A sus 77 años, Antonio Campodarve, más conocido en Sobrarbe como "O
mosico de Guaso", sigue escribiendo canciones "dedicadas a los montes,
los ríos, los paisajes y las gentes de esta tierra". Compartió
colegio con unos 40 niños de Guaso, donde se quedó una minoría.
"Fue una generación que estaba muy claro que tenía que salir de allí,
no había alternativa", dice Antonio. Y la cosa no cambió con la siguiente.
Cuenta que "era el último de los hermanos, y hambre no pasé, pero
no sobraba nada en casa. No aprendí a hacer nada en el campo, yo lo tenía
muy claro, quería ser mecánico e irme a Barcelona". Antes de
cumplir los 15 años, "estuve de ayudante de "ferrerón"
con Blas Colominas, en Boltaña. Me enseñó a limar muy bien y,
lo que era muy importante, a soldar a la autógena".
Un año después se fue a la Ciudad Condal, donde comenzó una especial
relación con la marca Pegaso. "Entré a trabajar de aprendiz, por
82 pesetas a la semana, en Motor Móvil, un servicio oficial de Pegaso. Entonces,
los aprendices íbamos tres años a la Escuela Industrial, en la calle
Urgell, que era espectacular, imponente", con profesores alemanes y decenas
de motores Pegaso y Seat. "Aprendimos tanto que a los 3 años casi les pasábamos
la mano a los operarios y había cierto pique, pero sano. A unos cuantos nos
hicieron oficiales de tercera, en pleno apogeo de la Pegaso".
Pronto pasó a la empresa Crespo (Prat de Llobregat), donde ya cobraba
1.000 pesetas a la semana y donde "viví momentos duros. En 1962 fueron
las grandes inundaciones del río Llobregat y murió mucha gente".
Él iba a la zona a reparar las averías de la maquinaria pesada que participaba
en la búsqueda y recuperación de cadáveres y la limpieza de la zona,
"y te encontrabas cosas muy desagradables; el agua se llevó un barrio
de Tarrasa".
Dos años después, entró en Urbas (Urbanizaciones y Transportes),
de Barcelona, "que hacía el transporte a todos los pueblos del área
metropolitana con autobuses Pegaso. Yo era jefe de mecánicos en el turno
de noche, "y en él metí a mi hermano Manuel, que revisaba los
neumáticos. Tenía 84 autobuses a mi cargo y 28 personas". Y
a principios de los 70, otra del mismo río: "una crecida del Llobregat
me lo inundó todo una noche y la mitad del recinto se llenó de bombonas
de butano vacías". Urbas se fusionó con Transportes Barcelona, y Antonio,
"recién casado y con mi mujer embarazada, quería pasar a la nueva
empresa para trabajar de día". Pero no pudo ser y cogió las 280.000
pesetas que daban de indemnización.
En la Vanguardia leyó que en el aeropuerto de Barcelona necesitaban un mecánico
de motores diésel para los generadores de emergencia. Se presentó
y mientras llegó la respuesta del contratante, "comencé a vender
coches Seat, en 1974. Vendía al mes entre 70 y 90 coches". En mayo
del 75 entró en el aeropuerto, donde trabajaba de 8 a 14 horas -"un
puesto de trabajo muy bonito, cuando lo dejé me dolió"-, y por la
tarde vendía coches.
Estando en este trabajo aprobó en Madrid, "en 1981, las oposiciones
de funcionario de un cuerpo técnico especial, aeronáuticos del Estado,
y a los 6 o 7 meses me dicen que tenía que renunciar a funcionario para entrar
en Aena o si no debía dejar el aeropuerto. Me tuvieron todo el año 92,
con los juegos olímpicos, de machaca con un ingeniero controlando a la empresa
que controlaba a las 70 empresas que trabajaban en el aeropuerto". Y a finales
del 92, como funcionario, fue destinado a Informática del Inem. "Yo
en el aeropuerto había hecho una formación muy básica de informática
y del Inem me mandaron al Centro de formación de san Rafael, de Segovia, donde
estuve casi 3 meses y allí aprendí mucho, aunque casi me cuesta una enfermedad,
que fue mucha presión". Trabajaban "en el programa de citas previas
que pondría fin a las colas en las oficinas de empleo".
En junio de 1998 fue transferido a la Generalitat y el 1 de septiembre, empezó
en Trabajo. Llevaban el mantenimiento informático de las averías de
toda Cataluña. "Me trataron bien, me subieron de categoría, me
subieron el sueldo, pero era de locos". Y lo peor, antes de poderse jubilar
a los 60 años, "me cogió el cambio informático del 2000".
LA MÚSICA
En 1993, Antonio Campodarve había comenzado a subirse a los escenarios para
vivir la música, "que es necesaria para la vida y se le deben muchas
cosas". De niño se fijaba en su tío Francisco, que tocaba el violín
por los pueblos, luego aprendió a tocar la guitarra y con José María
Campo (voz y teclado) lanzó su carrera musical, destacando la etapa del
Cuarteto Sobrarbe. "Con él estuve casi 20 años tocando por todos
los pueblos; a algunos íbamos cada año". Paralelamente, Campodarve
formaba parte de la Orquesta La Nueva Bohemia, con sede en Barcelona, "aunque
también tocábamos por aquí".
Después conoció a Juan Mena, director de la orquesta Gran Palace, de
la que formó parte entre 2010 y 2017. "Estuvimos tocando 5 años
en la sala Tango, de Barcelona, dos o tres veces por semana, y en pueblos de
Huesca, a través de Néstor Gavín". Ahora, ya jubilado, actúa
con el nombre artístico de "O mosico de Guaso".
"Las cosas no son fáciles en ningún sitio, también los que nos
hemos ido hemos tenido que trabajar mucho", concluye Antonio, tras resaltar
"el avance que supone, en Sobrarbe, el turismo rural".