Diario del Alto Aragón
Por
  • Carlos García Martínez

La oposición y sus malévolos mensajeros

Sánchez visitando el campo de refugiados de Torrejón
Sánchez visitando el campo de refugiados de Torrejón
Efe

EL PRECIO de la luz, por ejemplo. “La luz sigue subiendo y el Gobierno de vacaciones” titula su columna, cotidiana como la de otros periodistas militantes, Carmen Tomás. Sin embargo, en junio de 2015, a punto de tomarse sus vacaciones cuando perdió el Gobierno, el PP de Rajoy mantenía “el impuesto al sol”, que gravaba la energía solar y el autoconsumo. Impuesto que el nuevo Gobierno derogó, reconociendo el derecho al autoconsumo compartido al aprovechar las economías de escala sin peajes y que garantiza a los consumidores el acceso a alternativas más baratas, genera más independencia energética y reduce los gases de efecto invernadero. Tal derogación era una aspiración ecologista, de los defensores de las energías renovables y de todos los partidos políticos, excepto el PP y Foro Asturias. La desaparición del impuesto al sol formaba parte de las negociaciones con UP, y ahora Ribera, que ha criticado que “el PP, que impuso aquel impuesto, dé ahora lecciones sobre cómo abaratar la luz de manera inminente”, ha acusado también a UP de hacer demagogia. “Mañana no se puede bajar la luz con un decreto ley, se crean falsas expectativas”. El portavoz de UP en el Congreso, Echenique, había asegurado que esa posibilidad era real “como pasa en Francia”. Lo que no dijo es que allí son importantes las centrales nucleares, que producen la energía más barata junto a las renovables y que la principal empresa proveedora de electricidad es casi un 80 % del Estado. El Gobierno está en ello y la oposición busca otros temas, como el de los menores devueltos –con el acuerdo de Marruecos, avalado después por la Audiencia Nacional- culpando al ministro de Interior como hicieron en su día con el juez Garzón por investigarles.

Ahora están ojo avizor con los rescates de Afganistán. Alguien dice que “Sánchez debió despedir en persona desde Zaragoza a quienes van a ejecutar una evacuación límite”. Desplazarse de Lanzarote a Zaragoza tiene un precio. Lo que sí hizo fue visitar, en su primer acto público tras las vacaciones, el centro de refugiados afganos en Torrejón, con capacidad para mil personas, que se convertirá en el lugar por el que pasarán los afganos que han colaborado con la UE, y desde donde se distribuirán a otros países europeos. La presidenta de la Comisión Europea y el del Consejo le acompañaron, para reconocer que España no es un convidado de piedra en Afganistán, sino que es la puerta de acceso a Europa para los amenazados por los talibanes y el centro logístico de acogida para los colaboradores de las instituciones de la UE.

Para el PP es «una operación de marketing». La crisis de Afganistán demuestra que nada va a rebajar la tensión entre Gobierno y oposición. Sánchez busca rentabilizar el hecho y Casado lo minimiza. Almeida, el alcalde madrileño, se mofa de la imagen de la videoconferencia de Sánchez con sus ministros de Defensa y Exteriores, en la que aparece en alpargatas y la omnipresente Pilar Cernuda también se ocupa de ello: “Sánchez, con su frivolidad habitual, se trajeó para que le hicieran una foto mientras se comunicaba telemáticamente con un par de ministros. Ni se quitó las alpargatas, le esperaba la piscina o la cancha de baloncesto”. Maldades, a veces tontas.

Menos mal que por las mismas fechas nos contaba Julia Navarro que “desde nuestro país, la ministra de Defensa y el de Exteriores han preparado el dispositivo necesario para la repatriación no solo de españoles sino de quienes han colaborado como intérpretes, chóferes, guías y sus familias. No hace tanto que Margarita Robles visitó Kabul y por tanto conoce de primera mano lo que puede desencadenarse”, recuerda.

¿Se dedican a otra cosa? El caso es que estamos donde estamos. La carencia de una sociedad democrática abortó la eficacia de la Transición y entre las causas del deterioro de las instituciones surgidas de ella está el enorme déficit de cultura democrática que acumula este país. Al escribir sobre “democracias suicidas”, Pilar Encuentra opinaba hace unos años que “toda democracia sana necesita un pueblo bien formado e informado, capaz de desenmascarar la mentira descarada y la demagogia.”

El déficit democrático se agravó desde que el PP regresó al poder, empeñado en mantener el control judicial y devaluar una educación pública laica, con poderosos colaboradores mediáticos envenenando el ambiente cuando no gobiernan.