta tener grandes cualidades y discursos,
hace falta emplearlas bien, la libertad política de un pueblo sucumbe sin los
frenos de una vida moral, intachable, como la oración, que para que tenga valor
y eficacia, tiene que ir acompañada al sacrificio que según la edad que
cada persona debe ejercitar.