Diario del Alto Aragón

ECOS - DE CERCA

Ángela Martínez Silva: “Me encantaría ser una Chica Almodóvar del Somontano”

“Las enfermeras no queremos medallas, solo hacemos nuestro trabajo lo mejor que sabemos”

Ángela Martínez Silva
Ángela Martínez Silva
Antonio Lachos

Nació el 26 de enero de 1957 en la localidad orensana de Viana de Bolo, a 800 kilómetros de Barbastro y tenía 2 años cuando llegó con su familia durante la construcción de la presa de El Grado. Reside en Barbastro, donde se casó, tuvo tres hijos y trabaja de enfermera en el Hospital. Directora del grupo de Teatro amateur “Detodounpoco” y autora del video premiado “El timón enfermero”.

¿Cuál es el emoticono que define su personalidad?

-Besos. Muchos besos.

Genio y figura. ¿Se identifica?

-Hasta la sepultura. Me gusta como epitafio.

La sonrisa es el lenguaje universal de las personas inteligentes. ¿Sonríe mucho?

-Intento sonreír, sí, vivo la vida de frente y a pesar de las adversidades me encanta sonreír y que me sonrían.

¿A quien le haría la reverencia sin dudarlo?

-A todas las personas que cuidan de los demás. En todos los sentidos y no solo en los hospitales. En domicilios, residencias y sobre todo me vais a permitir que la reverencia más grande sea para Aspace, por su excelente labor durante la pandemia. Doy fe.

¿La hipocresía cotiza al alza o a la baja?

-Al alza, pero no me afecta. Son los hipócritas los que pierden.

¿Cuáles son sus criterios de selección de las personas?

-No tengo criterio de selección. Simplemente intento conocer al otro y luego decido. No presupongo, porque nunca acierto.

Al choque, ¿es sutil, esquiva o frontal?

-Demasiado frontal. Lo de la sutileza no me sale muy bien. Espero mejorar, que aún hay tiempo.

¿Es de las que pedalean por la carrera de la vida entre los escapados del pelotón?

-Me gusta más la escapada que ir a rueda, pero tengo claro que necesito al equipo, solo no se llega a ninguna parte.

¿O tal vez prefiere de todo un poco?

-Sí. Según la carrera y las circunstancias. Todo es necesario, poco es suficiente a veces.

¿Qué hace una directora como usted en un grupo de teatro amateur en el Hospital de Barbastro?

-Intentar dirigirlo. Hasta ahora sin ningún tipo de formación, solo ganas. A partir de ahora me exigiré más. Estoy encantada de que Barbastro cuente con dos grupos de teatro, creo que pocas ciudades de nuestras características pueden presumir de ello.

¿Le suena el nombre de enfermera en apuros?

-Me suena y me identifico con ella en muchas ocasiones. Va inherente en la profesión.

¿El timón enfermero de su video premiado, lleva a buen puerto?

-Sí, porque a mis marineros les ha gustado y eso es lo que pretendía. Ellos y ellas se sienten identificados y yo quiero homenajearles porque son excelentes.

¿En su oficio, qué dicen las palabras dolor, sufrimiento, muerte y entrega?

-Las tres primeras se han acrecentado durante la pandemia y la entrega está implícita en mi profesión. Estamos aquí para ayudar a sobrellevarlas.

¿Se apuntó a la serie de televisión, enfermera en apuros del género drama médico?

-Huyo del drama, eso lo dejo para el teatro.

¿Está entre las enfermeras invisibles acreedoras de reconocimiento por su aportación a la ciencia, la sociedad y la Enfermería como disciplina?

-Soy una más, pero es verdad que la profesión enfermera es la más bonita del mundo. No queremos medallas, solo hacemos nuestro trabajo lo mejor que sabemos.

¿Cuál es la clave para tener contento a un enfermo sin sufrir en el empeño?

-Es difícil, pero tenemos claro que el bienestar del paciente es lo primordial. Si hay que sufrir, se sufre. Echamos de menos los abrazos al paciente y entre nosotros, pero ya queda menos.

¿Las huellas de la covid son profundas?

-Muy profundas. Nunca pensé que viviría nada igual. Pero también ha servido para estar más orgullosa de haber ayudado.

¿Se considera una mujer con mucho ritmo para desarrollar la labor o prefiere la calma de su barrio del Entremuro?

-Ritmo y calma cuando haga falta. Desde luego que muy quieta no se estar, lo intento, pero no hay manera.

¿Le dice a su hijo Dani, ciclista, que no corra mucho?

-La verdad que sí. Cosas de madre escarmentada.

¿Se considera una alumna aventajada en el ciclo de grado superior de Proyectos Audiovisuales?

-Aventajada en años. Muy constante y responsable sí. Estoy muy contenta de vivir esta experiencia a mi edad.

¿Antonio Lachós, su profesor, le ha dicho dónde hay que poner el ojo para sacar buenas imágenes?

-Por supuesto. Otra cosa es que yo lo entienda, pero él lo intenta.

¿O prefiere la improvisación y los momentos instantáneos de José Mari Santolaria (Mortadelo) y Julio Díaz en Canal 25?

-Los adoro. Es increíble lo que me han enseñado y espero que sigan haciéndolo. La experiencia en el Centro de Congresos es alucinante. Doy las gracias al Ayuntamiento por haberme permitido realizar allí las prácticas.

¿Esconde aspiraciones de ser una Chica Almodóvar del Somontano?

-No las escondo. No hago más que decirlo a ver si viene a por mí.

¿Prefiere leer Los renglones torcidos de Dios, de Luca de Tena, o la novela Ordesa del barbastrense Manuel Vilas?

-Ordesa, sin dudarlo.

¿Se considera una persona metódica y lo aplica en su trabajo?

-Más que metódica, constante. Lo aplico en todas las facetas de mi vida.

¿Qué es lo esencial de la vida?

-Vivir. Ser buena persona, positivo y compartir con los que te quieren.

¿Supervisa mucho su trabajo cotidiano?

-Sí. Cada día aprendo algo y eso me encanta. Aún tengo sitio en mi cerebro para ir almacenando.

¿Confiesa sus pecados al capellán del Hospital, Jaime Mozás, en espera de una absolución de compañero?

-No necesito confesión, soy muy buena y Jaime lo sabe. Es un gran compañero y le admiro.